Matronas de la Comunitat defienden el concepto 'violencia obstétrica' tras el rechazo del colectivo médico

Alicante

La Associació de Comares de la Comunitat Valenciana, formada por más de 250 matronas que trabajan en hospitales y centros del sistema público de salud valenciano, lamenta la negación de la 'violencia obstetrica' por parte del colectivo médico.

Hace unas semanas, el Consejo General de Colegios de Médicos de España (CGCOM) emitió un comunicado en el que consideraba "muy desafortunado" el uso de ese concepto para describir las prácticas profesionales en el proceso del embarazo, parto y posparto, con motivo del debate para su inclusión en la reforma de la Ley del Aborto del Ministerio de Igualdad.

Sin embargo, las matronas recuerdan que la ONU, así como otros organismos mundiales, reconocen la 'violencia obstétrica', que incluye marcadores objetivos como el número de partos inducidos o cesáreas, pero también cuestiones relacionadas con la autonomía de las mujeres, como "informarles de todas las prácticas, pedirles permiso para cualquier maniobra o reducir el número de tactos vaginales".

Susi Olbiol, presidenta de l'Associació de Comares y matrona del Hospital Peset de València, explica que el principal problema está en el término violencia, que genera "mucho rechazo entre los propios profesionales y también en las mujeres" por la connotación que tiene en la sociedad.

Una violencia de género

Las matronas insisten en considerar la violencia obstétrica como una modalidad de la violencia machista porque se trata de prácticas que derivan "de una atención paternalista y de una visión androcentrista de los procesos reproductivos de las mujeres".

"Se ha avanzado mucho", reconoce Olbiol, pero todavía queda camino por recorrer, puesto que hay profesionales que se sienten cuestionados o violentados cuando una mujer les pide información o se opone a alguna práctica clínica.

Se trata, dice Olbiol, de entender "el parto como un proceso fisiológico" y de atender más a las mujeres, lo que requiere un reciclaje profesional, cambiar rutinas que están interiorizadas y que los profesionales piensan que no son dolosas, pero que luego "las mujeres sí las perciben como tal".

"Hay que ver en qué medida podemos mejorar esos estándares, no solo en resultados neonatales sino también en la satisfacción de las mujeres de haber tenido una experiencia de parto positiva y respetuosa", concluye.