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El satélite vasco del tamaño de un microondas que fotografía fugas de metano

La empresa Satlantis ha lanzado con éxito este dispositivo para detectar fugas de metano

El satélite vasco del tamaño de un microondas que fotografía fugas de metano

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Bilbao

Las fugas de los gaseoductos vierten al año miles de toneladas de CO2 a la atmósfera. Son más habituales de lo que pensamos y, además, en puntos muy concretos. Algunas organizaciones ecologistas las califican como 'bombas climáticas'. La ONU ya trabaja para reducir en una década el 45 % de estas fugas. Desde esta organización internacional, ven esta meta como algo importante para frenar el cambio climático ya que consideran que "reducir el metano es la vía más eficaz para frenar el cambio climático". Además, según sus datos, cumplir este objetivo evitaría 260.000 muertes prematuras, 775.000 visitas a los hospitales relacionadas con el asma, 73.000 millones de horas de mano de obra perdidas por calor extremo y 25 millones de toneladas de pérdidas de cultivos al año. La última gran fuga se produjo en 2022, en las tuberías submarinas del Nord Stream I y II, con una ebullición de hasta 30 metros de diámetro.

En un afán para llegar a esta meta, la empresa Satlantis lleva años trabajando en la observación de la tierra. GEI-SAT es su misión para la detección de metano más precisa hasta ahora. En el parque tecnológico del campus de la Universidad del País Vasco en Leioa (Bizkaia), desarrollan cámaras fotográficas de alta precisión. Es más sus dispositivos de captación de luz pueden detectar fugas con hasta seis metros de precisión. El tamaño total del satélite es de 20 centímetros de ancho y 40 de alto. 'Solo' pesa 21 kilos. Por lo que las dimensiones son parecidas a las de un microondas, comparan para Radio Bilbao desde la compañía.

El lanzamiento se realizó en California, a bordo de un cohete que transportaba más satélites. Sus creadores no supieron nada de este aparato desde que salió de Alemania hasta que empezó a enviar a la tierra, una vez colocado en el espacio, los primeros datos. "Las emociones son muy fuertes porque puede que no funcione", explica aliviado el director de Tecnología de Satlantis, Aitor Conde. "Al final, son muchos años de trabajo en los que esperas delante de un ordenador, con las antenas apuntadas, para ver que responde".

El satélite en sí es "un reto" porque no solo se tiene que lograr que funcione la cámara, sino también, por ejemplo, que sea autosuficiente o que caiga una velocidad adecuada para que su vida útil sea la calculada. "Cuando está por 800 kilómetros de altura, el satélite puede tardar hasta 1.000 años en caer. Cuando se está a 600 kilómetros, al año puede caer uno o dos kilómetros. Esto hay que tenerlo muy en cuenta", agrega Conde.

Su compañero, Markel Aranberri, jefe de proyecto de GEI-SAT, concreta que el dispositivo se mueve por todo el mundo "al ser una órbita que va del polo norte al sur". A 500 kilómetros de altura, tarda 90 minutos en dar una vuelta al mundo, según sus cálculos.

Datos de observación

En definitiva, "lo que nosotros producimos son datos que vemos desde ahí arriba. Nuestra propuesta es que esa información se pueda poner en conocimiento de las instituciones y de un ecosistema de investigación, así como del sector privado para medición de biomasa en bosques, el control de aguas o la gestión de vertederos", explica el CEO de la compañía, Juan Tomás Hernani. "Esta tecnología abre una nueva mirada al territorio. Estamos muy en contacto tanto con el Gobierno Vasco, como con la Diputación de Bizkaia". Es más, recientemente han firmado un contrato con el programa Copérnico, el sistema europeo que vigila el medioambiente.

La directora de Estrategia, Eider Ocerin, explica a la SER el valor de este contrato: "Estas misiones contributivas aportarán nuevos datos de observación de la Tierra a este programa desarrollado por la Comisión Europea y de la mano de la Agencia Espacial Europea. Daremos respuesta a datos de corrección atmosférica, aportando información específica a diferentes usuarios. Así, podemos verificar zonas estratégicas, detectar metano en infraestructuras de gas y petróleo, y utilizar una combinación de datos en nuestro satélite".

Las empresas que se dedican al sector del gas son las primeras interesadas en conocer dónde tienen fugas, dónde tienen pérdidas económicas. En el caso de esta empresa vasca, "los mayores inversores de Satlantis son compañías del sector de los carburantes, una nacional y otra americana. Estos son algunos de los clientes que invierten en la compañía", reconoce Aranberri.

Gonzalo Loza

Gonzalo Loza

Periodista de Radio Bilbao. Informa sobre lo que ocurre en Bizkaia y Euskadi. Graduado en Periodismo...

 
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