Ya no queda nadie en Olmedilla de Arcas, otro pueblo de Cuenca deshabitado
El último habitante fue Alfredo Barambio y su familia mantiene aún la vivienda y algunos animales domésticos en esta pedanía de Valdetórtola
Cuenca
Recorremos las calles de tierra y llenas de maleza de Olmedilla de Arcas en busca de su último habitante. Esta pedanía del municipio conquense de Valdetórtola llegó a tener más de 300 habitantes, pero nosotros solo encontramos lagartijas en las paredes, saltamontes en las retamas y algunas gallinas en un corral. Unos perros ladran desde el interior de un garaje. Algunos síntomas de vida humana encontramos en estos animales domésticos. Alguien tiene que venir a cuidar de ellos. También vemos macetas con plantas verdes. ¿Quién las riegas?
De lo que pudo ser este pueblo solo quedan casas sin tejados, paredes derruidas, puertas cerradas. Se ve, en las afueras, alguna nave de reciente construcción. Los agricultores aún guardan aquí sus tractores y aperos pero vivirán en Cuenca. O en el cercano pueblo de Arcas. Aquí solo vienen a trabajar sus hazas.
Pocas casas permanecen de pie. Dos o tres. En lo que parece que fue la calle principal del pueblo hay una casona con parra y, junto a la puerta, una teja rota pero reconstruida y pegada a la pared con cemento, muestra un rótulo con letras de otros tiempos. Ruperto Casamayor. 1899, dice. Llamamos a esa puerta. Dos, tres veces. No contesta nadie. ¿Hay alguien?, gritamos. Solo los perros del garaje cercano responden con sus ladridos.
En su día nos hablaron de Alfredo Barambio, un hombre que en la década pasada aún vía aquí. Mediaba entonces la ochentena. ¿Cuándo se fue Alfredo del que era su pueblo, de la que era su casa? ¿Cuándo se fue el último habitante de Olmedilla de Arcas?
Sobre la ladera donde se ubica el pueblo se eleva un pequeño cerro en el que se asienta una ermita y adosado a sus muros lo que, desde abajo, parece un cementerio. Emprendemos el camino hacia arriba. El camino serpentea la ladera y, en el último tramo, vemos varios árboles de reciente plantación que crecen aledaños. Cuando sean grandes crearán un bonito paseo.
En la ermita se venera a Santo Domingo de Guzmán, cuya festividad es el 8 de agosto, y parece bien cuidada, al menos por fuera. En la fachada sur, junto a la puerta, hay un azulejo con un poema. Sus versos relatan la odisea de un vecino de 86 años que se propuso adecentar el entorno de la ermita plantando árboles y de la ayuda que recibió de dos amigos. Firma el poema el 20 de abril de 2015 Alfredo Barambio. Aquí está, pues. Le hemos encontrado. El último habitante de Olmedilla de Arcas tiene aquí su firma.
Pero ya no vive en este pueblo.
Mientras bajamos del cerro de la ermita nos sorprende una nube de polvo en el camino que llega hasta las casas. Alguien viene a Olmedilla. Es un pequeño todoterreno que cruza lo que queda del casco urbano y se acerca a nosotros.
Buenas tardes, decimos, tras alzar la mano al paso del vehículo y pedir educadamente a su conductora que pare. ¿Ya no vive nadie en este pueblo?
Del coche desciende, acompañada de una sonrisa, Ana Eugenia Barambio, la responsable de que aún haya síntomas de vida humana en Olmedilla de Arcas. Ella acude a diario a dar de comer a los perros y atender las gallinas. También pasea por sus calles desiertas y se sienta, con nostalgia, a la sombra de la parra de esa casona de la calle principal, la casa de su familia. A continuación puedes escuchar la conversación que mantuvimos con Ana Eugenia Barambio y que hemos emitido en Hoy por Hoy Cuenca.
Ya no queda nadie en Olmedilla de Arcas, otro pueblo de Cuenca deshabitado
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Ana Eugenia es la sobrina de Alfredo Barambio y nos cuenta que su tío, que ya tiene 92 años, vive ya con su familia en Cuenca donde está bien atendido. Aguantó en esa casa grande de Olmedilla hasta que la edad aconsejó mejores cuidados acompañado de los suyos. Aquí vivió con su hermano Lorenzo. Los dos resistieron, nos dice Ana Eugenia. Pero poco después de que Lorenzo muriera, Alfredo dejó el pueblo. Dejó su casa, sus gallinas, sus conejos, sus cabras. Y el caballo. Ese caballo que tenía amaestrado y que le quitaba y le ponía la gorra con la boca. Ya nadie cultiva el huerto.
El río San Martín baja desde Arcas cerca de este pueblo mientras busca al río Júcar para desembocar. Junto al camino que pasa frente al pueblo se levanta un gran chopo y a sus pies mana agua. La familia Barambio arregló la fuente pero el Ayuntamiento de Valdetórtola no se ha vuelto a ocupar de su mantenimiento, nos cuenta Ana Eugenia. Una pena, dice.
El agua de esa fuente bajo el chopo es la más cercana a las casas porque Olmedilla de Arcas no tiene agua corriente. Nunca la tuvo. Ni alcantarillado. Sin embargo, a efectos administrativos, estas calles y estas casas son suelo urbano y así tributan en el Ayuntamiento de Valdetórtola. Los vecinos que aún están empadronados, solo la familia Barambio, pagan el IBI y el impuesto de un alcantarillado que no existe. Curioso, ¿no?
Tampoco ha llegado la electricidad a las casas y la cobertura del teléfono móvil pasa de refilón. En aquel cerro de allí sí hay, dice Ana Eugenia, que reclama mayor atención municipal y de otras administraciones provinciales y regionales hacia este pueblo.
¿Quién va a invertir en un pueblo en el que ya no vive nadie y que no tiene ni luz ni agua corriente ni carretera? ¿Y si tuviera esos servicios? ¿Cómo sería este pueblo que está a solo veinte minutos de Cuenca?
Paco Auñón
Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...