El descojono

La opinión de Juan Miguel Alonso (14/12/2021)
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León
España es un país de campechanos. No hay más que oír a Super Mariano mentir como un bellaco en sede parlamentaria sobre la Kitchen con esa retranca tan graciosa para darse cuenta. Porque Marianico se pasó las sentencias por el arco del triunfo, hizo chascarrillos sobre Villarejo y negó que el sol saliera por Oriente, al menos a él no le consta, pero lo hizo con ese arte de Pontevedra tan único que al final del acto casi le hacen una firma de ejemplares los señores diputados. Oye, que dan ganas de palmearle la espalda, felicitarle los chistes y hasta pagarle unas cañas.
Y qué decir del campeón nacional de la campechanía, el campechano emérito, ese que vendía la marca España a golpe de guasas, risas y cacerías con y sin fusil mientras recibía campechanísimas transferencias desde el Golfo , que también es muy luminoso y evocador el nombre. Su alteza campechana va a regresar en breve a la madre patria porque en ningún sitio como en la casa propia para campechanear El club de fans del campechano borbónico aplaude a rabiar el regreso del su Graciosa Majestad y hasta la fiscalía silba y mira al tendido , disimulando la emoción de ese regreso a la madre patria del campechano pródigo por Navidad, como el turrón, el que se ha llevado a manos llenas el citado.
Volverá justo a tiempo para disfrutar del orgasmo lumínico que adorna nuestras villas y ciudades. Y esto con la ministra de Transición Ecológica predicando la buena nueva de las horas valle y punta, el precio de la luz más desmadrado que Mick Jagger en una fiesta de anfetas y todos, pero todos todos, oye, luchando sin cesar contra el cambio climático. No me digan que no somos lo más de los más de la campechanía.




