Una calle en la que se respira la Navidad

Aranda de Duero

La Navidad ha llegado a Aranda de Duero. Las actividades se sucederán por sus calles durante los próximos días y las luces ornamentales -que han recibido muchas críticas por su colocación, diseño anticuado y funcionamiento intermitente- señalan la llegada de una fecha especial. Pero esas luminosas se han olvidado de muchas partes de la capital ribereña, como la calle Tenerife, que sin embargo sí luce -y con más estilo que la mayoría de vías iluminadas- y con mucho estilo.

¿La explicación? Que sus vecinos, que en reiteradas ocasiones ya han adornado esta arteria del barrio de Santa Catalina, han decidido volver a hacerla especial, tendiendo cables de luces -literalmente- entre las casas de ambas aceras, dejando una estampa lumínica maravillosa. Marisol Agüera lleva más de 30 años viviendo en la calle Tenerife, y toda una vida en la citada zona. Explica que antes el trato entre los vecinos era cordial pero "lo normal, el hola y adiós". Y sin embargo, a raíz del confinamiento, se han convertido en compañeros inseparables de viaje, tienen un grupo de whatsapp, se paran a hablar más en la calle y hay otra unión en esta arteria.

"A raíz del confinamiento empezamos a colgar tiras en los balcones, celebrábamos los cumpleaños, teníamos bingo, teníamos música y yo que tengo una nieta de 10 años que le hicieron una comunión preciosa tirándole pétalos de los balcones, con regalos... Vamos, que mi nieta dice que a ver cuándo hoy a otro confinamiento", dice entre risas. "Y con las luces ha pasado lo mismo, la Asociación de Comerciantes nos ofreció ponerlas además de las nuestras y hemos vuelto a repetir", explica.

Sin embargo, este 2021 hay más luces que el año pasado. "Los vecinos se van animando, les gusta esto de decorar la calle. Incluso gente de otros países, que igual tienen una cultura diferente, están colaborando también con las luces y cuando ven que las ponemos hacen lo mismo. Hay que apoyarse y ellos también se prestan. Normalmente avisamos por el grupo o tocamos al timbre. Se tira un cordón por la ventana, uno abajo sujeta y se encarga; hay que tener paciencia pero sale bien, y solemos hacerlo cuando menos coches pasan", dice.

Marisol está encantada de que haya gente que se asome a la calle y que se sorprenda de la buena decoración que tiene, aunque es consciente de que han creado un precedente y un mínimo de calidad que, al menos, hay que mantener. "Bueno, mientras no nos falte la ilusión, seguiremos haciéndolo", asegura.

Y es que en una época en la que no faltan lazos, no hay ninguno más fuerte que el que han estrechado los vecinos de esta calle arandina que seguirán haciendo de cada momento del año algo muy especial gracias a esa gran unidad.