Joaquín Sorolla regresa a San Sebastián, de la mano del Museo San Telmo
La exposición 'Viajar para pintar. Sorolla en San Sebastián' trae las obras que el artista creó en la ciudad durante sus veraneos
Enrique Varela, Director del Museo Sorolla - Relevancia de San Sebastián en la vida de Sorolla
San Sebastián
Joaquín Sorolla viaja de nuevo a San Sebastián dentro de las actividades conmemorativas del centenario de su muerte. Con el fin de exponer un conjunto de obras del gran pintor valenciano en los lugares donde fueron realizadas, el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla han programado una serie de exposiciones con el título Sorolla. Viajar para pintar. La exposición de Donostia, organizada en colaboración con el Museo San Telmo, es la primera de este proyecto, y se presenta en la Sala Capitular del museo, del 17 de junio al 15 de octubre de 2023.
La finalidad de la exposición reside en que las obras puedan ser vistas en el mismo lugar donde fueron creadas y que, expuestas junto a los fondos del propio museo, se conviertan en un homenaje a quien en un periodo de treinta años veraneó de manera intermitente en la capital donostiarra. La comisaria es Acacia Sánchez Domínguez, técnico de museos del Museo Sorolla.
En la exposición se presentan 27 notas de color junto con 8 lienzos, además de alrededor de una treintena de fotografías de la época y algunos documentos. La mayor parte de las obras expuestas pertenecen a la colección del Museo Sorolla y de la Fundación Museo Sorolla, y a ellas se les han sumado tres óleos pertenecientes a la colección de San Telmo, donados por Rogelio Gordón. Las fotografías pertenecen asimismo a las colecciones de los archivos del Museo Sorolla y del Museo San Telmo, en este caso al Fondo González Galarza. La exposición está dividida en cuatro secciones: La luz del Cantábrico, Veraneante sin descanso, Interiores vascos y Últimos veranos.
Estos trabajos plasman la relación que el pintor valenciano mantenía con San Sebastián se remonta a 1889, año en el que la visitó por primera vez tras un viaje de regreso de París. Desde entonces y hasta 1921 viajó a San Sebastián, pintando cuadros al óleo, acuarelas, guaches y notas de color de los paisajes y la vida en la ciudad, todos ellos iluminados por la luz del norte que su maestría plasmó en suaves e infinitas tonalidades.
Sorolla y la sociedad donostiarra
El vínculo entre la ciudad y el pintor no se limitó únicamente al ámbito artístico o de veraneo turístico; lo cierto es que el pintor se integró bien en la sociedad donostiarra. Se conoce su activa participación en las numerosas actividades de la ciudad y en especial en las tertulias diarias del Café Oriental del Boulevard en donde departía amistosamente con Darío de Regoyos.
Sus veranos donostiarras también le permitieron mantener su vieja relación con Ignacio Ugarte, José Salís o con el doctor Juan Madinaveitia, y desarrollar nuevas y sólidas amistades como lo fue Rogelio Gordón. Con el destacado médico, Sorolla mantuvo una sincera amistad durante toda la vida al igual que con Rogelio Gordón, entonces director de la Escuela de Artes y Oficios de San Sebastián, con el que además de compartir su pasión por el arte, mantuvo una cordial relación de respeto mutuo y colaboración que también se prolongaría hasta la muerte de Sorolla en 1923.
En este contexto, Sorolla encontró en la ciudad el lugar más adecuado en el que pintar sus pequeñas notas de color y así ejercer como el sagaz cronista social que fue a lo largo de toda su carrera. Estas notas son los testigos más fieles de sus estancias, y con ellas captó el espíritu progresista y optimista de la ciudad, muy en sintonía con el ideario del propio Sorolla. Concebidas como obras finales en sí mismas, tienen un gran valor por su autenticidad y constituyen la esencia misma de su pintura al ser el medio más directo del que dispuso para captar la realidad.