La segunda vida de la vivienda vacacional
La opinión de Marta Cantero Lleó
Canarias
Las viviendas vacacionales fueron calificadas no hace demasiado como "el cáncer del turismo" por los hoteleros. El tiempo y la pandemia han terminado por consolidar estos alojamientos burbuja, seguros, alejados de la masificación y que ofrecen experiencias singularizadas para todo tipo de turistas.
Las VV, como se las conoce, ganan adeptos. Comienzan a revertir la mala prensa que sus competidores se esmeraron en crear. La Comisión Nacional del Mercado de la Competencia sostiene ahora, con datos, que no son las causantes de la gentrificiación o de la subida de los precios de la vivienda residencial. Pesan otras causas, aunque muchos se empeñan aún en criminalizar a esta modalidad alojativa.
Canarias es punta de lanza en la organización de los pequeños propietarios frente a los grandes tenedores y gracias a ello avanzan en regulación y en reconocimiento institucional. Los retos son aún enormes, entre ellos lograr una buena regulación y profesionalizar la gestión pero, sobre todo, no depender de las grandes plataformas comercializadoras para sobrevivir, como ya le ocurrió a la planta alojativa convencional con la turoperación.