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No matar al mensajero

La firma de Antonio Fernández

Antonio Fernández, articulista de Radio Jerez Cadena SER / Radio Jerez Cadena SER

Sanlúcar de Barrameda

En primer lugar quiero dar las gracias a la que considero mi casa, Radio Jerez y a mi amigo Pedro Alemán por invitarme a subirme a esta tribuna tan especial para mí. Intentaré estar a la altura de tan importantes plumas como las aquí congregadas cada semana.

La obra 'Vidas paralelas' de Plutarco relata que «El primer mensajero que dio la noticia sobre la llegada de Lúculo estuvo tan lejos de complacer a Tigranes que éste le cortó la cabeza por sus sufrimientos; y sin ningún hombre atreverse a llevar más información, y sin ninguna inteligencia del todo, Tigranes se sentó mientras la guerra crecía a su alrededor, dando oído solo a aquellos que lo halagaran...», he aquí el origen de esa mítica frase muy vigente siglos más tarde en su aplicación periodística-informativa.

No matar al mensajero está en el mandamiento particular de todos los dirigentes en general.

El mensajero, que ya sabe que el rey pedirá su espada para cortarle la cabeza cuando suelte la noticia, se cuida muy mucho de contrastar la información por cielo, mar y tierra, y es que si hay que morir decapitado por lo menos que sea con la verdad verdadera en la mano .

Desde la antigüedad, los dirigentes han aprendido que cuando el mensajero se arriesga a decir que el caballo es blanco, es porque tiene los pelos en la mano, y por ello han desarrollado una especie de antídoto que inhibe los deseos de matar al mensajero a las primeras de cambio, no vaya a ser que éste diga la verdad y el rey quede desacreditado ante el pueblo al que se debe como el buen populista que cultiva qué arte de bienquedismo.

Esto es así cuando el dirigente de turno es alguien que tiene experiencia o en su defecto se rodea de gente que la tiene. No llegará muy lejos el rey que se dedique a decapitar a todos los mensajeros portadores de malas noticias. Dejar vivos solo a los que traen y te ofrecen halagos supone implícitamente aceptar que tu fin está cercano.

 
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