El Sporting pasa de la exhibición al doblegamiento

Gijón

Al Sporting le quedan, al menos, 31 partidos más de liga para acabar la temporada. Y a estas alturas ya podemos afirmar, sin mucho temor a equivocarnos, que el que perdió en Cartagena será uno de los más extraños del curso, posiblemente el que más. Resulta difícil que un partido cambie tanto de una mitad a otra, que el Sporting pase de avasallador a avasallado, que de la primera parte tan increíble que hizo el equipo gijonés pasara al desastre de la segunda mitad, sometido por un rival que le pasó por encima. Una variación táctica en el Cartagena y la entrada de Álex Gallar hicieron añicos a un Sporting que pasó de ser el mejor de la temporada a, sin duda, el peor.

Un gol de penalti, de esos penaltis que hay que asumir que en el fútbol español ahora sí se pitan, condenó al Sporting en Cartagonova. Refugiarse en el debate sobre la decisión arbitral sería hacerse trampas al solitario. El equipo rojiblanco debe centrarse en corregir los motivos que le llevaron a no aprovechar su momento en el partido (únicamente la falta de puntería) y en la nefasta lectura que hizo del encuentro tras el descanso.

¿Qué se le podía reprochar al descanso a un equipo que juega como jugó el Sporting durante la primera parte ? Muy poco, por no decir casi nada. Fue un equipo vertical, ambicioso, intenso, fantástico en la presión, que estrelló dos balones en el palo, que tuvo varias ocasiones claras por solo una, un disparo no muy potente, del Cartagena. Si acaso, se puede lamentar la falta de puntería. Eso y una mejor defensa de los saques de esquina rivales, faceta muy mejorable. Todo lo demás solo cabe aplaudirlo y celebrarlo. Todo sportinguista valoraba a las 19:45 cómo ha cambiado, para bien, este Sporting, que ha pasado de ser competitivo pero soso a mantener lo primero y darle brillo a su juego. Al equipo de la temporada pasada daba gusto verle competir y ganar; al Sporting actual es un placer verle jugar al fútbol. Al menos, lo fue hasta el descanso.

La primera parte fue una auténtica exhibición. Con cuatro novedades en el once (Valiente, Nacho Méndez, Berto y El Puma) el Sporting salió intenso, como suele. Tras unos primeros compases equilibrados, la mejora rojiblanca en la presión, con Nacho Méndez especialmente activo en esa faceta, convirtió el partido en un recital ofensivo, al que solo le faltó la guinda del gol. Estuvo cerca de hacerlo, pero primero Djuka y luego El Puma se encontraron con la madera. Ambos habían perdonado primero: el panameño no llegó por poco a un buen centro de Gaspar y una buena intervención del portero Marc Martínez frustró luego sus intenciones; el serbo-montenegrino no supo cabecear bien un centro estupendo de Kravets ni posteriormente aprovechar un taconazo de Berto. El equipo lo hacía todo bien menos definir.

El entrenador de Cartagena tomó medidas al descanso. Cambió el sistema, retiró a un central y metió en el campo a un intensísimo Álex Gallar, que fue una auténtica pesadilla para el Sporting. Parecía Messi. Se iba de todos, jugaba a lo que quería y fue la víctima del pisotón de Kravets en el penalti, que la bestia negra Rubén Castro no perdonó. El gol llegó así pero pudo llegar de cualquier otra manera, porque si bien es cierto que sin ocasiones clarísimas, el dominio del equipo local era aplastante, provocando hasta los olés en la grada. El dato de córners es histórico: 15-0 a favor del equipo local. Pudo obrar un milagro el Sporting, porque prácticamente en su única llegada al área contraria Fran Villalba volvió a estrellar el balón en la madera, en este caso en la parte superior del larguero. Hubiera sido increíble, porque de jugar a lo que quería el Sporting pasó a convertirse en un pelele a manos de un equipo que fue capaz de tumbar al líder. Como para no celebrarlo. Y más después de haber destrozado al que, hasta el descanso, había sido posiblemente el mejor Sporting de la temporada

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