La Ventana de la Memoria
Historia | Ocio y cultura

ETA mata al jefe de miñones de Álava, Jesús Velasco

El capítulo 55 de 'La ventana de la memoria' recuerda al militar alavés con una de sus hijas, Ana Velasco. Hablamos también con el periodista Florencio Domínguez de su último libro 'Sin justicia' sobre los asesinatos sin resolver de ETA

Capítulo 55 | ETA mata al jefe de miñones de Álava, Jesús Velasco

Vitoria

Jesús Velasco Zuazola era comandante de caballería, tenía 47 años, vivía en Vitoria, estaba casado y tenía cuatro hijas. El 10 de enero de 1980, había llevado a dos de ellas al colegio de las Ursulinas, en el centro de la ciudad. Después, en un Ford Fiesta se dirigió a su trabajo en la Diputación foral de Álava muy cerca de allí. En la calle Ramiro de Maeztu paró en un semáforo en rojo. Un taxi con cuatro personas se colocó a su altura. Dos de ellas se apearon y una disparó varias ráfagas contra el coche de Velasco. En Vitoria la noticia se propagó en minutos: “¡Han asesinado al jefe de miñones!”. 'La ventana de la memoria' dedica su capítulo número 55 a Jesús Velasco.

Ana Velasco tenía 17 años cuando ETA asesinó a su padre. Era la mayor de las hermanas y se encontraba estudiando en Madrid. 44 años después le sigue afectando mucho lo sucedido y prefiere no hablar de aquel día. Recuerda para 'La ventana de la memoria' dos características que definían a su padre y que condicionaron su destino. Una era que "luchó mucho por conseguir el cargo de jefe de miñones de Álava, porque le garantizaba poder seguir viviendo en Vitoria, que era su sueño y su deseo". La segunda era su condición de militar, concretamente era comandante de caballería, siguiendo la tradición familiar. Ana cree que fue esta condición la que le puso en la diana de ETA. "Los miñones (la policía foral de Álava, ahora integrada en la Ertzaintza) tenían como requisito que su jefe debía ser un militar del Ejército español. Creo que ETA le mató porque no quería que al frente de la policía foral hubiese un militar español. Por eso, mataron también al jefe de la policía foral navarra, el coronel José Luis Prieto, y al primer jefe de la Ertzaintza, Carlos Díaz Arcocha. Los mataron a todos por ser militares y, al final, lo que consiguió ETA con esos asesinatos es que los mandos de esas policías ya no sean militares", explica.

Tras el atentado, su madre, Ana María Vidal-Abarca, "tomó una decisión muy sabia", según Velasco: trasladarse a Madrid con sus cuatro hijas. "Ella decía que lo hizo porque no quería que viviésemos en un ambiente de odio. Y la verdad es que el contraste con Vitoria fue tremendo. Yo me siento vitoriana por los cuatro costados. Quiero a Vitoria y es una parte esencial de mí misma. Pero es cierto que en Madrid había otro ambiente, mucho mas libre, abierto, te sentías arropada y querida. En Vitoria hemos vivido situaciones de una crueldad tremenda, por parte de la gente. Hay gente muy mala".

Eva Domaica Ansola

El atentado marcó la vida de Ana y su visión de la vida. "Relativizas más las tonterías porque eres consciente de lo importante. Valoras mucho la bondad y eres muy consciente de la maldad. Sientes un rechazo tremendo hacia el fanatismo, el radicalismo, hacia las ideas que deshumanizan a las personas", cuenta Ana, que reconoce que en todo ello tuvo mucho que ver el ejemplo de su madre, Ana María Vidal-Abarca.

Eva Domaica Ansola

Vidal-Abarca se ha convertido con los años en un referente dentro de las víctimas del terrorismo. Fallecida en 2015, fundó lo que ahora es la Asociación de Víctimas del Terrorismo, junto a Sonsoles Álvarez de Toledo e Isabel O'Shea para ayudar a otras víctimas desamparadas como ella. "Fueron al Ministerio del Interior y como no les ayudaron, pusieron un anuncio en el periódico con un apartado de correos para que contactaran con ellas. Así empezaron", recuerda su hija con orgullo. Hoy en día su hija sigue trabajando para preservar la memoria de los dos. "Estamos bien porque tenemos la conciencia tranquila, pero también sufrimos, porque creemos que lo que está pasando no es justo. Se está intentando sembrar el olvido, intentando salvar la ideología y a tanta gente que ha estado alimentando tata maldad y tanto dolor y creemos que no se debería hacer así y que se debería ser más contundente", concluye.

Sin Justicia

Ana Velasco siente que con su familia la Justicia "ha sido muy incompleta". "Lo más grave que nos ocurrió", recuerda, "fue que el autor material del asesinato de mi padre no fue imputado por un error de la Audiencia Nacional. Estuvo huido en Venezuela y cuando le detuvieron en Francia 27 años después descubrimos que no estaba imputado y no le pudieron juzgar por el asesinato de su mi padre. Otro de los etarras, que murió en un enfrentamiento con la policía, le pusieron su nombre un parque infantil. Y a Iñaki de Rentería lo dejaron en libertad, porque pidieron su extradición a Francia poniendo mal el apellido y cuando rectificaron el delito había prescrito".

Eva Domaica Ansola

De casos como este trata el libro que han escrito al alimón la historiadora María Jiménez y el periodista Florencio Domínguez, director del Centro Memorial del víctimas del terrorismo, 'Sin Justicia'. El volumen es la continuación del imprescindible 'Vidas rotas' también coescrito por Domínguez y sigue su modelo: describe uno a uno todos los atentados sin resolver de ETA. El libro cuantifica en 379 los atentados en los que no está condenado al menos uno de los autores materiales, que es el criterio que han elegido los autores. Las razones de este fracaso de la Justicia son múltiples, según Domínguez: el contexto en el que las FSE tenía que luchar contra ETA en los años de plomo "hostigados por el terrorismo", con medios limitados, la ciencia forense por desarrollar; una sociedad intimidada que no colaboraba con la policía; la falta de colaboración de terceros países que alojaban y rechazaban la extradición de los terroristas; etc. En una veintena de casos, todos los autores materiales han fallecido y se ha extinguido la causa. Por último, hay medio centenar de casos en los que sí hubo juicio, pero no hubo condenas porque los tribunales estimaron que esos indicios no eran suficientes.

Domínguez es consciente de que la mayoría de ésos casos se cerrarán sin justicia. Y por eso ha escrito este libro. Recuerda el caso de una persona que se presentó en el Memorial porque su padre había sido asesinado en el año 80. "Le ayudamos un poco, le dijimos cómo solicitar la reapertura del caso para tener un poco de información y al final consiguió que la fiscalía reabriese la investigación, aunque el delito había prescrito. Esa persona volvió después para darnos las gracias y trasmitirnos su satisfacción porque, 40 años después, por primera vez había sabido algo. Creo que es extensivo al resto de víctimas: el mero hecho de saber, aunque sepan que no va a haber condena ya, puede dar una satisfacción a las familias" cree el autor.

Eva Domaika

Jefa de informativos en Cadena SER Vitoria. Presenta...