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Respeto, respeto y más respeto

La firma de Ángel Revaliente

Ángel Revaliente, articulista de radio Jerez Cadena SER / Radio Jerez Cadena SER

Jerez de la Frontera

Días pasados, con motivo de las fiestas de Reyes, me cuestionaban en un medio televisivo digital por mis peticiones al Rey Melchor en el terreno deportivo. Y contesté que no pedía éxitos, porque estos no llegan por arte de magia sino que lo hacen a través del trabajo y del esfuerzo, añadiendo que, en el deporte colectivo, tenía igualmente que estar acompañado de una buena gestión desde la gerencia administrativa y obviamente desde la parcela deportiva, con los dirigentes técnicos al frente. Añadía, eso sí, que a los Magos de Oriente se les podría pedir que en momento puntuales, donde la suerte tiene influencia, ayudasen a que el balón entrase en la puerta en lugar de dar en el palo para que, de dicha manera, todos los equipos, de cualquier modalidad, pudiesen cumplir con los objetivos propuestos para este año 2022 en cuyos albores nos encontramos.

Por todo ello expuse a los que guiados por la estrella adoraron al Niño Dios en Belén que lo que querría es que esparciesen la palabra respeto entre aficionados, directivos, entrenadores, jugadores o deportistas individuales para que, a través del mismo, llegase la coherencia para que cada cual mire para su casa y se olvide de la otra, para que en los aposentos de cada familia la convivencia sea la adecuada a pesar de que cada cual tenga sus sentimientos de colores futbolísticos puestos donde les dicte su corazón y sean diferentes a los de uno y no exista por amor a un escudo u otro un enfado que alcance a padres, hijos, sobrinos, vecinos o incluso a desconocidos a los que, haciendo un mal uso de una herramienta tan fantástica como son las redes sociales, vestimos de limpio, como coloquialmente decimos por estas tierras, y ponemos a caer de un burro por el mero hecho de no estar de acuerdo con su forma de pensar o sentir, como si un católico se viese en la necesidad de negarle el pan y la sal al amigo que profesa otra religión distinta.

Respeto también de los deportistas y de los dirigentes hacia ellos e, igualmente, lo ampliaba a esos padres y madres que tienen a hijos militando en equipos cantera para que den ejemplo, ya que es el espejo donde se miran los pequeños, y dejen de pensar en un futuro con un Leo o un Cristiano y se preocupen más de inundar de valores a sus vástagos y no de llenarles la cabeza de fantasías, ya que el que tenga que llegar a ser profesional llegará sin necesidad de escuchar a sus progenitores proferir gritos, insultos o amenazas cuando no de verlos pelearse con alguien del equipo contrario, ofreciendo una escena de la que el deporte de formación debe estar alejado.

Ese respeto, empero, se rompió el pasado domingo en Guadalcacín, y seguro que, desgraciadamente, en muchos otros campos de este país que se sigue llamando España, por el mal comportamiento de dos jugadores, por los nervios de otros y por aquellos desaprensivos que saltaron al campo para implicarse en una pelea que lo único que ha servido es para diezmar las filas de los unos y los otros, el Bollullos, y para que el equipo local tenga que buscar un campo en el que jugar ya que el Fernández Marchán se ha cerrado.

También el respeto lo ha perdido el serbio Djokovic intentando engañar a las autoridades deportivas y gubernamentales de Australia para jugar sin cumplir las leyes impuestas en el país oceánico por mor de la pandemia que seguimos padeciendo y sufriendo. Y también el escaso respeto que a la competición del grupo X de la Tercera RFEF está mostrando la RFAF con doce partidos, por ahora, aplazados por las infecciones en determinados equipos, lo que propicia una adulteración clara de la competición, igual que se adulteró la pasada fase de ascenso. Si hay que suspender partidos en masa se paraliza la liga y todo el mundo compite en igualdad de condiciones. Por ejemplo, por lo que nos afecta, el Xerez CD va a jugar en Cartaya tras un mes sin hacerlo y ante un rival que ya ha disputado 180 minutos en este mes de enero. Increíble pero cierto.

Y así podría continuar pidiendo ese respeto que, desafortudamenente, no ha llegado como regalo de reyes. Esta vez los Magos han errado, aunque aún tienen tiempo de rectificar. Ojalá lo hagan por el bien del deporte. Espero que a los que habéis tenido el atravimiento de llegar hasta aquí con la lectura los Reyes os hayan dejado lo deseado.

 
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