85 años después
Comentario inicial de David Perdomo, en 'Hoy por Hoy Las Palmas'.
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Las Palmas de Gran Canaria
A ver si saben qué artista escribió la siguiente frase: "El más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza perdida". ¿Se les ocurre alguien? Les doy una pista. Fue el autor de textos como 'La Leyenda del tiempo'. O de obras como 'Yerma', 'Bodas de sangre' o 'La Casa de Bernarda Alba'. Sí, fue Federico García Lorca el que nos dejó esa frase que es tan cierta. La desesperanza es un sentimiento terrible, pero al que nos estamos acostumbrando. Y todo al ver sucesos, hoy en día, que nos recuerdan a esa etapa negra de España donde tantos sufrieron el odio en su propia piel. Personas como el propio Lorca.
Uno de los asesinados al poco de estallar la Guerra Civil. En su caso por rojo y por homosexual. El abogado conservador Juan Luis Trescastro fue uno de los que lo asesinó. Horas después reconoció, con orgullo, que le había "metido dos tiros por el culo por maricón". Esto fue hace 85 años. Desgraciadamente ese grito de "maricón" ha sobrevivido al tiempo y sigue resonando a día de hoy.
Ésa fue una de las últimas palabras que también escuchó Samuel, el joven de 24 años, asesinado en La Coruña, por un grupo de bestias llenas de odio. Llenas de homofobia. Porque el crimen que han cometido sí es homofobia aunque algunos, expertos en negar el machismo, el racismo y por supuesto el odio a los no heterosexuales; también duden de ello. Quizás la agresión no se iniciara por el hecho de que Samuel fuera gay, pero los golpes y la rabia fueron más fuertes por su orientación sexual. Porque en España ser maricón, 85 años después de la muerte de Lorca, sigue siendo un peligro.
Y si nos comparamos con el resto del mundo vivimos en una especie de paraíso en cuanto a los derechos del colectivo LGTBI. Pero si nos fijamos en la realidad del colectivo ni de lejos es un paraíso. Y si son heterosexuales y y no me creen hagan un experimento. Vayan por la calle de la mano con una persona de su mismo sexo, bésenla delante de otras personas, o díganle a sus familiares o amigos que son homosexuales, o a sus compañeros de trabajo. Así quizás se den cuenta de que el odio, desgraciadamente, sigue en la calle. Y lo peor es que también se escucha en el Parlamento, el odio también consigue votos.
Muchos de los golpes que recibió Samuel, y los golpes, insultos y odios que reciben tanto otros; se inician con esas palabras. Y aceptando discursos que son inaceptables, que la Justicia debería perseguir y que todos deberíamos rechazar, le damos fuerza a los agresores. Si podemos sacar algo positivo del cruel asesinato de Samuel es que parece que ha sido la gota que ha colmado el vaso, y lo comprobamos ayer en las decenas de manifestaciones que se organizaron en todo el país contra este crimen.
El odio a las personas no heterosexuales ya ha hecho mucho daño y es hora de que los que pegan puñetazos por maricón, ya sea en los colegios, institutos, en las fiestas o en la calle; no se sientan impunes. Es hora de que recuperemos esa esperanza, que muchos dimos por perdida hace tiempo. Es hora de que lo que sufrió Lorca, Samuel y tantos otros no lo vuelva a sufrir nadie más.