Residencias de mayores en huelga: "Es como si fuera una cadena de producción y se nos olvida que son personas"

"Queremos un trato digno: no somos animales, ni tornillos, esto no es una cadena de producción. Hay una edad en la que parece que eres un estorbo y lo que yo no quiero para mi familia no lo quiero para otras personas". Así de contundente resume Idoia Alonso, auxiliar de enfermería de la residencia la Encina en la localidad de Artziniaga, las condiciones en las que trabajan. Idoia es un de las 1200 trabajadoras, la mayoría mujeres, que trabajan en las residencias privadas del territorio cuidando y atendiendo a nuestros mayores.

Llevan casi 4 años con protestas y reivindicaciones para solicitar mejores condiciones a la hora de desempeñar su labor. "No podemos dedicarles el tiempo que necesitamos y las trabajadoras caen de baja porque hay sobresfuerzo", nos cuenta María Pancorbo, auxiliar de enfermería en la residencia Ariñez. Las trabajadoras insisten en que se da la atención básica a las personas pero denuncian que es una contrareloj constante. "En 8 minutos no te da tiempo a dar la atención y si te pasas de tiempo te llaman la atención", nos cuenta Idoia. Sandra Temprano, compañera de María insiste en que las personas a las que atienden "se merecen mucho más" de los que las trabajadoras pueden ofrecer. "Es como si fuéramos su familia y necesitan contarnos las cuestiones que les preocupan", añade Idoia.

Sandra y María también denuncian que, en muchos casos, las bajas no se cubren y que no hay una enfermera 24 horas en la residencia, lo que obliga a las auxiliares de enfermería a tener que decidir si un asunto sanitario es grave o no. "A veces llamamos al 112 y nos dicen que no es grave pero nos cubrimos las espaldas", nos cuentan.

Roland Alarcón, trabaja en mantenimiento en la residencia Domus VI Gazalbide. El trabajo de mantenimiento ha ido a más. "Te tienes que organizar y hay que priorizar los temas que tengan que ver con la seguridad de los pacientes", nos cuenta, pero nos habla del estrés que hay para atender las incidencias que pueden surgir en las 200 habitaciones que hay en el centro.

¿Por qué en Bizkaia y Gipuzkoa sí?

Las trabajadoras alavesas llevan casi 4 años movilizándose para conseguir un convenio provincial y mejorar sus condiciones. Ahora mismo se rigen por el convenio estatal y sus sueldos medios rondan los 1100 euros. "Tenemos trabajo pero no llegamos a fin de mes, somos trabajadores y pobres", nos señala Idoia. Además, dicen sentir "mucha rabia y frustración" al ver que sus movilizaciones no dan frutos y al compararse con las compañeras de Bizkaia y Gipuzkoa, que tienen mejores condiciones porque cuentan con convenios propios. " ¿Por qué cobran 400 euros más y trabajan 200 horas menos que nosotras", se preguntan. "Cuando le preguntamos a la patronal nos dicen que no nos podemos comparar", señala Roland. "No llegamos con el sueldo; hay que hacer malabares", apunta María.

Sobre la convocatoria de huelga, denuncian los "abusivos servicios mínimos" que se les marcan. "Hay mucho miedo por parte de las trabajadoras: hay mucha gente migrante, mucha gente que no es fija y hay miedo", añade Idoia.