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Karikó, Weissman y Langer, padres de las vacunas contra el covid, premios Fronteras del Conocimiento

Aunque su trabajo más reciente ha sido el desarrollo de vacunas contra el virus del SARS-CoV-2, el jurado afirma que “este campo ha abierto las puertas a muchas posibilidades”, como las enfermedades autoinmunes, el cáncer o los trastornos neurodegenerativos

¿Dónde están las fronteras del conocimiento en el mundo en Biomedicina y Biología?

Bilbao

El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Biología y Biomedicina ha sido concedido en su decimocuarta edición a Katalin Karikó, Robert Langer y Drew Weissman por, según el jurado, sus contribuciones a las terapias de ARN mensajero, la tecnología de transferencia que permite a nuestras propias células producir proteínas para la prevención y el tratamiento de enfermedades. Aunque el ejemplo más reciente derivado del trabajo de los premiados ha sido el desarrollo de vacunas contra el virus del SARS-CoV-2, Virginia Arechavala-Gomeza, PhD, experta en terapias de ARN  y Ikerbasque Research Professor, ha admitido en Hoy por Hoy Bilbao que “este campo ha abierto las puertas a muchas posibilidades”, como las enfermedades autoinmunes, el cáncer, los trastornos neurodegenerativos, las deficiencias enzimáticas y otras infecciones víricas.

El primer paso hacia la creación de las terapias de ARN mensajero lo dio Langer, catedrático del Instituto Tecnológico de Massachusetts, al demostrar que era posible encapsular en nanopartículas moléculas de ácidos nucleicos, como el ARN, y transferirlas al interior del cuerpo de forma segura. Posteriormente, Karikó y Weissman, catedráticos en la Universidad de Pensilvania, descubrieron cómo modificar las moléculas de ARNm para usarlas como agente terapéutico sin que el sistema inmune humano las destruyera. En otras palabras, “tres investigadores que haciendo cosas pequeñas, a las que hace unos años nadie daba ninguna importancia, han conseguido complementarse los unos a los otros para crear esta tecnología”, ha explicado Virginia Arechavala-Gomeza.

Langer y Karikó trabajan para Moderna: “En un principio lo que planteaban era algo rompedor. Era hackear al cuerpo para poder utilizar los mensajes que enviamos de una parte a otra de nuestras células para crear otra cosa”. En este caso, “avisar a las células de que va a haber un virus y que este no sea reconocido como una amenaza”.

Y ha insistido en la determinación para seguir adelante a pesar de las dificultades: “El objetivo de Karikó era utilizar el ARN para codificar una proteína terapéutica que se pudiera administrar a pacientes con ictus o infartos. Toda la investigación que le llevó años al final derivó en la cura del coronavirus”.