ETA mata a Juan María Araluce, presidente de la Diputación de Gipuzkoa y defensor de los fueros
En el atentado también asesinó a su chófer, sus tres escoltas e hirió a una decena de transeúntes
Capítulo 53 | ETA mata a Juan María Araluce, presidente de la Diputación de Gipuzkoa y defensor de los fueros
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4 de octubre de 1976. Cuatro activistas de ETA armados con metralletas disparan casi un centenar de proyectiles contra el coche oficial en el que viajaba Juan María Araluce, presidente de la Diputación de Gipuzkoa, consejero del reino y procurador en Cortes, y contra el coche de la escolta. En ese atentado en la Avenida de la Libertad de San Sebastián fallecieron, además de Araluce, el conductor José María Elícegui, y los tres policías de la escolta: Alfredo García, Antonio Palomo y Luis Francisco Sanz. Los terroristas hirieron a diez transeúntes.
El capítulo 53 de 'La ventana de la memoria' recuerda a Araluce de la mano de una de sus nueve hijos, Maite, en la actualidad presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT). Maite recuerda a su padre como "una persona maravillosa, un padre increíble, un esposo estupendo, una persona muy inteligente. Era notario de profesión. De hecho fue el abogado más joven de España y tenía una enorme capacidad de trabajo. Luego era una persona muy recta, muy creyente y tenía la capacidad de amar a mucha gente". Como padre de nueve hijos que era, tampoco ahorra Maite en adjetivos: "Era muy recto pero muy generoso. Una persona con muchísimo humor y luego era un gran conversador. Las tertulias en mi casa eran larguísimas y fantásticas. Para mí era todo. Era un ejemplo a seguir. Me sentía muy segura con él. Vivía en una burbuja que luego estalló", comenta. "Cuando mi madre estaba asustada siempre ponía una nota de humor para tranquilizarla", añade.
Maite nunca pensó que a su padre podría pasarle algo, hasta aquel 4 de octubre de 1976. Ella recuerda con todo tipo de detalles lo sucedido. "Ese día", cuenta, "habíamos empezado el colegio ya. Estábamos comiendo en el comedor, que daba a la Avenida de la Libertad. Llamó mi padre para decir que tenía una entrevista, que iba a salir un poco más tarde y que empezáramos a comer y cuando estábamos comiendo, escuchamos unas ráfagas de metralleta. Nos levantamos todos del asiento y salimos corriendo a la terraza y pudimos ver todo el panorama. Vi que era mi padre, que era el coche de la Diputación, que detrás estaba otro coche, a gente gritando... Se me paralizó la vida. Salí corriendo para bajar a la calle. Mis hermanos intentaron impedírmelo, pero yo me colé y bajé. Y ya pude ver a mi padre dentro del coche". Esa imagen le viene una y otra vez a la cabeza décadas después.
Rezar un Ave María por los asesinos de su padre
Ese mismo día del atentado, su madre dijo a Maite y sus hermanos que tenían que perdonar de todo corazón a los terroristas, "y nos pidió, además, que rezáramos, por nuestro padre, los que le acompañaban y, sobre todo, por los que les habían asesinado, porque era a los que más falta les hacía para que se pudieran arrepentir en algún momento de su vida". Maite reconoce que al principio no fue capaz de hacerlo. "De hecho no fui capaz ni de llorar, de toda la rabia que tenía dentro", se sincera. "Tuvieron que pasar varios días hasta que, en la soledad de mi cuarto, pensando en qué hubiera querido mi padre, pensé que eso era lo que él quería. Y conseguí rezar un Ave María por los terroristas que los habían asesinado. Fue el momento en el que empecé a llorar y pude empezar a vivir otra vez. Pero fue muy difícil".
Tras el atentado, toda la familia se marchó a vivir a Madrid "porque el ambiente era terrible. La sociedad no reacciona como tú quieres. Fueron contadas las personas que nos arroparon. El resto cruzaba la calle como si no te conociera".
En la actualidad Maite Araluce preside la AVT, desde la que que reclama verdad y justicia para otras víctimas como ella. "Ahora estamos en un momento de blanqueo en el que ETA parece una víctima más y eso no es así. Reclamamos la verdad, la realidad de lo que ha pasado. Y que no se ponga el foco en los terroristas. Y Justicia, no venganza, que no cumplan un día más de cárcel, pero tampoco uno menos. Y, por último, las víctimas que desconocemos quiénes mataron a nuestros familiares, queremos saber y la única forma es por los propios terroristas. Si de verdad dicen que se han arrepentido, que colaboren con la Justicia" declara.
Asesinado por foralista
El retrato humano de Araluce estaría incompleto sin su dimensión política. Fue presidente de la Diputación de Gipuzkoa, consejero del reino y procurador en Cortes en los años 70, en los años finales del régimen franquista. Sobre su biografía política está a punto de publicar un libro el doctor en Historia contemporánea Juan José Etxebarria, autor también de 'La constitucionalización de la foralidad'. El volumen, cuyo prólogo firma Jon Juaristi, se titula 'Juan María Araluce, el defensor de los fueros asesinado por ETA'.
Etxebarria ha contado en 'la ventana de la memoria' que de Araluce le atrajo "que era una persona muy inteligente y un descentralizador en tiempos del franquismo, que consiguió mediante una moción en Cortes en 1975 desanudar el centralismo franquista". Etxebarria le define como "un tradicionalista con una visión muy religiosa de la vida. Pretendía que el régimen del 18 de julio tuviera una versión no totalitaria, no falangista, sino descentralizada". La fórmula mediante la que pretendía hacerlo era "la inserción de la foralidad en el entramado institucional", esto es, "recuperar los fueros y crear unas autonomías de raíz foral para el País vasco y Navarra". La tesis del historiador es que ETA asesinó a Araluce por esa razón. "ETA no podía admitir una autonomía inserta en el seno de la monarquía española. Lo convirtió en su enemigo y durante muchos años intentó matarle, hasta que en octubre del 1976 lo consiguió", defiende Etxebarria.
Cinco placas de recuerdo
Juan María Araluce, José María Elícegui, Antonio Palomo, Alfredo García y Luis Francisco Sanz cuentan en la actualidad con sendas placas que les recuerdan en el lugar en el que fueron asesinados. Fueron las primeras cinco placas que el Ayuntamiento de San Sebastián colocó en homenaje a las víctimas de todos los terrorismos en la ciudad. A día de hoy, el Consistorio ha colocado 27 placas por la ciudad, que, inspiradas en las existentes en Alemania para las víctimas de los nazis, "no son una simple baldosa, son algo mucho más sagrado: son un elemento memorial", en palabras del alcalde de la ciudad Eneko Goia, que cierra este capítulo. "El hecho de estar en el suelo hace que el que va caminando se fije e incline la cabeza, un pequeño e inconsciente gesto de respeto", explica.
Goia acaba mandando un abrazo a Maite, una de las viudas de los agentes asesinados en aquel atentado. "El día de la colocación de las placas, una de las familiares me mandó recuerdos de parte de la viuda de uno de los policías. Descubrí entonces que esa viuda era vecina de mi familia y que cuando yo me quedaba solo en casa de pequeño, iba a su casa y me cuidaba. Para mí fue una impresión descubrir que ETA habia asesinado a ese hombre y que cuarenta y tantos años después su viuda me mandaba recuerdos", cuenta el alcalde donostiarra.
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Eva Domaika
Jefa de informativos en Cadena SER Vitoria. Presenta el informativo diario ‘La ventana Euskadi’. Si...