Otra prórroga

Córdoba

Entramos de lleno en el verano época de reflexión, de disfrutar, de relajarse y llegar al otoño renovados, con energía y con nuevo impulso, aunque a mí me va a costar trabajo. Puede que la edad y las responsabilidades hagan que ya no mire esta estación con los mismos ojos. O puede que sea este verano en concreto, que se me está repitiendo.

Se me repite ver que las cifras vuelven a subir, justo cuando pensábamos haber superado la pandemia. Se me repite escuchar de nuevo a los portavoces de la hostelería de la Costa del Sol, diciendo lo importante que es el público británico, ignorando que Reino Unido es el principal exportador de la denominada variante delta de la covid. Se me repite escuchar a algunas regiones pidiendo nuevas medidas, mientras se hace poco por aplicar las que ya hay.

Así que es normal que el verano se me repita, porque está pasando lo mismo que el año pasado. Veremos si no tenemos que lamentar todo esto y, como siempre, todos pagamos los pecados de unos pocos.

Espero equivocarme, pero tengo la impresión que este verano es una prórroga del anterior. Otra más. Una prórroga que, a lo mejor ni llega a los penaltis. En septiembre veremos. Pero algunas cosas ya no serán entonces como ahora. No se sabe si para bien o para mal pero la señora Merkel, a veces látigo de la austeridad, a veces la tía conciliadora que toda familia necesita, ya no estará allí. Digo que no sé si para bien, o para mal, pero es una figura singular. Ahora que se habla en Córdoba tanto de nuevo de las bicicletas y los peatones, tengo que confesar que yo estuve un día a punto de atropellar con mi bicicleta a Angela Merkel, cuando ella intentaba cruzar por donde no debía. Ya te lo contaré, José Manuel, en otoño, tomando un café, si es que podemos. Eso va a depender de lo que pase en esta prórroga estival. De si caemos, o si pasamos a la final.