El buitre leonado mantiene estable su población pese a los problemas que sufre
El último censo del refugio de Montejo cifra en 1.317 el número de ejemplares en esta zona
Buitre leonado en el comedero de Montejo de la Vega en una imagen de archivo / Jesús Cobo Anula
Montejo de la Vega de la Serrezuela
El Fondo del Refugio de Rapaces de Montejo de la Vega sigue preocupado por la evolución del buitre leonado. Los datos provisionales del último censo de otoño arrojan un ligero repunte respecto a los resultados del año anterior, cifrando de momento en 1.317 el número de ejemplares avistados. No obstante, dice Fidel José Fernández, presidente del Fondo, que esta especie sigue subsistiendo pese a los graves problemas que dificultan su supervivencia, como es el grave declive del pastoreo, la mortalidad que producen los parques eólicos y las molestias que algunos visitantes generan en época de cría, casi siempre sin ser conscientes de ello, a pesar de las advertencias de los guardas. “Yo creo que ahora mismo uno de los grandes problemas que afectan los buitres, como todo el mundo sabe, es la desaparición acelerada del pastoreo y de todo el sistema tradicional del campo, súper gravísimo, y las dificultades para llevar carne a los muladares”, expresa Fernández, que habla también de la mortalidad en los parques eólicos. “Las poblaciones de buitres no pueden seguir soportando tantas perdidas y luego está el problema de los molestias causadas por visitantes que por más que se repite y se publica, mucha gente, de buena fe, no se da cuenta del daño que pueden causar”, advierte.
Respecto a otros datos provisionales que arroja este censo, de las rapaces diurnas se vieron al menos 15 especies, desde el buitre negro, hasta el esmerejón. Un dato que destaca en este informe es el avistamiento de un águila imperial joven, algo que ocurre por primera vez en esta época del año, pero no fue la única sorpresa.
De las rapaces nocturnas, destaca un cárabo, además de la información sobre búhos reales y mochuelos. Se registraron al menos 14 especies de aves acuáticas en el embalse de Linares, humedales del sur de Burgos, y algunos otros sitios desde rascones o fochas, hasta cercetas o patos cuchara, sin olvidar las garzas, grullas en paso migratorio o cigüeñas invernantes, entre otros.
Entre las aves esteparias, es de enorme interés, dado el dramático declive de la especie, la observación de cuatro “chorlas” (ortegas), por uno de los pastores del páramo del sur de Burgos que participan. También destaca una posible alondra ricotí oída, en los páramos segovianos, por uno de los guardas del Refugio.
Se detectaron, como mínimo, 38 especies de aves no paseriformes, desde perdices hasta el martín pescador, y al menos 56 especies de aves paseriformes, cifra que seguramente será algo más alta en el informe final. Llama la atención un bisbita alpino, registrado por un biólogo de Barcelona. También, pinzones reales y lúganos, cinco especies de aláudidos, cuatro de zorzales, siete de córvidos, cuatro de gorriones, dos de estorninos, reyezuelos listados, aviones roqueros y acentores comunes, roqueros solitarios y herrerillos capuchinos, etc. Seguimos sin noticias recientes de la collalba negra, que parece estar rozando su extinción en la comarca, si es que no ha desaparecido ya (en una amplísima zona entre Segovia, Burgos y Soria).
Entre los carnívoros, los responsables del censo destacan las noticias sobre el gato montés, el zorro y el tejón. Otros mamíferos registrados han sido murciélagos, roedores, liebres y conejos, jabalíes y corzos. Además, se vieron anfibios de cuatro especies, distintas especies de mariposas, etc. Y se obtuvieron muchas fotografías.
93 ornitólogos de un total de 8 comunidades autónomas y tres italianos participaron en el trabajo de campo de este censo de otoño, coordinados por el arandino Juan José Molina Pérez, que recibió por sorpresa, una placa del Fondo “en agradecimiento a su enorme y generoso trabajo por el estudio y la defensa de estas tierras”.
