Teruel es... Mudéjar
Desde hace 35 años el legado mudéjar de esta ciudad es un Patrimonio Mundial irremplazable por su singularidad. Las hermosas torres o la catedral de Mediavilla son expresiones artísticas únicas en Occidente
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Teruel
Detenerse a contemplar el horizonte, y un hipnótico atardecer es la recompensa por haber subido los 119 escalones de una torre que sigue en pie siete siglos después de su construcción. En sus cuatro plantas la torre de El Salvador alberga el Centro de Interpretación de la Arquitectura Mudéjar Turolense.
Fue puerta de entrada a la ciudad, campanario para avisos, y atalaya. Esbelta y elegante, profusamente decorada es casi gemela y comparable en belleza a la Torre de San Martín, que desde la Cuesta de la Andaquilla ve pasar la vida de esta capital.
Las dos se cimentaron sobre la leyenda de los alarifes Omar y Abdalá que pretendían a una misma mujer, Zoraida. El amor vuelve a ilustrar la historia a los pies del rio Turia.
Al que le está permitido quedarse
Entre los siglos XII y XVII musulmanes, judíos y cristianos poblaron juntos en la Península Ibérica. De aquella convivencia surgió o se reinventó un estilo arquitectónico y decorativo. En Aragón se fusionó y se expresó con una serie de elementos únicos y diferenciadores.
Mudéjar o mudayyan es aquel al que le está permitido quedarse. De ahí el nombre de esa manifestación cultural, en la que alminares o mezquitas se convirtieron en iglesias, torres y catedrales.
No eran nobles los materiales que se empleaban así que el ladrillo, la madera y el yeso se enriquecieron con cerámicas pintadas, figuras geométricas, vegetales, celosías y estucos para el exterior. Techumbres de madera pintadas y muy trabajadas decoraban el interior.
Mudéjar con identidad propia
La de la Catedral de Santa María de Mediavilla es uno de los mejores ejemplos. Por algo se refieren a ella los estudiosos y expertos como la Capilla Sixtina del Mudéjar. Es visita obligada acercarse a ella para conocer la sociedad medieval de la ciudad en el siglo XIII a través de las pinturas y tallas de sus 32 metros de longitud y casi ocho de anchura.
Su excelente conservación tiene una explicación que cuenta el devenir de la torre y el cimborrio de la Catedral de Santa María de Mediavilla a lo largo de los siglos.
En la antigua judería, la torre y la iglesia de San Pedro, que arropan y envuelven a Isabel de Segura y Diego de Marcilla en su Mausoleo, son otros dos monumentos genuinos del mudéjar turolense declarado por la Unesco el 28 de noviembre de 1986 Patrimonio de la Humanidad.
Todos ellos son relevantes en la historia y para el mundo. A partir de 2001 se entendió que lo era también el mudéjar del resto de Aragón que se concentra al sur del río Ebro. El de Teruel tiene una personalidad destacada por su cerámica verde y su decoración casi barroca, que integró la tradición y la simbología árabe y cristiana.
Estos edificios que se levantan y atraviesan estrechas calles alrededor del centro geográfico y neurálgico de la plaza del Torico, obligan al caminante a levantar la vista. Hay que parar y admirarlos. Hay que mirarlos y entenderlos. Atraen al paseante para que escuche lo que cuentan sus muros y sus paños.