Final de curso

Albacete

A finales de junio, cuando el curso escolar se acaba, termina también esta firma de opinión. Es hora de hacer balance de una experiencia nueva para mí, que nació en el verano de la pandemia y que me ha reportado muchas satisfacciones.

Comenzó allá en septiembre con una firma sobre la inviolabilidad del Rey emérito, del que ahora se conocen otras cuentas andorranas. El Rey y la Monarquía han sido objeto de varios comentarios, no porque sea republicano, que lo soy, sino porque algunos confunden la monarquía parlamentaria con una especie de democracia otorgada que deberíamos agradecer eternamente a la familia real. Punto fuerte de este curso fue el aniversario del 23F, que permitió, además, comparar lo que entonces ocurrió con la deslealtad institucional de los independentistas catalanes en 2017: ni fue lo mismo ni hubo violencia (ningún tanque en la calle)….Y sin embargo, los indultos que otorgó el Gobierno socialista a aquellos militares golpistas y violentos no hicieron casi ruido, nada comparable con el estruendo que se escucha ahora con los que se acaban de aprobar. Comparaciones odiosas.

Otro punto neurálgico es el de la legalidad de algunas medidas adoptadas a causa de la pandemia, medidas restrictivas de derechos fundamentales, como el confinamiento mismo o la entrada en domicilio por la policía sin autorización judicial, admitida por el Ministro del Interior y decretada ilegal por el Tribunal Supremo hace pocos días. Pero también el miedo que nos intentaban meter con el delito de desobediencia a la autoridad si salías a horas indebidas (comportamiento que no puede ser nunca delito porque no existe una orden incumplida….lo que se incumple es la legislación sanitaria, cosa muy distinta).

Y me gustaría destacar, este último día, algunas firmas dedicadas a reformas legales patrocinadas por la mayoría en el Gobierno, dedicadas sobre todo a introducir en nuestras leyes penales la variante feminista, algo que no sólo hace falta sino que es urgente. El problema es cómo se pretende hacer: una reforma de los delitos sexuales a la que le falta una reflexión profunda; una reforma del tratamiento de la prostitución en la que se observa la pugna entre la defensa de la regularización casi sindical con otra visión abolicionista que pone por encima de todo la dignidad de la mujer.

Han sido nueve meses intensos con opiniones que quizá hayan resultado a algunos absurdas o incomprensibles, pero también quizá a otros cabales y muy acertadas. De eso se trata: de formar opinión escuchando, respetando y criticando la opinión ajena, algo que es la base de la democracia y que hoy tiene muy mala prensa, e incluso una seria amenaza con la proliferación de delitos de odio, vilipendios varios y ultrajes diversos. Nada. En una democracia nada debe hacer callar la opinión discrepante, por hiriente que sea. ¡Hasta siempre!