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Los intentos de Madrid por conseguir los Juegos Olímpicos que acabaron en fracaso

2012, 2016 y 2020 son los últimos proyectos de la capital para traer unos Juegos Olímpicos, fracasos grabados en la memoria reciente de los madrileños. La carrera, dejan caer algunas voces del COE y del Ayuntamiento, aún no habría terminado

Imágenes de diferentes intentos del Madrid olímpico. Alberto Ruiz Gallardón, la reina Sofía; el rey Felipe VI, Alejandro Blanco; y abajo, la imagen de una chica en el momento de conocer la eliminación de Madrid para la candidatura de 2020. / Cadena SER

Madrid

Por Madrid sobrevuelan declaraciones acerca de la posibilidad de una nueva candidatura olímpica. El último en sugerirlo ha sido el presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, quien ha asegurado que Madrid "es la ciudad mejor preparada del mundo" para acoger este evento y acto seguido, en La Ventana de Madrid, la vicealcaldesa Begoña Villacís ha confirmado la intención de competir por los Juegos de 2.036. El alcalde A pesar del optimismo de Blanco, los intentos de la capital española han resultado en rotundos fracasos. El último de ellos, el de la candidatura para 2.020, con una eliminación en primera ronda cuando partía en las quinielas previas como una de las favoritas.

En realidad, el primer intento del Madrid Olímpico data de 1.965, cuando se lanzó a la carrera de los Juegos que finalmente serían de Múnich en 1.972. En la España franquista del desarrollismo de los 60, al calor del empuje de los tecnócratas del régimen, el país lanzó un primer intento para Madrid. Antes lo había intentado Barcelona en dos ocasiones sin éxito.

En 1.965, la Asamblea anual del Comité Olímpico Internacional (COI) tuvo como sede la ciudad de Madrid. El COI, extremadamente conservador,  presidido entonces por Avery Brundage alimentó los sueños del franquismo. Brundage elogió al dictador, destacó la inteligencia de sus palabras en un encuentro de días antes y animó a la delegación española. "Preséntense, pueden ganar", soltó, tal y como recoge en un artículo académico el profesor de la Univerdad Europea de Madrid, Juan Antonio Simón Sanjurjo.

Madrid impuso su candidatura para 1.972 a la de Barcelona, que también quiso aspirar, pese a no contar apenas con instalaciones deportivas de alto nivel. El régimen privilegió a la capital y esta presentó un dossier que contemplaba la construcción de un estadio olímpico con capacidad para 100.000 personas. Pero todo eran promesas. Madrid no tenía instalaciones ni números reales, aunque algunos aspectos de la coyuntura política le permitían soñar. EE.UU. apoyaba al régimen y la URSS prefería unos juegos en Madrid en la Múnich de la Alemania capitalista.

Cuando la candidatura se fue acercando, surgieron las razonables dudas. El entonces alcalde de Madrid y después presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, ni siquiera asistió a la votación para decidir la sede de los Juegos, un año después en Roma. Varios cargos el franquismo, entre ellos él, creían que no había dinero para financiar el coste de las obras que, sin números, la candidatura había puesto sobre la mesa. El asunto se filtró y Múnich se impuso sin problemas.

La decepción de Singapur, la primera del Madrid moderno

El sueño olímpico tardó décadas en resucitar. Lo hizo en 2.005, con un proyecto que había alimentado el alcalde Álvarez del Manzano. Madrid viajó a Singapur con la intención de hacerse con los Juegos de 2.012, para los que se convertiría La Peineta en un verdadero estadio olímpico, dijo el alcalde, con capacidad para 75.000 espectadores.

Fue el primer e ilusionante intento que se vino abajo. Los juegos cayeron en Londres, cuya nota era inferior en la evaluación técnica que hacen los miembros del COI a la de Madrid, que obtuvo un 8,3. Pese a ese buen registro, ni siquiera superó la tercera ronda de votación. Entonces se publicó que un error del delegado griego del COI Lambis Nikolaou había sido determinante para que la ciudad se estrellara en su intento.

2.016: el gran proyecto que naufragó en Copenhague

Un año después del 'no' en Singapur, fue Alberto Ruiz Gallardón quien impulsó la candidatura para cuatro años después. El proyecto aprovechaba muchos de los puntos fuertes del anterior, pero la candidatura llegó envuelta en polémica. La Operación Puerto, que involucró a numerosos de los más importantes ciclistas del país en una red de dopaje, fue noticia durante meses.

A los rumores e informaciones constantes sobre la actividad del doctor Eufeminano Fuentes, se unió la operación policial que desarticuló la red que lideraba este médico y que puso negro sobre blanco el dopaje en nuestro país. Para responder a estas polémicas y alimentar la confianza en España, el Gobierno de Zapatero lanzó una nueva Ley antidopaje que colocó al país a la cabeza de esta batalla; pero la norma llegó después del escándalo del doctor Fuentes y las flojas penas para la red de la Operación Puerto no actuaron como la mejor publicidad posible.

En la votación que se libró en Copenhague, Madrid llegó a la final con Río de Janeiro en 2.009, pero los brasileños obtuvieron 66 votos, doblando los de la candidatura española.

2.020: el mejor proyecto, el mayor varapalo

La tercera negativa consecutiva fue lo suficientemente dolorosa como para dormir el sueño de Madrid, al menos durante unos años. El revés, de hecho, generó cierto trauma y el alcalde Almeida reconocía hace unos meses que, pese a su deseo de armar una nueva candidatura, la ciudad no puede permitirse otro fracaso.

El apoyo institucional volvió a considerarse un factor clave. Las relaciones de poder jugaron de nuevo en contra de la candidatura madrileña. El proyecto se había detenido en pulir todos los aspectos de ocasiones anteriores. Mejoró su plan de alojamiento, antes afeado por el COI, recibió elogios del Comité por sus modernas infraestructuras, la red de transportes, la proximidad de las sedes con la villa olímpica. Todo, además, en un una propuesta que no exigía grandes inversiones en tiempos de crisis económica, porque el 80% de las infraestructuras ya existían. En definitiva, era la candidatura mejor valorada, por encima de Tokyo y Estambul, a las que el COI sí pedía mejorar diversos aspectos.

Ocurrió que Madrid volvió a fracasar, incluso de manera más sonada. La candidatura capitalina cayó en la primera ronda de la votación en Buenos Aires. Empató con Estambul y en el desempate, se quedó fuera. Tokyo organizaría los Juegos que, finalmente, serían de la pandemia. La crisis económica y de nuevo el dopaje se apuntaron como factores de desconfianza hacia la candidatura española.

Las relaciones políticas y, sobre todo, la sombra de la corrupción en el COI, del que se denunciaron años después escándalos de compra de votos, pudieron ser, sin embargo, factores fundamentales en el fracaso que sepultó el Madrid olímpico. Hasta ahora.

 
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