Un punto de esperanza
La Real Sociedad empata en Anoeta contra el Mónaco (1-1) con un golazo de Mikel Merino, después hacer méritos para remontar incluso el tanto inicial de Disasi. Se queda con dos puntos y se jugará su futuro en Europa contra el Sturm Graz
San Sebastián
Puede saber a poco, pero de cara al devenir del grupo el punto que ha rescatado la Real Sociedad contra el Mónaco en Anoeta puede resultar clave. Porque le coloca a los donostiarras en la tesitura de jugarse casi todas sus opciones en su doble enfrentamiento contra el equipo austríaco del Sturm Graz. Hizo méritos el equipo donostiarra para, incluso, remontar el gol de Disasi al cuarto de hora de juego, pero les faltó algo de empuje y claridad en los metros finales cuando el partido ya expiraba. Se quedan los txuri-urdin con el gol de cabeza de Mikel Merino que puede resultar decisivo en el desarrollo del grupo.
La Real se queda después de este empate con dos puntos, mientras Mónaco y PSV suman cuatro. Pero la siguiente jornada los realistas visitan Graz, mientras que los monegascos y los neerlandeses se enfrentan entre sí, por lo que podrían llegar hasta empatados al ecuador del grupo, que luego se reanudará con la misma ecuación. Todo esto viene porque con el 0-1 de Disasi en el minuto 15 sí que se ponía todo muy negro para la Real en Europa. Para entonces, el PSV ya ganaba. Los donostiarras habían comenzado muy bien el encuentro, aparentando arriba, encerrando al Mónaco en su campo, y llevando la iniciativa en el juego. El equipo monegasco se limitaba a jugar replegado y esperar un error de la Real para salir rápido al contragolpe. Apenas pisaba el campo de los realistas, y mucho menos su área. Hasta que forzaron su primer córner. En su primer remate a puerta, Disasi marcaba el 0-1, después de un saque de esquina botado por Diatta.
Era un jarro de agua fría tremendo para una Real que se iba a de más a menos, se iba deshaciendo como una azucarillo, y le empezaba a costar llegar con peligro sobre la portería de Nübel. Hasta el descanso, el Mónaco demostró si versatilidad, cambiando su manera de presionar, de bloque bajo a alto y volviendo a replegarse, jugando un poco con una Real que empezaba a desesperarse y a la que el descanso le podía venir muy bien para resetear y aclarar sus ideas. Es lo que debió hacer Imanol en el vestuario, porque los jugadores txuri-urdin salieron con bríos renovados. La Real salió más agresiva, presionando más arriba y jugando de forma decidida a por el empate.
Fruto de ese paso adelante, la Real empezó a coleccionar ocasiones claras de gol, con Januzaj casi siempre como protagonista de las jugadas claves, pero sin suerte de cara a la portería del Mónaco. Y en una jugada que parecía aislada y sin casi importancia, llegó el momento clave de la temporada. Un balón largo al que no llegaba Portu y que se envenenaba, hasta el punto de que Nübel tenía que despejar con apuros a córner. Y ahí apareció de nuevo Januzaj para sacar de esquina y encontrar la cabeza de Mikel Merino, que entraba como un obús para empatar el partido y llevar el delirio a las gradas de Anoeta. La Real igualaba el encuentro y todavía tenía arrestos para ir a por la remontada. Lo intentó hasta el final, sin desaliento, con garra, fe y corazón, enganchando a una grada deseosa de llevar en volandas a su equipo. Pero faltó claridad en la recta final y le dejó vivo al Mónaco, que hasta acabó pidiendo la hora.
Poco más se le puede pedir a esta Real de las nieve bajas y que jugó en Europa contra todo un Mónaco con hasta once jugadores salidos de Zubieta. Mucho mérito, y poco premio para tanto esfuerzo. Pero sale viva de esta batalla, y el punto que rescata puede ser fundamental. Hay mucho de lo que sentirse orgulloso con este equipo. Hay esperanza, porque la Real la ha buscado. Y porque se ha ganado el derecho a creer sin dudarlo.
Roberto Ramajo
Entro en el grupo en 2002 como redactor de prácticas. En 2005 se incorporó a la redacción en Gipuzkoa...