Pasado y futuro
Javier Llopis, periodista

Alcoy
Si uno se lo piensa bien, acaba llegando a la conclusión de que los alcoyanos llevamos casi medio siglo alimentándonos de promesas. Los grandes proyectos estratégicos de esta ciudad van superando el paso del tiempo y casi nunca atraviesan la frontera que separa las ilusiones de la realidad.
Durante los últimos 40 años, los habitantes de esta localidad hemos esperado infructuosamente a que en el Ministerio de Fomento apareciera un ser milagroso, que convirtiera nuestro maltrecho tren Alcoy-Xàtiva en una línea decente y moderna. Nos hemos pasado décadas soñando con un alcalde mágico, que transformara nuestro casco histórico en un espacio vivo y atractivo, mientras calles enteras caían por sí solas o empujadas por la piqueta. Suspiramos en silencio por la aparición de una nueva generación de empresarios, capaz de suceder a aquellos genios que cogieron un textil moribundo y llenaron la comarca de prosperidad tras inventarse los textiles para el hogar. Les ponemos velas a Santa Rita y a San Jorge para que algún día se construya un polígono industrial nuevo, para recuperar la vieja Fundición de Rodes o para que alguna conjunción astral nos permita convertir las ruinas del Molinar en un emporio mundial de la arqueología industrial.
Hemos visto pasar ayuntamientos de todos los colores políticos, alcaldes de todas clases, Generalitats de toda condición y un sinnúmero de gobiernos centrales. Ninguna administración pública ha sido capaz de desmentir una verdad irrefutable: Alcoy tiene una relación muy complicada con su futuro. En otras ciudades de España, las cosas se piensan, se preparan y al final, se hacen. Aquí, esas situaciones son una excepción.
Como todo no ha de ser autoflagelación, conviene subrayar un rasgo importante de nuestro carácter colectivo: Alcoy compensa sus dificultades para gestionar su porvenir con una pasmosa habilidad para explotar su pasado. Somos muy buenos manteniendo y potenciando tradiciones centenarias, desde los Moros y Cristianos a los actos de Reyes Magos, pasando por el modernismo. Nos desvivimos cada vez que desaparece una figura notable de nuestra cultura o de nuestra vida social y somos capaces desencadenar grandes movilizaciones ciudadanas para montar homenajes. Cuidamos con mimo las efemérides y los aniversarios y generamos una cantidad de literatura retrospectiva que para sí quisieran grandes capitales de provincia.
Hay días en los que parece que los alcoyanos vivimos embarrancados en la nostalgia de los buenos viejos tiempos. Encontrar un camino que nos reenganche con la esperanza y con el futuro debería ser el objetivo prioritario de cualquier persona que aspire a desempeñar algún tipo de liderazgo en esta ciudad. Es una cuestión de urgencia.




