De fiesta con auriculares en Hernani; las discotecas "silenciosas" llegan a Euskadi

San Sebastián

Aitzol Torrecillas, propietario del bar "La Bodega" de Hernani, llevaba tiempo buscando una fórmula para seguir ofreciendo una buena oferta de ocio nocturno en su local sin perturbar el descanso de los vecinos, con los que ya había tenido problemas por el ruido. El detonante llegó el pasado 17 de febrero, cuando recibió una carta del Ayuntamiento de la localidad instándole a que dejara de poner música a partir de las 22.00h. Fue en pleno carnaval. "Sin poder poner música, el bar estuvo casi vacío. Tuve que cerrar el local ese fin de semana", nos cuenta. Así que se puso a buscar ideas: "Empecé a mirar videos en youtube, en google, y dí con las llamadas discotecas "silenciosas", que estaban triunfando en ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia".

No se lo pensó dos veces, y tras ponerse en contacto con una empresa distribuidora, puso rumbo a la capital del Turia, y se hizo con 200 auriculares. "Compré de sobra por si alguno se rompe o falla". Se trata de unos dispositivos inalámbricos en los que cada cliente puede elegir el tipo de música que quiere escuchar; rock, techno o reguetón. Cada uno de ellos vinculado a un color; rojo, verde o azul". Las canciones siguen una playlist que no se puede saltar, pero "sí se puede ajustar el volumen del sonido", explica Torrecillas. Así la pista luce en verde, azul o rojo, y "cualquiera puede saber por el color de los auriculares qué música está escuchando la persona que tiene al lado".

Manos a la obra, en un fin de semana Aitzol puso en marcha la experiencia, no sin antes recibir todo tipo de advertencias. "Cuando les conté la idea, mis amigos me dijeron que estaba loco, que iba a hacer el ridículo, como iba a funcionar algo así... Y mira, hasta hoy, no me puedo quejar, la gente ha reaccionado muy bien y cada vez viene más gente al local", añade satisfecho.

Una nueva forma de ocio nocturno, en el que la música deja de sonar por los altavoces a partir de las 10 de la noche. "A esa hora desalojo el bar, y abro la discoteca, repartiendo auriculares a todo el que entra desde ese momento, eso sí, llevamos un recuento para que nadie tenga la tentación de llevárselos". El que viene por primera vez "se sorprende, claro", pero "luego repite". Y es que la experiencia es muy diferente a la de bailar escuchando la música a través de los altavoces de un local. "Con los auriculares te sumerges ahí mismo en tu esfera, es una experiencia inmersiva", defiende.

Aitzol lo tiene claro, ha merecido la pena; "Ha sido muy beneficiosos para el local, lo he podido mantener abierto, y la clientela ha respondido". Y ahora es a él a quién piden consejo desde otros establecimientos. "Me han llamado hosteleros de otros sitios para preguntar por la experiencia, y yo les contesto que a mí me ha funcionado", zanja.

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"La Bodega" ha sido pionera, es la primera discoteca silenciosa de Euskadi, veremos si le siguen otras.