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La siguiente es una historia de narcos, policías, jueces y confidentes. Una historia de corrupción, drogas, asuntos internos y miles de horas de escuchas telefónicas. El Caso Macedonia. La que iba a ser la gran causa dentro de las fuerzas de seguridad en Catalunya y que acabó siendo la historia de una persecución.
El Caso Macedonia empieza en 2009 en el Juzgado de Instrucción nº1 de Barcelona. El juez Joaquín Aguirre prometía acabar con la corrupción policial vinculada al tráfico de drogas. La trama estalla cuando la Guardia Civil intercepta un coche cargado con 40 paquetes de un kilo cada uno. Se cree que es cocaína.
Aguirre es un juez veterano de Barcelona. El Caso Macedonia se vuelve su caso estrella. Está convencido de que los distintos cuerpos policiales (Policía Nacional, Mossos d'Esquadra, Guardia Civil) están sumergidos en una trama de corrupción con los narcos de la zona.
Carbajo es un histórico confidente de las fuerzas de seguridad. En torno a él y a sus relaciones con los distintos cuerpos policiales gira toda esta trama.
Aguirre cree que Carbajo tiene comprados a los agentes, desde el más raso hasta el cargo más alto. Duda de todos. Y, en concreto, duda del trabajo de Josep Luis Trapero, en ese momento jefe de investigación de los mossos d'Esquadra.
La causa del juez Aguirre se va diluyendo como un azucarillo. El desarrollo de la investigación no está de su lado y, aunque imputa a gran parte del departamento de investigación de los mossos, el gran caso se deshace y acaba apuntando a un sólo nombre: José Ranea, un agente que también se veía con Carbajo.
El subinspector de los mossos de Vilanova i la Geltru tiene una dilatada experiencia en el trabajo con confidentes. Todos le definen como un policía de calle, de los que salen en las películas.
El 15 de octubre de 2010 el subinspector Ranea es detenido en su propia comisaría.
Ranea pasa dos meses en prisión provisional. Comparte espacios con presos que él mismo llevó a la cárcel. Él lo recuerda así.
En horas y horas de escuchas telefónicas. Asuntos Internos había pinchados sus teléfonos y había concluido que Ranea estaba a sueldo de los narcos de la zona de Barcelona. Se le acusa de ser el brazo policial que da cobertura a la trama: él supuestamente daba información a la banda a cambio de dinero y regalos. Piden para él 11 años de cárcel.
De las miles de llamadas registradas, Asuntos Internos sólo había incluido en los informes unas grabaciones concretas que inculpaban a Ranea, desechando las llamadas que le exculpaban. Y esto el subinspector lo descubre porque él mismo se pone a escuchar miles de llamadas grabadas. Empieza el caso de su vida.
Más de una década después del inicio de la instrucción, el caso llega a la Audiencia de Barcelona. Declaran, entre otros, los agentes de Asuntos Internos que le han investigado, el propio José Ranea o Josep Lluís Trapero.
En septiembre de 2022 Ranea es absuelto de todos los cargos. Pero ya nada es como antes.
La sentencia apunta directamente a lo que se había hecho desde los órganos policiales y judiciales con el agente Ranea. La imagen de los mossos queda tocada y el departamento de Asuntos Internos es depurado.
Dirección y producción: Aimar Bretos y Víctor Olazábal
Locución: Aimar Bretos
Redacción y montaje: Víctor Olazábal
Diseño y dirección de arte: Álvaro Calzado
Maquetación: Laura Zamorano
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