El olvido que nos retrata
Javier Llopis, periodista

La Columna (16/06/2021) Javier Llopis, periodista
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Alcoi
Metidos en la euforia teledirigida del final de la pandemia y en medio de un paisaje de celebración y de terrazas de bares abarrotadas, se nos empieza a olvidar que hace poco más de un año miles de ancianos fallecían infectados por la covid en una red de geriátricos privados que vivió un trágico naufragio. Nuestra capacidad para enterrar los asuntos desagradables es infinita. Somos capaces de montar acaloradas discusiones sobre la conveniencia de llevar mascarilla en las playas, mientras archivamos en el pasado remoto dramas como el del Hospital Civil de Oliver, en el que murieron la mitad de sus internos.
Corre el tiempo y no pasa nada. Las gestiones para esclarecer las responsabilidades políticas y judiciales de aquella tragedia se han ido perdiendo en ese oscuro rincón en el que se pierden las cuestiones incómodas. Ninguna administración pública –ni la estatal ni la autonómica- se han planteado la posibilidad de elaborar algún tipo de ley que endurezca el control de las concesiones y que impida que la asistencia geriátrica se siga tratando como un puro negocio. Ni que decir tiene que no se ha anunciado ningún proyecto para construir residencias públicas, en una decisión que supone la aceptación de la privatización total de un servicio público de primera necesidad. Las asociaciones de familiares sobreviven en la más absoluta soledad y van camino de convertirse en un número más de esa interminable lista de colectivos que claman en el desierto tras verse atropellados por un desastre sanitario o social.
Sería demasiado sencillo atribuir en exclusiva esta situación vergonzante a la ineptitud de nuestra clase política. Los gobernantes actúan siempre espoleados por la presión de la ciudadanía y en este caso terrible disfrutan de una tranquilidad casi absoluta. Vivimos en una sociedad extraña, cuyo deseo de enterrar cuanto antes los días negros de la pandemia, se induce a borrar sistemáticamente de su memoria cuestiones negativas que deberían estar en el centro del debate. Vivimos en una sociedad insensible, que discute sobre la conveniencia de alargar el horario de las discotecas, mientras olvida que sus mayores murieron a miles en la triste soledad de unos siniestros aparcaderos de ancianos.




