Antonio Molina, el héroe que evitó una masacre de ETA en Navidades
El capítulo 45 de 'La ventana de la memoria' recuerda al guardia civil asesinado al parar en un control al 'Comando itinerante' de ETA, que planeaba atentar contra centros comerciales de Madrid en la Nochevieja de 2002
Capítulo 45 |Antonio Molina, el héroe que evitó una masacre de ETA en Navidades
17 de diciembre de 2002. El 'Comando itinerante' de ETA, formado por Gotzon Aramburu y Jesús María Etxeberria, acababan de cargar 130 kilos de explosivos en un Ford Escort en un descampado de Villalba. Luego se supo que, con ellos, pretendían cometer cinco atentados consecutivos en centros comerciales de Madrid en la tarde-noche de Nochevieja. No llegaron. En el camino, en Collado Villalba, en la N-VI, les dio el alto un control de la Guardia civil, que había sospechado de su actitud. Uno de los agentes, Antonio Molina, fue abatido a tiros por Etxebarria. En el tiroteo posterior resultaron heridos el otro agente, Juan Aguilar, y el etarra Aramburu. Etxebarria huyó, pero fue detenido horas después en San Sebastián.
El capítulo 45 de 'La ventana de la memoria' recuerda a Antonio Molina con su hermano Pedro, 12 años menor que él (15 cuando Antonio fue asesinado). Pedro le describe como "un guaperas. Le gustaba mucho cuidarse y era muy sociable". Su gran hobby, según su hermano, era su profesión. "Le encantaba ser guardia civil", explica Pedro, como lo fueron su abuelo, su padre, su tío y como lo es ahora él, pese a que su madre no lo quería, visto lo sufrido con el asesinato de Antonio y los años que pasó la familia en el País vasco, en los años de plomo. Pedro era muy pequeño entonces, pero recuerda que su hermano Antonio le contó que cuando en clase descubrieron que era hijo de guardia civil, "algunos compañeros le escupieron y le insultaron".
El 17 de diciembre de 2002, Pedro, que vivía en Melilla junto al resto de la familia, acababa de llegar del instituto y se conectó al ordenador para chatear con Antonio por messenger y hacerle una visita en vacaciones a Collado Villalba. "Ese día estuve con él antes de...de hecho, cortamos la conversación porque me dijo: Bueno Pedro, me tengo que cambiar, que empiezo servicio", recuerda. "Fue terminar esa conversación y le sonó el teléfono a mi cuñado, que había estado trabajando en Collado Villalba. Le llamó un compañero: 'José Miguel, nos han matado a Molina. Ha tenido un tiroteo en un atraco en una gasolinera y ha muerto'. Me quedé blanco, entré en desesperación y se me vino el mundo encima. El peor día de mi vida sin duda".
Veinte años después, el mayor consuelo que le queda a la familia es saber que la muerte de Antonio evitó muchas muertes de inocentes. "Pretendían una masacre. nunca sabremos la cantidad de vidas que pudo salvar, pero serán muchísimas", dice con orgullo su hermano. Por lo demás, en estas dos décadas, lamenta "nos ha cambiado la vida a todos, la forma de ver la vida. Para mí es mi Dios. Está presente en cada momento importante de mi vida. Y cada Navidad se revive. En mi caso, el sentimiento navideño está perdido".
Otros atentados frustrados en Navidad
Las Felices Navidades estuvieron a punto de ser trágicas por la acción de los terroristas en varias ocasiones. ETA concretamente planeó, al menos, tres atentados en plenas fiestas navideñas y en zonas muy concurridas. En el caso del 2002, en el que Molina perdió la vida, los 130 kilos de explosivos que transportaban Gotzon Aramburu y Jesús Mari Etxebarria iban a ser utilizados para cometer varios atentados escalonados en varios centros comerciales de Madrid el día de Nochevieja. Para hacernos una idea, la detonaciòn controlada por los TEDAX de esos 130 kilos provocó una onda expansiva que se sintió, no solo en Collado Villalba sino en el cercano Alpedrete. En muchas viviendas se sintieron temblores y se quedaron sin luz.
Un año después, el 24 de diciembre de 2003 la estación de Chamartín a primera hora de la tarde era un hervidero de viajeros que llegaban a la capital o marchaban para pasar la Nochebuena en familia. Ese era el escenario y la hora elegidos por los terroristas para activar dos maletas bomba: una con 28 kilos de titadine, otra con 20. Según contó el ministro del Interior, Ángel Acebes, ETA pretendía hacer volar por los aires el Intercity Irún-Madrid, que llegaba a la capital a las 3 y 12 de la tarde. Sus planes los frustró la Policía, al detener en San Sebastián a Garikoitz Arruarte, cuando portaba en un carro de equipajes una de esas maletas con explosivos, un cordón detonante, un temporizador, una pistola, una peluca y un billete para ese tren. Al detenerle, la policía sospechó y paró el convoy a las 11.30 horas cuando circulaba cerca de Burgos.
Esa fue la última vez que ETA puso la diana en esta fechas. Para la primera hay que remontarse a 1999. A Madrid también iban destinadas dos furgonetas bomba cargadas con 1.700 kilos de cloratita, preparadas en Francia y que fueron interceptadas por la Guardia civil en un control en Calatayud el 21 de diciembre de ese año. Una "caravana de la muerte", como la llamó el ministro del Interior de entonces Jaime Mayor Oreja, según el que el 'Comando Madrid' de ETA había pretendido volar la Torre Picasso, en el Paseo de la Castellana. El edificio era entonces el más alto de Madrid y en él trabajaban a diario 5.000 personas. El temporizador estaba programado para las 8 de la tarde. Con ese atentado, ETA pretendía retomar sus atentados tras la ruptura de la tregua que había declarado 15 meses antes.
Las víctimas "en los márgenes del relato"
La reflexión final de 'La ventana de la memoria' la firma la redactora del Diario vasco, Arantza González Egaña, Premio Fernando Delgado de periodismo de la Fundación de Víctimas del Terrorismo. Como periodista González Egaña cree que "tenemos el deber de reivindicar la memoria frente al olvido" y reivindica el compromiso de la profesión con la deslegitimación del terrorismo.
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Eva Domaika
Jefa de informativos en Cadena SER Vitoria. Presenta...