La tradición de pedir y dar el aguinaldo es muy antigua. Recogemos como muestra, lo publicado en 1805 en el Diario de Madrid, editado entre 1788 y 1825. En un artículo firmado por “Un vascongado”, se relataba que “el aguinaldo o aguilando entre los vascos es voz pueril, que solo la usan los muchachos los últimos días del año, presentándose en tropel delante de las casas para pedir alguna cosa con la que entretener los dientes; y así es que profieren todos a una las expresiones siguientes: aguinac ausi-ta, aguinaldo. Hay costumbre de tirarles por las ventanas castañas, nueces, manzanas, avellanas, etc.” En los años cincuenta del pasado siglo y algunos años antes y después, era costumbre en las navidades que a algunos servidores públicos y a personas que desempeñaban ciertos oficios, se les diera el aguinaldo, que consistía en un regalo o gratificación. Entre otros, el cartero, el barrendero y la lechera -que repartía la leche por las casas-, entregaban en los domicilios una tarjeta felicitando las pascuas y el año nuevo. La gente en general era desprendida y les proporcionaba algunas monedas, unos dulces, o botellas de vino, de brandy, o de cava. En aquellos años muy pocos tenían teléfono, para poder felicitar a familiares y amigos mediante una llamada, por lo que el servicio de correos en época navideña, era muy utilizado para enviar cartas y tarjetas de felicitación, tanto de particulares como de empresas y de profesionales. Por ello uno de los mas favorecidos con el aguinaldo era el cartero, al visitar miles de domicilios. La Biblioteca Nacional de España (BNE) , conserva una bonita colección de tarjetas de felicitación de Navidad de la época, que se editaban en color con un diseño artístico apreciable y una minuciosa elaboración de los dibujos. Además de los profesionales indicados al principio, aparecen tarjetas de felicitación de otros gremios: el barbero, el ebanista, la modista, el pastelero, el pintor, el repartidor, la sombrerera y el tabernero. Algunas de ellas en su reverso llevaban impreso un verso, como por ejemplo la del cartero, que decía: En mi larga caminata sirvo con igual cuidado al rico, al menesteroso, al portero y al criado. Esforzándome yo llevo con toda mi diligencia la tarjeta de pedido que lleva mayor urgencia. Y solo me desagrada porque me causa embarazo la carta certificada que contiene algún sablazo. Así pues siempre sincero, como las Navidades han llegado que lo pasen con agrado les desea En un vídeo que va a continuación podemos ver con detalle las mencionadas tarjetas que posee la BNE. En nuestro territorio los encargados de controlar el tráfico en la capital y en la provincia, también recibían su aguinaldo. Los guardias municipales, como ahora sucede, a lo largo del año en el desarrollo de su trabajo, al efecto de que se respetaran las normas de circulación, tenían que relacionarse con los automovilistas, motoristas, ciclistas, transportistas y repartidores, produciéndose los naturales roces, que en ocasiones terminaban en multa. Para reconocer su trabajo, suavizar las relaciones y limar asperezas, los guardias de la circulación recibían su aguinaldo de manos de aquellos. Nos situamos en 1954, cuando una caravana de automovilistas y motoristas, recorrió las calles de la ciudad el 24 de diciembre, finalizando el itinerario en el cruce de las calles Dato y Postas, donde se centralizó la recogida de los aguinaldos destinados a los guardias. Durante todo el día, por allí pasaron muchos ciudadanos, que depositaron todo tipo de regalos. Con el fin de que los productos estuvieran guarecidos de las inclemencias del tiempo, los obsequios eran depositados en el espacio de la entrada al comercio de “Paños Losa” -que hoy ya no existe-, situado enfrente del cruce de las dos calles. La empresa “Productos Zárate” situada en la calle Rioja, elaboraba bebidos carbónicas con aguas termo purificadas, entre otras las gaseosas con las marcas Konga y La Casera, que entonces se consumían mucho, sobre todo mezcladas con vino. Sus repartidores, con una camioneta recorrían diariamente las calles, para entregar el producto en bares y tiendas. Su relación con los agentes de tráfico era continua y por ello un operario de la empresa fue enviado a entregar una botella de brandy, como aguinaldo a los guardias. Fue recogida por uno de los agentes, quien correspondió -como era costumbre-, entregando la correspondiente tarjeta de felicitación navideña. También ciclistas y automovilistas, e incluso peatones, pasaron por Paños Losa, para entregar su aguinaldo. El inspector-jefe de la Policía Municipal, José María Barrasa. hizo constar en la prensa local su gratitud, en nombre propio y en eI de los guardias, a la “Peña Motorista” y a “Álava Automovilista”, organizadores de la fiesta del aguinaldo, señalando que los agentes “tendrían presente este reconocimiento durante todo el año”. Se entendía que serían mas permisivos con los conductores, en la observancia de las normas de tráfico. Mariano Lorente Buesa, fue un ciclista que participó en numerosas carreras de carácter local disputadas en nuestro territorio y en algunas de carácter regional, siendo muy conocido en la ciudad. Fue una persona emprendedora que formó parte de la firma “Hierros Sucesores de Aguirre” y tuvo una empresa de transportes a la que bautizó como “Pitiki”, seudónimo con el que Mariano era conocido. En 1951 adquirió un flamante camión Pegaso II, llamado popularmente “mofletes, que llevaba el volante a la derecha, con el fin de que el conductor visualizara de cerca las cunetas de las carreteras, que entonces eran estrechas. Puso a disposición de la organización del aguinaldo de 1955 destinado a los guardias, el mencionado camión con chófer incluido, con el que recogió todos los obsequios y regalos, añadiendo otro operario más vestido de Papa Noel, que viajaba de pie en la cama del camión, quien era el encargado de entregar el aguinaldo a sus destinatarios. El camión con Papa Noel y Pitiki en el recuadro Archivo de Álava La caravana del aguinaldo, partió el día de Nochebuena a las doce del mediodía del domicilio de la Peña Motorista de Álava, situado en el Bar Anda en la calle La Paz. El camión de Pitiki, era el que cerraba la expedición de vehículos que recorrió la ciudad, que era encabezada por dos motoristas, un automóvil Renault 4 / 4 y dos microcoches de la marca “Biscúter”, vehículo de reducidas dimensiones, sin puertas ni ventanas, que tenía un precio razonable para los tiempos que corrían. La primera parada de la caravana se efectuó en la Plaza dela Provincia, donde los miembros del Cuerpo de Miñones, -la policía foral de Álava, con su jefe Jesús Durana Ugartondo al frente, recibieron los correspondientes obsequios. Los miñones tenían la competencia de vigilancia y auxilio en carreteras en territorio alavés, por lo que su relación con los chóferes era continua. Seguidamente el convoy se dirigió, -como el año anterior,- a la esquina de las calles Dato-Postas, frente a Paños Losa, donde los guardias municipales recibieron el aguinaldo, que que se descargó desde el camión, de manos del Papa Noel de Pitiki. En 1955 habían pasado dieciséis años de hambre y miseria, desde el final de la guerra civil. Hasta 1952 estuvo vigente el racionamiento, con el que se limitaba la compra de productos básicos por su escasez, controlándose las adquisiciones con una cartilla. Ese año 1955 la compra de productos ya no estaba limitada, pero los precios eran muy altos respecto a los salarios y quien impedía la compra de ciertos artículos para los banquetes de Navidad, era la menguada cartera. El Instituto Nacional de Estadística facilita el dato de los salarios del año 1955, de varias profesiones, que eran estos: Oficial 1º de artes gráficas, 50,54 pesetas / día; oficial 1º de la construcción, 46,84; obrero de 1º en Renfe, 35,42; oficial 1º de siderometalúrgica, 42,45; especialista de 1º de siderometalúrgica, 32,47; conductor de autobús, 46,79. En el dato estaba computado el salario base, los pluses y la parte proporcional de las gratificaciones de Navidad y julio. La Plaza de Abastos -que hoy ya no existe-, que se encontraba situada en la actual Plaza de Los Fueros, era la más visitada en las Navidades de aquel año, para hacer la compra. Visto con la perspectiva de hoy, sorprende que lo mas caro era adquirir un capón, que costaba entre 150 y 200 pesetas. Otras carnes y pescados tenían estos precios: gallinas, entre 25 y 60 pesetas la unidad; pollos, entre 20 y 80; palomas, a 18; conejos, entre 25 y 80; besugo, entre 17 y 24 el kilo; merluza, a 34; langosta, a 55; langostinos, a 160; almejas, entre 25 y 28; cocochas, a 50; chicharros, a 6; rape, entre 30 y 35; barbos y loinas del Rio Zadorra, entre 6 y 9. Se necesitaba el sueldo de tres días, para poder cenar un capón en Nochebuena.