Desde Esmirna en Turquía hasta Setúbal en Portugal, en el Jardín Botánico de Vitoria
Jaime Ortiz de Urbina, biólogo y miembro de la asociación de investigación y protección del medio ambiente natural de Orixol, nos guía en este viaje a través de los bosques mediterráneos por el sur de Europa
Visitamos el Jardin Botánico de Vitoria-Gasteiz
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Vitoria-Gasteiz
El Jardín Botánico de Olárizu es uno de los pulmones verdes con los que cuenta Vitoria. En él podemos encontrar un muestra de los bosques de toda Europa, repartidos en un espacio de 30 hectáreas con más de 500 especies de árboles, arbustos, matas y plantas trepadoras, propias de los grandes tipos de vegetación europea. La principal diferencia del jardín botánico gasteiztarra con otros como los de Madrid y Tenerife "es que te puedes introducir en él y disfrutar como si fueran campas, para sentir en primera persona los ambientes de esos lugares lejanos, y a tan sólo 10 minutos del centro urbano", ha indicado Jaime Ortiz de Urbina, biólogo y miembro de la asociación de investigación y protección del medio ambiente natural Orixol.
Representa los bosques de Europa y está dividido en 5 partes. Además tiene espacios como el lago, con colecciones de plantas relacionadas con los hábitats acuáticos de Europa y el mirador de Olárizu, con vegetación propia de los cerros alaveses y de los roquedos calizos. La parte que acoge los bosques mediterráneos es la más diferenciada, ya que es el único bioma de los 5 que se encuentra en la parte este de las campas y casa de la Dehesa. Además, la mayoría de especies mediterráneas conservan sus hojas durante el invierno, por lo que es el momento ideal que visitar y disfrutar de primera mano.
Hay que decir que el Jardín Botánico de Vitoria ya se ha realizado en base a un nuevo modelo de disfrute de estos, conforme a la utilización del uso en la actualidad, alejado de los jardines botánicos del siglo XXI con un estilo museístico. El de Gijón, Barcelona y sobre todo Olárizu apuestan por representar las especies en sus ambientes, y una imagen más real y fidedigna de sus bosques, que te permiten penetrar en estos bosques, tumbarte, oler cualquier flor o recoger una piña del suelo por ejemplo. Son espacios polivalentes y una apuesta ambiental infalible.
Itinerario por los Bosques Mediterráneos
Jaime Ortiz de Urbina, biólogo y miembro de la asociación de investigación y protección del medio ambiente natural Orixol es nuestro guía en este viaje que nos va a llevar, a través de los bosques Mediterráneos del sur de Europa, desde Turquía al parque natural de Setúbal, uno de los grandes pulmones verdes del país luso, muy cerca de la capital Lisboa.
Empezamos la ruta en Esmirna (Turquía), donde encontramos los encinares más al este de Europa, y "muy particulares de esta zona asiática, nada que ver con los que luego iremos encontrando a medida que nos adentramos en el continente europeo", ha indicado Ortiz de Urbina. Damos el salto a las islas griegas, inicialmente en Chios, donde nos encontramos los bosques de matorral de lentisco. Un paisaje diferente al que se puede ver en Rodas y al río Voidomaitis, afluente del Aóos, debajo del monte Pindus, donde aparece el sauce blanco y los cultivos de plátano oriental, para terminar en los bosques de abetos griegos.
El ferry nos lleva hasta Bari, en el tacón de la bota de Italia, donde encontramos los encinares del adriático, singulares y únicos en esta parte del sur de Europa, como paso previo a los encinares que aparecen a los pocos kilómetros en Nápoles y Sicilia.
Tenemos que volver a coger el barco para llegar hasta las islas de Ibiza y Formentera donde la especie emblemática es la sabina negra. Todo ello antes de pisar la península ibérica, donde entramos por Segovia, tierra de pinares y explotaciones de bosques seminaturales de pino resinero y pino piñonero que marcan todo el paisaje de la zona.
Damos el salto hasta los sabinares albares del alto Tajo, que representan quizá la vegetación más sorprendente de Europa para los botánicos. Antes de cruzar a Extremadura con los bosques de carrascales, encinares de hoja ceniza y bellota dulce característicos de la zona y que dejan un paisaje digno de admirar.
Antes de terminar nuestra ruta en el parque natural de Setúbal, atravesando el Alentejo, cumbre de los alcornocales, nos tenemos que desviar al sur, concretamente a la costa de Cádiz para disfrutar de un paisaje tropical y valles encajonados, junto a plantas como el rododendros.