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El suicidio de José Santos Pico, víctima del 'Síndrome del Norte'

Recordamos al policía nacional destinado en San Sebastián con su viuda Eva Pato, para quien "ETA impulsó a mi marido a pegarse un tiro"

Capítulo 46 | El suicidio de José Santos Pico, víctima del 'Síndrome del Norte'

Capítulo 46 | El suicidio de José Santos Pico, víctima del 'Síndrome del Norte'

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El capítulo 46 de 'La ventana de la memoria' se acerca al lado más desconocido, por ocultado, del terrorismo. ETA también mató sin bombas o pistolas. Alcoholismo, divorcios, depresiones...son secuelas del estrés postraumático sufrido por muchos policías destinados en Euskadi y Navarra. La consecuencia más extrema del llamado Síndrome del Norte fueron los suicidios. Una de esas víctimas no reconocidas fue el policía nacional destinado en San Sebastián, José Santos Pico, que se quitó la vida con su arma reglamentaria en la cocina de su casa el 14 de enero de 1994.

La viuda de José, Eva Pato, es la encargada de recordar su historia y luchar para que el sufrimiento de su marido y el de toda la familia sea reconocido como enfermedad profesional y ellos como víctimas del terrorismo. Pato no tiene ninguna duda de que ETA fue la culpable de la muerte de su marido. "La única diferencia es que no le pegó un tiro en la nuca o no nos puso una bomba debajo del coche. Ellos vivían pendientes de si llegarían vivos a casa. ETA impulsó y ayudó a mi marido a pegarse un tiro".

Según Pato, José era un hombre extrovertido, pero la vida como policía en el País vasco (él era gallego de Betanzos) le hizo introvertido y reservado. Antes de suicidarse, llevaba meses deprimido. El bloque de viviendas para policías donde vivían, en Pasaia, había sufrido dos atentados y, además, ETA había matado a la hija de un compañero suyo, la niña Koro Villamudria, pese a que la familia se había trasladado a vivir a otro sitio para eludir la presión terrorista. Al final, el 14 de enero de 1994, José se suicidó en la cocina de casa, pegándose un tiro con el arma reglamentaria. Ese día había estado en el médico, porque le dolía el estómago. No le quiso contar a la médica lo que le pasaba por la cabeza. Ella le diagnosticó una hernia de hiato, pero le dijo que necesitaba tratamiento psicológico, que estaba mal. "Esa noche, de madrugada, llegó a casa, yo le pregunté qué tal estaba, me contestó que bien, pero fue directamente a coger el arma. Le pregunté si pasaba algo y él me dijo que nada. Esas fueron sus últimas palabras. Fue a la cocina y se pegó un tiro", recuerda su viuda.

"Lo declararon muerte natural", recuerda Pato. "Si el suicidio pasaba en el cuartel, le ponían que era en acto de servicio, pero si era en casa, era por enfermedad común. Eso significa que yo me quedé con tres hijos y un sueldo de 50.000 pesetas, en vez de el cien por cien, como si hubiera sido accidente laboral", relata.

"El Síndrome del Norte existe"

Miguel Ángel Cano es profesor de Derecho y Criminología en la Universidad de Granada. Lleva meses recorriendo España hablando con policías, guardias civiles y sus familias para escribir un libro sobre el conocido como Síndrome del Norte. "Yo lo defino como la situación de estrés continuo que, agentes de la autoridad, fundamentalmente guardias civiles, policías nacionales, locales y policía autonómica vasca, tuvieron que soportar durante años, no solo ellos sino también sus familias, como consecuencia de la presión terrorista vivida en el País vasco y Navarra, no solo en su trabajo, sino también en su tiempo de ocio, paseos, compras..."

Para Cano, no hay duda de que el Síndrome existe. Él lo ha comprobado en las entrevistas que ha mantenido. "Que un agente de la autoridad, que pude tener 60-65 años, contándome su experiencia en el País vasco en los años 70 u 80 arranque a llorar y tenga crisis de ansiedad, es que lo ha tenido que pasar realmente mal". Las secuelas, añade, las siguen sufriendo en la actualidad. Veinte años después, esos agentes "se sientan al final del todo en el autobús o no dan la espalda a la puerta cuando están en un bar", comenta. Y cree que debería ser reconocido como enfermedad profesional.

La reflexión final del programa la firma Francisco Zaragoza, presidente de la Asociación de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado Víctimas del Terrorismo (ACFSEVT), sirvió en Euskadi y ha sobreviviendo a tres atentados con bomba. Él ha sufrido en sus propias carnes algunos de esos problemas y trabaja con su asociación para que el Síndrome sea reconocido como enfermedad profesional. "Quienes mostraban debilidad y miedo eran tratados de cobardes y borrachos por mandos y jefes o amenazados con correctivos, como si no hubiera ocurrido nada extraordinario como el hecho de haber sufrido un atentado terrorista. Era mejor ocultar el problema que tratar de solucionarlo".

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Eva Domaika

Eva Domaika

Jefa de informativos en Cadena SER Vitoria. Presenta el informativo diario ‘La ventana Euskadi’. Si...

 
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