Cuando fragmentos de cerámica te cuentan historias: Vega Baja sigue hablándonos del Toledo que fue

Toledo

Hemos tenido que esperar para conocer los resultados de la campaña arqueológica en la parcela R-3 de Vega Baja, Toledo, iniciada en 2006, interrumpida por la crísis económica y reiniciada, con apoyo económico de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, entre 2017 y 2020, pero ha merecido la pena.

Yolanda Peña, arqueóloga directora de esos trabajos, -iniciados junto al arqueólogo Javier Gómez Rojo-, profesora actualmente del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UNED, ha participado en el programa "Hoy por hoy Toledo", donde ha compartido detalles de los hallazgos, tras publicar este mes de enero el informe: "La importancia de la producción cerámica en el Toledo romano y altomedieval; materiales encontrados en Vega Baja", que se puede consultar en el blog Cultura en Red del gobierno castellanomanchego. Fragmentos tangibles de cómo se vivía en Toledo cuando se llamaba Toletum o Tulaytula.

Esta parcela R-3 se encontraba en el extrarradio de la ciudad y basicamente, guardaba bajo tierra los vertederos de la ciudad, cargados de información. Tuvo un intenso uso desde mediados del siglo I d.C. hasta la época emiral. Miles de piezas cerámicas que nos hablan de la existencia de un alfar, de una posible fábrica de vídrio (por los restos de crisoles necesarios para elaborar vídrio encontrados en lo que fue un vertedero) o de la conexión entre Toletum y Lucis Augusti (Lugo) de donde llegaron los 7 platos de barniz rojo que imitaban el estilo pompeyano hayados.

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Pero también se toparon con otras sorpresas, como un pozo de planta cuadrada y casi 3 metros de profundidad, datado en el s. I, que pudo tener un uso ceremonial y en cuyo interior recogieron más de 3.000 fragmentos correspondientes a no menos 200 recipientes como lucernas o cerámicas. O los restos de piezas andalusíes y la caja de una noria de tiro islámica con 102 recipientes, un 30% cerámica de mesa de uso doméstico, y un cuenco alto casi completo con una decoración que no se había encontrado hasta ahora en ningún lugar de la meseta.

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El arrabal fue abandonado por la llamada ciudad alta a mediados del s. VIII d.C. y no guarda restos arquitectónicos o monumentales de la época visigoda (más allá de restos de 2 viviendas y una calle)  pero el fruto de aquellas excavaciones nos habla de la vida cotidiana de los toledanos de cada época, de los utensilios que usaban, las técnicas utilizadas, lo que comían y hasta la fauna que compartió con ellos espacio y tiempo.

Y aunque no se puede afirmar al 100%, Yolanda Peña considera viable que estuviera aquí precisamente el primer asentamiento islámico de la ciudad, cuando todavía no era Tulaytula. La arqueóloga considera muy probable que el general bereber Tariq Musa, conquistador de la península en el s. VIII, responsable de la caída del reino visigodo, instalará justo aquí su primer asentamiento antes de mudarse intramuros, de "subir a Toledo" que diríamos hoy en día.

Como escribe Vicente Olaya en un artículo publicado este fin de semana en El País, titulado "El vertedero visigodo de Toledo se convierte en un tesoro arqueológico": "Todo comenzó en 2006 cuando el Ayuntamiento de Toledo aprobó urbanizar 220 hectáreas a los pies de la ciudad imperial en una zona llana llamada Vega Baja. Un total de 1.698 viviendas de cemento y cristal acabarían así con los últimos terrenos sin construir de la capital a orillas del Tajo. Pero surgió un problema: justo donde estaban previstos los pisos, el rey Atanagildo, entre 555 y 557, había diseñado la sede regia del reino visigodo, por lo que los restos de aquellos palacios, basílicas, calles o talleres que él comenzó a erigir impedían el progreso urbanístico. Por eso, tal y como exige la legislación, había que emprender una campaña arqueológica".

En el Museo de los Concilios y la Cultura Visigoda, en la antigua iglesia de San Román, Toledo, se han incorporado algunas piezas procedentes de esta campaña arqueológica en "la última esquina, al final del campo arqueológico de la Vega Baja", como apunta Peña, remarcando toda la información extraída (y por extraer, porque no toda está procesada) de una pequeña parcela de 3.000 metros cuadrados de una superficie que supera los 200.000 metros cuadrados. La arqueóloga ha afirmado que "por su potencial hstórico es un yacimiento único en España y Europa, y el arquitectónico lo desconocemos todavía".

¿Volverán las excavaciones? -preguntamos- Yolanda duda: "no depende de mí". Insistimos: ¿Deberían volver?, y entonces ella responde: "por supuesto, aunque no sé sería preferible seguir excavando o dedicarnos al estudio de lo ya encontrado". Quedan fragmentos de historia por interpretar.