Negacionismo y cambio climático

Albacete

¿Recuerdan a Thomas Robert Malthus? En su Ensayo sobre el principio de población (1798) alertó de que, mientras esta aumentaba en proporción geométrica, la producción de alimentos lo hacía de forma aritmética. Disparó la alarma y dibujó un panorama negro: alimentos escasos y salarios bajos debido al exceso de mano de obra empujarían a la pauperización. Hace 50 años, el primer informe emanado desde el Club de Roma, Los límites del crecimiento, advirtió la existencia de unas barreras naturales y ambientales a la expansión del industrialismo y del consumo masivo muy peligrosas para el futuro. Antes, en 1934 el humanista marxista Antonio Gramsci auguraba una revolución, estrictamente generada por las aplicaciones técnicas y basada en el desarrollo económico capitalista.

Estos casos anticiparon el Cambio Climático Antropogénico, la alteración que experimentan los diversos climas terrestres por el sobrecalentamiento global causado al acumularse en la atmósfera ciertos gases emitidos cuando quemamos combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas). Las primeras noticias apuntaban que su causa podría atribuirse a actividades humanas. Aparecieron grupos ambientalistas radicales que expusieron sus hallazgos con tintes catastrofistas, creyendo que así movilizarían a una sociedad que suponían apática. Pronto comenzó el contraataque de diversas organizaciones, apoyadas por corporaciones industriales, que buscaron argumentos para negar que el fenómeno pudiera atribuirse a las emisiones humanas.

La atención mundial creció exponencialmente ante la 21ª Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático convocada en Paris con el propósito de alcanzar acuerdos que mitigaran el problema. La Ciencia ya no alberga ninguna duda razonable, pero una parte de la sociedad aún recela. Cabe preguntarse por qué el Cambio Climático continúa siendo un debate socio-político. Acaso admita comparación lo ocurrido con la Teoría de la Evolución de las Especies. Los ilustrados más radicales esgrimieron la teoría darwinista para combatir el cándido creacionismo defendido por muchas religiones, lo que provocó un acalorado debate.

Sabemos ya bastante del Cambio Climático Global como para comprender su causa esencial y ofrecer solventes proyecciones sobre su evolución. Estamos alterando el equilibrio natural mantenido a lo largo de cientos de milenios. La magnitud de las futuras alteraciones del clima estará condicionada al ritmo con que sigamos consumiendo combustibles fósiles y sus consecuencias sólo podrán mitigarse acordando recortes de emisiones con los que la economía global podría continuar creciendo, aunque a un ritmo muy poco menor. Pero tales efectos sobre el crecimiento económico global no se distribuirían por igual entre todos los países. Por eso habría que arbitrar mecanismos de compensación. Por otro lado, el crecimiento relativo de la población sigue aumentando con rapidez. ¿Cuántos habitantes puede admitir la Tierra? Todo depende de a qué ritmo consumamos los recursos y de los cambios tecnológicos para mantener el nivel de consumo energético, que es el elemento clave.

El cambio climático es la mayor amenaza para la existencia humana y es creciente. Sus consecuencias apuntan a un final como el de los dinosaurios. Es el argumento de la reciente película No mires arriba. Pese a ello, la humanidad no parece estar interesada en salvarse, como ilustra el estrepitoso fracaso de la reciente cumbre de Glasgow. Los avisos han sido ignorados por la pujante ideología neoliberal. Durante estos últimos 50 años el consumo humano se ha triplicado y seguimos mirando hacia abajo. Así las cosas, la Humanidad las va a pasar canutas.