La pandemia silenciosa

Córdoba

Verónica Forqué, la actriz que siempre recordaremos con una sonrisa en la cara y desprendiendo luz de sus ojos, se ha suicidado. Nos enteramos de que es solo una de las 11 personas que se suicidan cada día en España, y el mazazo nos pone frente a la realidad de la depresión, y no tenemos más remedido que preguntarnos cómo es posible que no nos diéramos cuenta de su terrible sufrimiento cuando la veíamos disparatar semana a semana en un concurso de televisión en el que participó recientemente.

He repasado las imágenes de cuando abandonó el concurso, y pone los pelos de punta oír la conversación que mantuvo con el jurado. Uno de los chef le preguntaba si realmente quería irse, ella contestaba que estaba agotada, y el chef insistía diciéndole que le iba a hacer sufrir mucho si lo hacía. Y ella reiteraba que tenía que parar, entre las risas de todos.

Nuestra sociedad tiene que cambiar, no podemos seguir ignorando la existencia de la enfermedad mental. Ni la sociedad ni nosotros mismos. Tenemos que escucharnos cuando nuestra alma nos dice que no podemos más, y tenemos que pedir ayuda. Reconocer que estamos mal, que estamos tristes y desesperados, que nos duele el alma y eso nos paraliza el cuerpo no es ninguna vergüenza, tenemos que pedir ayuda cuando la necesitamos porque siempre hay salida aunque no la veamos, y ese dolor tiene cura y nos la pueden dar. Y tenemos también que estar abiertos al sufrimiento de los demás, y cuando veamos que el brillo de sus ojos se apaga no miremos para otro lado. Es un dolor real aunque no se vea físicamente, y la única manera de que se cure es acompañarlo a un profesional de la salud mental. Es una pandemia contra la que también tenemos que luchar, y a la que vamos a vencer entre todos.