El Sporting ya no le gana a nadie
El equipo gijonés se sigue hundiendo en la tabla tras ser incapaz de imponerse en El Molinón al único rival que lleva más tiempo que él sin conocer la victoria
Gijón
Como la vaca que mira al tren sin entender nada, el Sporting (como equipo y cómo institución) sigue viendo cómo pasan las jornadas, la caída en picado sigue y nadie nace nada. Hasta que la realidad le arrolle como hace el tren con la vaca que, un día, se despista y se sale del cercado. Da la impresión de que el Sporting está perdiendo el tiempo esperando, simplemente, a que un día cambie la suerte. Y, mientras espera, está muy cerca de meterse en un lío clasificatorio antológico y de difícil gestión. El equipo gijonés no fue capaz de ganarle ni siquiera al único equipo que ha sido igual de malo que él durante el último mes y medio de competición. Sumó un punto ante el Fuenlabrada acusando los mismos errores de siempre, pero cada vez más preocupantes: la falta de puntería y los graves errores defensivos. A eso se suma la impresión de que el equipo va bajando los brazos, superado por esa racha que es imposible que no pese y que jamás termina. Los 8.989 aficionados que merecerían un reconocimiento por salir de casa para presenciar semejante espectáculo en una tarde de lo más desapacible ya no se callaron, y muchos de ellos mostraron su descontento con los jugadores y, especialmente, con un discutidísimo David Gallego, al que cada vez se le va poniendo más cara de exentrenador rojiblanco.
Al Sporting le sobran los motivos para destituir a Gallego y le faltan decisión, alternativas internas y dinero. El entrenador no es el único culpable de la situación pero es la víctima más propicia y sus decisiones, su falta de reflejos, su discurso vacío y reiterativo y su actitud en el partido contra el Fuenlabrada no ayudan en nada. Retirar a Berto en el minuto 85 (cuando llevaba muchos minutos pidiendo el cambio a voces) para dar entrada a un centrocampista como Nacho Méndez y no a otro delantero fue la gota que colmó el vaso para muchos aficionados, que no entienden a un técnico que parece empeñado en no aprovechar sus ya de por sí limitados recursos. Tardón en los cambios (el primero, el de Aitor, fue obligado por lesión y el segundo casi, con un Gragera afectado por un golpe en la nariz), sin aprovechar las ventanas de recambios para refrescar al equipo e incapaz de cambiar el guion de los partidos, Gallego parece por momentos un pasmarote en el área técnica. Si es cierta esa "ilusión a tope" de la que habla en la sala de prensa, durante los partidos no se le nota. Y en las ruedas de prensa suena bastante forzada, encadenando tópicos como lo del "reto estimulante e ilusionante" que usa para definir la crisis galopante de resultados.
Que el partido de este sábado acabara en empate era fácil de pronosticar. Se enfrentaban un equipo que llevaba siete jornadas sin ganar (el Sporting) y uno que acumulaba ocho (el Fuenlabrada). La situación de los madrileños es peor, pero la caída en picado del equipo gijonés empieza a ser de Guinnes de los récords. También era previsible que si, tras adelantarse en el marcador con el gol de Aitor García, el Sporting no marcaba el segundo, la victoria se le iba a escapar. Los rojiblancos se habían puesto por delante en el minuto 26, tras definir el onubense (en posición legal por milímetros) un pase entre líneas fantástico del visionario Pedro Díaz. Aitor, que previamente había mandado al tercer anfiteatro una ocasión clara, no perdonó con un buen punterazo en el mano a mano con el portero visitante.
El Sporting tuvo ocasiones para rematar la faena; solo faltaba no tener algunas jugando como local contra un equipo metido en descenso. Pero ni fueron suficientes ni supo aprovecharlas. El Puma, en su versión más participativa, le sirvió un gran centro a Berto que se adelantó demasiado y, posteriormente, el meta del Fuenlabrada desbarató un chut potente del panameño. Antes del descanso volvió a fallar Aitor, que se hizo un lío en una acción en la que debía haber disparado; no perdonó Berto unos minutos más tarde, pero su gol en el último minuto previo al descanso fue anulado por fuera de juego previo de Fran Villalba, que efectivamente estaba adelantado cuando el balón salió de las botas de 'El Puma' y antes de dar el pase de la muerte al avilesino.
Ocasiones desaprovechadas y debilidad en defensa. ¿Les suena la película? Es ya recurrente. Un fuera de juego previo y milimétrico libró a Berrocal de que le pitaran un penalti por mano en un balón parado. ¡Ay, los balones parados! La horrible defensa de un saque de esquina, con un amago de salida de Diego Mariño que se quedó solo en eso y un absoluto desbarajuste de toda la defensa permitieron que Damián rematara solo, de cabeza y a media altura, para marcar el 1-1. Sin fútbol, sin cambios relevantes ni ambiciosos desde el banquillo y solo con un poco de corazón, el Sporting trató de recuperar la ventaja en los minutos finales, en los que 'El Puma' y Nacho Méndez volvieron a desperdiciar ocasiones; si fue clara la del luanquín, tras el rechace de un disparo de Fran Villalba, más lo fue la del panameño, que se iba para dentro hasta que Diéguez, de forma acrobática, desvió la trayectoria. Posiblemente al Sporting le falte suerte, pero también le falta gol. Y confianza. Y más fútbol. Y contundencia defensiva.
Por desgracia, al Sporting le falta casi todo. Y, lo más preocupante, le faltan puntos para no verse en un lío inesperado, coqueteando con los puestos de descenso. A todo esto, el martes llega el Ceares en El Molinón, con mucho que ganar y nada que perder. La fiesta del fútbol gijonés se puede convertir en un día trágico para el Sporting, que debería ganar claramente. Pero ahora mismo el Sporting no es capaz de ganarle a nadie.
David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...