Teresa Ribera y Asturias

Asturias

Desde que llegó al Gobierno de Pedro Sánchez la ministra Teresa Ribera no ha parado de darles disgustos a los ejecutivos del Principado. Primero, al presidido por Javier Fernández y luego, al de Adrián Barbón. Todos gabinetes, los de aquí y los de Madrid, socialistas. Si por algo se ha caracterizado la responsable de la Transición Ecológica ha sido por no tener en cuenta para nada las opiniones de los gobernantes asturianos. Quiso ser la ministra más verde de toda Europa aunque ello conllevara gravísimos perjuicios para el Principado en relación con regiones de similares características de países punteros del continente. Ahora, obligada por los acontecimientos, no ha tenido otra salida que rectificar.

Algo tendrá que ver el Gobierno de Sánchez en que el precio de la luz en España esté por las nubes, que se haya triplicado en un año y que sea, con diferencia, el más alto de Europa. No es casualidad. Como no lo es que las empresas electrointensivas no hayan parado de quejarse por ello, sobre todo porque el ejecutivo central socialista ha venido incumpliendo reiteradamente su compromiso de reducir los costes energéticos de estas industrias, fundamentales para la comunidad autónoma.

Teresa Ribera anunció ayer que dotará con 100 millones de euros “adicionales” (hasta 179 millones) la compensación a la industria por los costes indirectos de contaminación por CO2. Que se ha visto forzada a rectificar es algo que no ofrece dudas. El pasado mes se negó a ampliar esta partida presupuestaria. “Es lo que hay”, se había limitado a decir entonces a pesar de que la cuantía de 79 millones era muy inferior a lo que aportan los gobiernos de Alemania o Francia y a que la Comisión Europea y la propia ley del Cambio Climático permitirían que la partida para estos fines estuviera por encima de los 250 millones.

No estaría de más que Ribera siguiera rectificando en otras áreas de su departamento. Por ejemplo, con respecto al lobo. Los campesinos asturianos se lo agradecerían.