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La ilusión de los últimos 'baby boomers' refleja la normalización de la vacunación

Madrid comienza la inmunización de las personas de entre 40 y 49 años con el objetivo de inyectarles al menos una dosis antes de las vacaciones

Decenas de personas reciben la vacuna en las instalaciones del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. / Agustín Rodríguez-Sahagún / Cadena SER

Decenas de personas reciben la vacuna en las instalaciones del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.

Madrid

Los curiosos y mirones ya no vuelven la cara al pasar ante las salas de vacunación. No, al menos, en el Hospital Gregorio Marañón, donde alrededor de cincuenta personas aguardan su turno para ser inmunizadas.

- ¿Y toda esta gente? -pregunta una señora-.

- Se estarán vacunando -responde, su acompañante, sin atisbo de duda o sorpresa-.

Las primeras dosis de los madrileños de entre 40 y 49 años -los nacidos en la época del baby boom en España- pasan desapercibidas entre los viandantes. No así para sus protagonistas.

Myriam, de 48 años, forma parte del millón de personas que nacieron en la Comunidad de Madrid entre 1972 y 1981. Mientras espera pacientemente en la fila, bromea con uno de los celadores que custodian la puerta del Gregorio Marañón. “Hoy nos estamos vacunando los de 38”, dice, sonriente.

Aunque se muestra algo nerviosa al entrar en la sala de registro, la principal preocupación de Myriam nada tiene que ver con la dosis que está a punto de recibir. “Tengo mucha prisa, he de volver cuanto antes al trabajo”, asegura.

Las dudas que persiguieron a otras generaciones en semanas anteriores (el nombre de la vacuna o los efectos secundarios, por ejemplo) no hacen mella en los primeros menores de 50 en inmunizarse. “Tenía ganas de vacunarme ya. Este es el fin de toda esta pesadilla. Me imagino que, ahora, podré estar más tranquila, aunque siga manteniendo precauciones. Seguiré manteniendo la prudencia, pero iré a tomar algo a los bares, a dar paseos o a quedar con mi gente. Estoy muy contenta y tranquila”, dice Myriam.

Mientras la mujer y el celador bromean, otro hombre, de 49 años, se une a la conversación. “Yo también tengo 36. Deben haberse confundido”, dice entre risas.

Tras dejar sus datos en la sala del registro, avanza sereno hacia la sala de vacunación. Emiliano no siente miedo, sino ilusión. “Yo soy persona de riesgo, aunque no sea mayor. Padezco una enfermedad crónica de corazón, y temía contagiarme y padecer secuelas”, asegura.

El salón de actos del Hospital Gregorio Marañón hace las veces de sala de vacunación improvisada. Donde hace apenas un año y medio se celebraban congresos y conferencias, esperan ahora decenas de personas a que pase el tiempo prudencial para observar alergias o efectos secundarios tras la inmunización.

Emiliano cruza la sala con una sonrisa que asoma a través de los ojos. “Estoy encantado de que se agilice el proceso. Ya he estado hablando con familia y amigos, a ver quienes son los siguientes. Estoy contento, estoy alegre, y soy optimista de cara al futuro”, afirma emocionado.

Las primeras dosis de los nacidos a partir de 1972 se entremezclan con segundos pinchazos de otras generaciones. Las sanitarias trabajan a toda máquina con un objetivo: alcanzar las 2.800 dosis en apenas doce horas. Sin embargo, la velocidad en la ejecución no merma ni un milímetro el trato humano con los pacientes más mayores.

“Ya sabe lo que tiene que hacer ahora: espere sentado y tranquilo. Ya hemos terminado. Si tiene usted algún problema, por favor, no lo dude y llámenos. Le ayudaremos con todo. Que tenga un muy buen día”, comenta, con delicadeza, una de las enfermeras.

En plena vorágine de vacunación, el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, visita una sala del área infantil del hospital. “La población de entre 40 y 49 años es la más numerosa en Madrid. Estamos vacunando a un ritmo de 50.000 dosis al día, por lo que esperamos, si todo va bien, abrir la inmunización a los menores de 40 en cerca de tres semanas”, dice el consejero.

La ilusión de los baby boomers por su reciente entrada en la vacunación se difumina entre la normalidad en las calles y las declaraciones del consejero. Sin embargo, la respuesta de Mateo (nombre ficticio) tras recibir la dosis de Pfizer, despeja todas las dudas: “No me iré de vacaciones, pero me llevo la vacuna. En 21 días espero la siguiente. Es una gran señal que nos estén vacunando. Estoy muy alegre, estoy muy contento. Ahora mismo solo tengo ilusión”.

Agustín Rodríguez-Sahagún

Agustín Rodríguez-Sahagún

Graduado en Derecho por la Universidad Pontificia de Comillas. Máster de Periodismo UAM-El País. Redactor...

 
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