"¿A quién apoyáis?": la reflexión que Jorge tuvo que afrontar tras matar ETA a su padre, José Giménez Mayoral

En el capítulo 43 de La Ventana de la Memoria, hemos recordado al capitán retirado de la Guardia civil y jefe de la oficina que expedía la carta verde, para cruzar la frontera, en la localidad de Behobia. El sábado 9 de octubre de 1982, minutos antes de las siete de la tarde, al salir de trabajar, y cuando iba a la parada del autobús, dos terroristas se le acercaron por la espalda y le dispararon a quemarropa. José recibió un impacto en la cabeza y otro en la tráquea y falleció casi en el acto.

Ese día, Jorge Giménez Bech, uno de los hijos de José, estaba en la sede de Euskadiko Ezkerra preparando la próxima campaña electoral. Jorge recuerda en 'La ventana de la memoria' cómo llegó un voluntario de la Cruz Roja preguntando por él, "y tuve un fogonazo de presentimiento" de que algo le había ocurrido a su padre. Le llevaron al domicilio donde vivía en Irun y en el portal se encontró a su hermano y su madre abrazados. Entonces, su madre le hizo una pregunta que le marcaría de por vida: "¿A quién apoyáis?". "Lo hizo de una manera muy maternal, ni me rechazaba ni me expulsaba de su dolor, simplemente me hacia una llamada de atención, mirándome muy directamente a los ojos y muy escueta", explica. "Esa pregunta ha estado dentro de mí estos 40 años, ha dirigido mi reflexión personal hasta llegar a una conclusión insultantemente obvia y a la que, seguramente, debería haber llegado hace tiempo: ningún objetivo de ningún tipo justifica la vileza de un asesinato en ninguna circunstancia y toda la parafernalia ideológica que se construye para amparar esas conductas no solo es falaz y débil intelectualmente. sino que es ruin, es lo más radicalmente inhumano e inmoral que existe".

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Jorge militó durante años en EIA, el partido creado por ETA político-militar, que luego se integraría en Euskadi Ezkerra. Eso explica la reacción que le provocó la pregunta de su madre. "Esa pregunta me interpela a mí mismo", reconoce, "durante una parte de mi vida. Yo estuve muy cerca de una organización que practicaba el terrorismo. Aunque cuando ETA asesinó mi padre ya hacía tiempo que estaba frontalmente opuesto a esas prácticas, no puedo olvidar que durante un tiempo yo viví en las entrañas de la bestia".

Jorge Giménez Bech es, en la actualidad, un escritor, editor y traductor de reconocido prestigio. Dirige la editorial Alberdania y ha sido presidente de la Asociación de editores vascos. En ese entorno, nunca se ha sentido rechazado por su condición de víctima del terrorismo. "Lo que sí he sentido es una ambivalencia y una ambigüedad calculada, terriblemente dolorosa y moralmente insoportable". Describe la actitud del mundo de la cultura vasca, la euskalgintza, hacia el terrorismo como "en el mejor de los casos, equidistancia y en el peor, la justificación sin disimulo del terrorismo". Sin embargo, reniega de generalizaciones y recuerda el denominado "Manifiesto de los 33" del año 1980 y el del año 2000 bajo el título "El silencio no es cobijo", que él, entre otros, firmó.

De cara al futuro, espera "que se construya en base al reconocimiento mutuo y la reparación. Necesitamos volver a considerarnos una sociedad, dejar de pertenecer a bandos y banderías. Una sociedad en el que podamos hablar de nuestro pasado sin echar más sal en las heridas".

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Héroes de la retirada

Diez días antes del atentado de Behobia, el 30 de septiembre de 1982, se disolvió públicamente ETA político-militar. Ese momento histórico es analizado en el libro de reciente publicación 'Héroes de la retirada', que han coordinado los historiadores Sara Hidalgo y Gaizka Fernández Soldevilla. Este último explica en el programa que con el título se refieren a los políticos que facilitaron esa disolución: el entonces ministro del Interior Juan José Rosón, el secretario general de Euskadiko Ezkerra (EE) Mario Onaindia y el parlamentario de la formación Juan María Bandrés, "que sacrificaron su proyecto político personal en pro de un bien mayor, la pacificación". Fernández Soldevilla cuenta que el de la disolución es "un largo camino que empieza en 1974 con la separación en dos de ETA", que prosigue con la decisión de Pertur de crear un partido político "pero que este sea vanguardia, sea quien dirigirá al movimiento, un modelo inverso a ETA militar y HB" y que culmina con "una contradicción entre un partido político cada vez moderado y una banda que asesinó a 28 personas y la imposibilidad de conjugar a ambas estrategias".

Destaca asimismo dos hechos que desencadenaron el fin: "que Rosón invita a comer a Onaindia, se llevan bien y empiezan a dialogar; y, paralelamente, ETA empieza a matar políticos de la UCD, entre ellos a Ignacio Ustaran y Juan De Dios, y esos dos atentados revuelven las tripas de EE y están más propicios a escuchar una propuesta de disolución".

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En el libro, diferentes autores analizan distintos aspectos que rodearon a este proceso: el contexto de la Transición, cómo han terminado diferente bandas terroristas en todo el mundo, la trayectoria paralela de ETA-militar, etc.

La reflexión final de 'La ventana de la memoria' la firma el propio Giménez Bech, con un fragmento de la carta abierta que escribió después de escuchar a Otegi a las víctimas del terrorismo. "sentimos su dolor". La carta se titula "Lo que nunca se debió amparar".