El Sporting se gana el respeto con una épica clasificación copera
Los rojiblancos se meten en octavos de final con una extraordinaria victoria sobre el Villarreal, con remontada incluida gracias a dos goles espectaculares de Djurdjevic y Bogdan
Gijón
El fútbol, definitivamente, tiene razones que la razón no entiende. ¿Cómo puede un equipo que juega habitualmente tan mal contra rivales mediocres de Segunda División hacer el partidazo que hizo el Sporting contra uno de los grandes del fútbol español y miembro de pleno derecho de la élite europea como el Villarreal? Es inexplicable, y tiempo habrá para analizarlo, porque ahora es momento única y exclusivamente para disfrutar. Hacía años que no se veía a El Molinón puesto en pie, botando y disfrutando como hizo al recibir el regalo colectivo que le brindó el equipo en el día de Reyes, después de pasarse meses negándole el pan y la sal. Con toda justicia, el Sporting estará este viernes en el sorteo de los octavos de final de la Copa del Rey y El Molinón tendrá la posibilidad de disfrutar de otro partido contra un rival de Primera.
El partido lo tuvo todo, remontada incluida. El Sporting tuvo que darle la vuelta al marcador, porque empezó perdiendo con un gol que llegó con mala fortuna y, desde luego, inmerecidamente. Estaba siendo mejor en todo a un rival de otra galaxia, aunque sin gol. El fútbol le tenía reservado el premio, que llegó con dos tantos espectaculares de Djuka y Bogdan, para dejar en anécdota el tanto de Albiol.
El Sporting salió al campo liberado de complejos y sin presión. Lo demostró dominando desde el primer momento, con El Puma, tremendamente enchufado, superando una y otra vez a Mario Gaspar, mientras Bogdan hacia lo propio en alguna ocasión por la otra banda. El ucraniano tuvo, precisamente, la gran ocasión para adelantar a los rojiblancos en la primera parte. Fue en una jugada de pizarra: un corner sacado en corto que Pedro Díaz puso impecable al segundo palo, por donde entraba Bogdan que, con toda la portería para él, chutó por encima del larguero.
Generoso en el esfuerzo, encomiable en la presión, ordenado y con las ideas claras, el Sporting no sufría. Apenas inquietaba el Villarreal, incapaz de superar el entramado defensivo rojiblanco, más allá de algún disparo flojo de media distancia.
El público aplaudía los méritos, con ovaciones tan cerradas como la que se llevó Gaspar cuando, tras perder un balón, se dejó la vida para cortar la jugada de ataque del equipo amarillo. También hubo reconocimiento para Christian Rivera, que en la semana en la que más se ha echado de menos a Javi Fuego demostró que, si las lesiones le respetan, tiene capacidad para ser un jugador diferencial en la categoría.
El Sporting acabó la primera parte en el área del Villarreal, en un tiro forzado de Gaspar que se estrelló en el cuerpo de un futbolista visitante, con Nacho Méndez intentando rematar a portería un rechace inesperado.
Tras el descanso, el Villarreal vivió sus mejores minutos. Un centro de Moi Gómez que Rivera en el primer palo no acertó a despejar de cabeza lo convirtió en gol Albiol, en una jugada de mala fortuna pero en la que posiblemente el Sporting podía haber hecho algo más. Pudieron ampliar la diferencia primero Trigueros, con un disparo al lateral de la portería, y luego Alberto Moreno, que tras tirar una pared con Jakcson en el área se encontró con una gran parada de Mariño con la pierna.
David Gallego retiró a Berto, que había realizado un gran trabajo pero no había generado apenas peligro, y dio entrada a Djuka. Y, cumpliendo con la tradición, el serbo-montenegrino se sacó de la chistera uno de esos goles imposibles que acostumbra a meter, prácticamente en el primer balón que tocaba. Un saque de portería de Rulli le cayó al delantero rojiblanco, que desde una posición totalmente escorada, lejísimos de la portería, le pegó bombeado aprovechando que el guardameta estaba fuera del marco. Rulli llegó a tocar, pero no pudo evitar el empate.
El Sporting se creció a partir de ese momento. Se lanzó a por la victoria, que llegaría cuando en el minuto 87 Bogdan se desquitaba del gol fallado en la primera parte aprovechando una gran apertura de Aitor García, que dejaba al lateral solo delante del portero. Control orientado perfecto y definición impresionante, con un derechazo a la escuadra contraria de la portería de Rulli. El Molinón explotaba de euforia y rugía, hasta el pitido final, con una intensidad que hacía tiempo que no se recordaba.
Las alegrías que le niega en La Liga, el Sporting se las está dando a su gente en la Copa. El equipo gijonés lleva dos meses y medio sin ganar un partido de Liga en casa; desde entonces sólo ha vencido en los partidos coperos. Contra Ceares y Alcorcón lo hizo ramplonamente; ante el Villarreal de forma brillante. Jugando así, otro gallo cantaría en La Liga. Aunque un triunfo así ya le da realce a una temporada tan gris.
David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...