Vivir con miedo es no vivir

Canarias

Vivir con miedo es no vivir. Vivir con miedo a ser agredida por la pareja es una pesadilla contra la cual lucha esta sociedad con leyes y protocolos.

Que una sola mujer, solo una, quede en riesgo por falta de diligencia de las instituciones de cuya protección depende su vida, debe encender todas las alarmas. No caben medias tintas, ni disputas institucionales, ni argumentaciones endebles como que las puñaladas que el agresor asestó a la víctima fueron anteriores al momento de la valoración. Si llegaran a ser posteriores, a alguien se le iba a caer el pelo.

Ni las psicólogas, ni el Instituto de Medicina Legal, ni la Diputación del Común, nadie, puede saber a ciencia cierta si los resortes que mueven la mente y el alma de ese agresor pueden volver a reactivarse. Basta que ella sienta miedo para que el riesgo sea alto. Y los médicos forenses que decidieron que no era así, erraron sin duda.

Ya sabemos que es muy humano, pero cualquier error en casos como este, cualquier sospecha de duda, debe caer siempre del lado del maltratador, nunca de la víctima que sobrevive a su agresión.