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Se cumplen 40 años del asesinato de Paulo Garaialde

El taxista fue asesinado en la madrugada del 2 de enero de 1982 a manos del grupo ultraderechista Triple A

Iñaki Garaialde entrega la documentación sobre el asesinato de su padre a la consejera del gobierno vasco Beatriz Artolazabal / Irekia

Iñaki Garaialde entrega la documentación sobre el asesinato de su padre a la consejera del gobierno vasco Beatriz Artolazabal

Bilbao

El rastro del taxista Paulo Garaialde se perdió minutos antes de la medianoche del 1 de enero de 1982. Recibió una llamada en la parada de taxi de Alegia solicitándole un servicio. Arrancó el coche y puso rumbo hacia el lugar de la cita. Esa noche no regresó a casa, ni llamó para dar noticia de dónde se encontraba. En la mañana del 2 de enero apareció el cadáver de un hombre en la senda del antiguo ferrocarril de Plazaola, en un lugar apartado del término municipal de Berastegi, no lejos de la muga con Navarra; dos hombres dieron parte del hallazgo en el cuartel de Leitza. Los familiares de Garaialde, preocupados por la ausencia y ante la noticia de la aparición de un cadáver, acudieron al cuartel de la Guardia Civil de Tolosa. En el depósito del cementerio municipal comprobaron que se trataba de Paulo Garaialde. El cuerpo presentaba dos tiros de escopeta hechos a quemarropa que le habían destrozado la parte derecha del rostro. Junto al cadáver se habían encontrado tiradas las vainas de dos cartuchos, una muestra de la impunidad absoluta. El taxi de Garaialde apareció el día 4 de enero en la carretera que lleva a Urkizu, barrio rural de Tolosa, a 20 kilómetros aproximadamente del punto en que apareció el cadáver.

Paulo Garaialde Jauregizabal era padre de cuatro hijas y tres hijos. Paulo era simpatizante del PNV y ya era alguien conocido entre los grupos terroristas, dado que el 30 de septiembre de 1972 había sufrido otro atentado: una bomba destruyó su taxi. Ningún grupo reivindicó la acción, pero se tuvo la certeza de que había sido obra de ETA. Consecuencia de la explosión, se extendió en la localidad el rumor de que Garaialde era un "chivato". Años más tarde, fuentes cercanas a ETA comunicaron a la familia que el atentado había sido un error. El 4 de enero de 1982, tres días después del asesinato, el grupo ultraderechista Triple A se responsabilizó de la muerte de Garaialde mediante una llamada telefónica realizada al diario Deia. El 22 de enero la Triple A confirmó su autoría en un comunicado. Cinco meses más tarde, el 28 de junio de 1982, ETA difundió un escrito en el que negaba la responsabilidad de determinadas acciones. A pesar de esas evidencias, el asesinato de Garaialde quedó tocado por la duda y la confusión.

La investigación del caso fue prácticamente inexistente. El Juzgado de Instrucción de Tolosa abrió las diligencias previas con fecha del 2 de enero, basándose en el atestado presentado por la Guardia Civil. Al cumplirse un mes, el 2 de febrero de 1982, el juez Blánquez Pérez decidió archivar provisionalmente las diligencias “porque no se han encontrado el autor o los autores” del crimen. Un año más tarde, el 24 de julio de 1983, el juez Jaén Huarte confirmó el archivo del caso, quedando así cerrado definitivamente. Previa a esa actuación judicial, el 11 de febrero de 1983, el Ministerio del Interior a través de una resolución de la Dirección General de la Policía había determinado la autoría, concretando que según los atestados de la Guardia Civil, “el asesinato, al parecer, fue obra de la organización terrorista Triple A”.

Iniciativa reparadora

El 2 de enero de 2022 se cumplen cuarenta años del asesinato de Paulo Garaialde. Durante estas cuatro décadas su familia ha sufrido la losa del silencio: por parte de los aparatos del Estado por no haber investigado debidamente el hecho, y, en consecuencia, por negarse a buscar, juzgar y castigar a sus autores.

La actual iniciativa de los familiares de Garaialde para dar a conocer el caso del taxista asesinado transcurre por la vía de la verdad, la justicia y la reparación, reforzando los pasos que han dado hasta ahora para conseguir su reconocimiento, y con el objeto de que en la memoria colectiva se restaure su figura y se sepa la verdad de su fatal destino. Para ello se ha elaborado un informe –“Garaialde txostena”– que recoge diversos aspectos de la vida y la muerte de Garaialde

 
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