Cercanías València-Castelló

Valencia

Cuesta, cuesta creer que algo tan pequeño como un simple cuartito con aparatos informáticos condicione la operativa de decenas y decenas de trenes. Pero lo que de verdad resulta increíble es que, siendo ese lugar una infraestructura tan sensible no esté protegido, primero de los robos, y después de posibles incendios.

Ojalá ADIF tome buena nota de lo ocurrido y adopte las medidas necesarias, primero, para restablecer la normalidad circulatoria lo antes posible, y segundo, para evitar un incidente tan lamentable como este. Y lo peor de todo es que llueve sobre mojado: el servicio ferroviario en València y Castelló lleva años soportando los problemas técnicos, las obras y los conflictos con los maquinistas.

Lo ocurrido este martes es la puntilla para un pasaje que desconfía ya en los Cercanías, que se ha pasado ya al coche o que sigue cogiendo el tren porque no tiene más remedio. Tristísimo para un país presuntamente avanzado como el nuestro.