"Soy trabajadora precaria y seré pensionista más precaria aún": la voz de una auxiliar de ayuda al domicilio
Auxliares de ayuda al domicilio se manifiestan en Madrid para reivindicar sus derechos laborales
Piden la jubilación a los 60 años y el reconocimiento de accidentes laborales
"Soy trabajadora precaria y seré pensionista más precaria aún", la voz de una auxiliar de ayuda al domicilio
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Madrid
Teresa, Connie o Consuelo son solo tres de las más de un centenar de trabajadoras de ayuda a domicilio que se han manifestado este domingo en la Plaza de la Villa y en la Puerta del Sol para reivindicar la precariedad laboral, el reconocimiento como enfermedad profesional de los accidentes que sufren durante sus horas de trabajo, así como para rebajar la edad de jubilación de los 67 años a los 60.
Tres mil auxiliares, todas ellas dependen de empresas privadas que a su vez van de la mano del Ayuntamiento de Madrid, y son muy pocas las que ganan más de 900 euros al mes, ya que la mayoría de sus jornadas no llegan a las ocho horas. Tienen contratos de 27, 30 y 36 horas semanales. Para una auxiliar con jornada completa el salario supone 916 euros, una cifra que se queda en 820 si hablamos de un contrato de 30 horas semanales. No obstante, los bajos salarios no suponen el único motivo de su protesta, sino que reclaman mejoras en sus condiciones laborales, una reclamación que lleva más de 20 días en Madrid, desde que varias auxiliares decidieron acampar frente al Ministerio de Trabajo, junto a la parada de Metro y Cercanías, Nuevos Ministerios.
"Hay muchos abusos en nuestras condiciones", asegura Connie. Ella sufre un desgaste de menisco, producido por una caída cuando corría de un domicilio a otro, porque, dicen que sólo les dan de tres a cinco minutos para ir de un hogar a otro, cuando las distancias requieren incluso quince. Fue al seguro privado, que es el que tiene que cubrirle sus accidentes laborales, pero le denegó su accidente como laboral y la obligó a marchar a la seguridad social. "Cuando me hice una fractura en la mano trabajando me preguntaron si hacía punto", cuenta Teresa en una conversación con Connie, quien le responde que a ella le han llegado a preguntar si "había testigos cuando sucedió el accidente".
Teresa prefiere hablar de las enfermedades mentales antes de las físicas. Nos cuenta que es mucho más importante curarse su "depresión crónica" que un esguince de mano. "Tengo ansiedad crónica porque no llego a fin de mes ni a tiempo a los servicios", confiesa la auxiliar. Pero para ella, lo peor es la desesperanza de saber que el resto de su vida lo va a pasar así y que jamás mejorará. "Soy trabajadora precaria y voy a ser pensionista más precaria todavía".
La edad de jubilación también supone un importante problema para ellas: no cesan su actividad laboral hasta los 67 años, con todos los riesgos laborales que les supone todos esos años trabajados. "Necesitamos la edad de jubilación a los 60 años porque nosotras estamos ya muchas con dolores, hay compañeras que tienen hernias discales", clama Consuelo, una de las trabajadoras que se ha manifestado en Madrid.
Unas pocas, además de manifestarse, dormían en la calle desde el pasado 1 de noviembre, frente al Ministerio de Trabajo, para que la ministra Yolanda Díaz les escuchase. Hace cinco días, quince días después de la primera de las noches que pasaron en la calle, las auxiliares tenían previsto reunirse con la ministra, quien, en lugar de aparecer, envió a otra persona para escuchar a las trabajadoras. Como consecuencia de la gestión, las trabajadoras decidieron continuar durmiendo en la calle, con sacos de dormir y montañas de mantas para resguardarse lo máximo posible del frío y rodeadas de pancartas en las que expresan sus reivindicaciones.