"Estoy enterrado en vida"
Pepe Báez sufre la amputación de sus dos piernas y vive en un cuarto sin ascensor en la Fuensanta. Reclama lo que muchos vecinos y vecinas de su barrio: Que las administraciones instalen ascensores para evitar estos confinamientos obligados
Entrevista a Pepe Báez en Hoy por Hoy Córdoba
17:09
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Córdoba
Decenas de vecinos y vecinas del barrio de la Fuensanta reclaman desde hace tiempo la instalación de ascensores en sus edificios. Es el caso de Pepe Baez, de 59 años. Vive en un cuarto sin ascensor en la calle Pintor Pedro Bueno. Desde hace años sufre la amputación de sus dos piernas, con lo que salir a la calle se convierte casi en un imposible.
No es el único caso de su bloque, donde hay casos similares con personas de movilidad muy reducida. "Estoy enterrado en vida y eso es peor que una cárcel. Al menos en una cárcel te puedes mover por una planta. Bajar puedo, aunque arrastrándome o con ayuda, pero subir a casa es imposible. Es un cuarto sin ascensor y no puedo estar siempre pidiendo ayuda vecinos. Ya me da vergüenza pedir ayuda", afirmó Pepe Báez en los micrófonos de la SER.
Báez sufre la amputación de sus dos piernas y depende de familiares o vecinos para poder bajar a la calle. Llevan tiempo esperando a que Ayuntamiento o Junta de Andalucía den el paso de instalar un ascensor en los siete bloques de su calle y lamentan que el vecino barrio del Santuario sí tenga ya obras en marcha para la rehabilitación de edificios e instalaciones de ascensores. "De nosotros no se acuerda nadie. Van a arreglar más de 50 edificios en el Santuario, cuando hay viviendas más antiguas aquí, a 300 metros del Santuario", comentó.
La historia de Pepe Báez es la muchos vecinos y vecinas de barrios con edificios antiguos, cuya necesidad de un ascensor es vital para su movilidad y su calidad de vida. Sufrió la amputación de sus piernas tras muchos problemas circulatorios después de una vida dedicada al transporte por carretera. La morfina le ayudó a soportar los dolores, pero finalmente no tuvo más remedio que perder sus extremidades inferiores, lo que unido a una vida sin ascensor, prácticamente le ha condenado a vivir encerrado en casa.