El Sporting rompe, a medias, la maldición del Tartiere
El equipo rojiblanco araña un punto gracias a un golazo final de Djuka, aunque no se fue satisfecho del campo ovetense
Gijón
A la vista de que ganar un derbi es tarea más imposible que encontrar el Santo Grial, el Sporting puede darse por conforme con el empate conseguido este sábado en el Carlos Tartiere, porque supone romper (aunque sea parcilamente) la maldición de las visitas a Oviedo, sumar un punto fuera de casa que la mantiene arriba, evitar otra celebración del eterno rival delante de su cara y porque fue lo más justo a la vista de los méritos de un partido intenso, en el que el Sporting no hizo su mejor fútbol (salvo en algunas fases) aunque sí mostró mejores intenciones y más capacidad de reacción que en otros derbis. Como en este caso el orden de los factores sí altera el producto, el hecho de haberse visto abajo en el marcador y haber salido vivo deja mejor sabor de boca que si la situación hubiera sido la invesa.
Posiblemente el Sporting no mereció ganar, pero tampoco perder. Empezó mucho mejor que su rival y, desde luego, con una declaración de intenciones mucho más plausible que en otros derbis. Se hizo con el balón, lo intentó manejar con criterio y tuvo hasta tres ocasiones claras de gol, una en la bota de Djuka, otra de Villalba y la tercera de Aitor García. Pero el desarrollo del partido le fue descolocando. La tángana tras una falta (sin más) de Guille Rosas, la lesión del propio lateral rojiblanco y, sobre todo, el gol oviedista sacaron al Sporting del partido.
Los sportinguistas sacudían la cabeza, pensando que daba igual cuándo, cómo y con quiénes se afrontara el derbi: que la película era siempre la misma. Con parecido desarrollo, similar final y un secundario elevado a actor protagonista. El héroe parecía que sería, otra vez, uno inesperado: un lateral. Lo fue Mossa, lo fue Diegui Johannesson y se erigió esta vez como tal Lucas Ahijado, aparecido de la nada en el área rojiblanca para, sin Villalba ni Kravets ni siquiera a tiro de piedra transformar un gran e inesperado centro de Borja Sánchez batir de un potente derechazo a Diego Mariño. Grave error defensivo que costaba caro.
El Tartiere, teñido de azul al 95%, ya se frotaba las manos, mientras el Sporting buscaba alternativas para salir del barullo. El debate sobre la posición de Fran Villalba, escorado por necesidad hacia una banda, volvía a calentarse. Porque sigue quedando claro que, cuanto más participa el valenciano del juego, más cosas brillantes ocurren. De sus botas salió la jugada que igualó la contienda, aunque antes de eso el Sporting tendría que sufrir arranques de furia del Oviedo, con una triple ocasión azul que sirvió de aperitivo a la que perdonó alguien que no suele hacerlo: Borja Bastón, que mandó un arriba un balón que le había llegado tras un importante desajuste de Babin y Valiente.
El Sporting ajustó las piezas. Retiró a un Campuzano al que Gallego sigue obsesionado con recuperar, aunque no acaba de explotar. No tenía disponibles a Gaspar ni al Puma, pero sí a un voluntarioso Berto González que no dio un balón por perdido y que pudo marcar si no le hubiera pillado por sorpresa que Djurjdevic, que llegaba primero, no empujara dentro un gran centro de Aitor García.
No había dado una Djuka en el partido, desasistido pero también impreciso. Aunque ya se sabe que el montenegrino es capaz de fallar lo fácil y sacar petróleo de lo difícil. Cuando todo parecía perdido, al balcánico le salió un golazo de bandera tras la asistencia, maravillosa, de Fran Villalba. En un tramo final de locura pudo marcar Pombo para el Oviedo, pero también Aitor García, al que Djurdjevic le reprochó que no le diera el balón. No era fácil, porque el montenegrino hizo el desmarque al revés de lo que su compañero esperaba, arrastrando hacia él y no hacia el lado contrario a los defensas azules.
Si no se puede ganar, al menos hay que empatar. Y si no puedes celebrar una victoria delante del eterno rival, al menos no permitas que lo hagan delante de ti. Son ya 21 años sin ganar en el Tartiere, pero al menos este Sporting no se desmorona al primer golpe. Toca, eso sí, analizar los errores defensivos y la pérdida de cierta brillantez del juego rojiblanco en las últimas jornadas.
David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...