Estado mental

Jerez de la Frontera

Entre las secuelas de la pandemia, que son muchas y dispares, una de las más nocivas es la que concierne a la salud mental de los ciudadanos, un problema de suma trascendencia que no tiene la atención que exige en los medios ni, lo que es peor, en el debate político. Es de agradecer que el señor Errejón, en fecha reciente, lo mencionara en el Parlamento, aunque recordarán ustedes el exabrupto que lanzó un mentecato diputado del PP como negando la gravedad del asunto… Penoso.

Me remito a la tajante afirmación, del 16 de marzo, del presidente de la Confederación Salud Mental España: «La salud mental de la población española ha caído en picado durante la pandemia y debajo no hay red», dados los escasos recursos de la atención primaria en ese campo. Según muestran los datos publicados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), son los ciudadanos con bajo nivel socioeconómico los que más sufren las enfermedades psicológicas provocadas por la pandemia (32,7%), así como que los grupos de población más afectados son jóvenes, mujeres y personas con discapacidad psicosocial.

Uno de los datos alarmantes de dicho sondeo es que los jóvenes entre 18 y 34 años son quienes acuden en mayor número a los servicios de salud mental, sobre todo por crisis de ansiedad, un síndrome tan frecuente por la falta de expectativas ante el futuro, la precariedad laboral y un largo etcétera. Otro dato revelador del CIS es que más del doble de las personas que han necesitado de terapia psicológica son mujeres, y entre las causas están la desigualdad y la discriminación en el ámbito profesional, la sobrecarga de responsabilidades familiares y la violencia de género. Tremendo.

Hasta aquí los datos para que todos reflexionemos… Ya es hora de que las autoridades competentes se impliquen de lleno y haya soluciones más que urgentes.