La sorpresa de Apellaniz, episodio de la Tercera Guerra Carlista
Durante la Tercera guerra carlista, se desarrolló en Álava una acción militar conocida como ”La Sorpresa de Apellániz”.
Para situarnos, conviene conocer cómo era la orografía de la zona en 1873, cuando tuvo lugar la escaramuza “La Sorpresa de Apellániz”, episodio que aconteció en la aldea de ese nombre durante la tercera guerra carlista. Para ello contamos con dos mapas, que conserva la Biblioteca Virtual de Defensa.
Un plano del año 1858, nos muestra las poblaciones de Vírgala Mayor, Vírgala Menor y Maeztu y la carretera Vitoria - Estella, que pasaba y pasa por dichas pueblos. Se observa en el mapa un dato importante: al sur de la calzada existía una zona boscosa extensa, que aparece señalada como “B” en varios puntos del mapa, que esta delimitada con línea discontinua, respecto a la tierra de labor (“T” en el plano).
El bosque citado, -como se ve-, tenia los nombres de “Monte de Lalagorri” y “Monte de San Adrián”, este ultimo nombrado así por la ermita que existía en su interior, hoy desaparecida. Esta cartografía no alcanza hasta la aldea de Apellániz, pero se deduce que el bosque tenía continuidad hasta las inmediaciones de esta localidad, por lo que vemos en el otro mapa que va a continuación.
En el siguiente plano de1873, se plasman los caminos que unían las tres poblaciones citadas anteriormente con la aldea de Apellániz, así como los nombres de ambos montes. Aparece aquí también el signo “B “ (bosque) en varios puntos, uno de los cuales se rotula cercano al casco urbano de Apellániz, lo que significa que la zona boscosa continuaba existiendo en ese año, hasta las proximidades del pueblo.
En 1932 aún se conservaba una pequeñísima parte de aquel monte, cuyo arbolado se situaba alrededor de la Ermita de San Adrián. A finales de los años 70 la masa arbórea desapareció en su totalidad.
LA SORPRESA DE APELLANIZ
La Capitanía General de Vascongadas de los liberales, situada en Vitoria, tuvo información de que un destacamento de fuerzas carlistas mandado por Manuel Lecea Ullibarri, Comandante General carlista de Álava, se encontraba en la aldea alavesa de Apellániz, desde el día 14 de abril de 1873. Los carlistas se movían libremente por las poblaciones cercanas controlando la situación, y se aseguraba que habían “puesto en capilla” a cuatro prisioneros liberales, a los que se pretendía fusilar; dos de ellos acusados de robo y los otros dos de confidentes.
La Capitanía planeó una operación militar para sorprender y castigar al enemigo. A las diez de la noche del día 22, partió de Vitoria con dirección a Apellániz un contingente al mando del comandante Antonio García Mora, compuesto de 120 individuos del regimiento del Príncipe, 200 más de la Constitución, 34 guardias civiles de infantería y 40 voluntarios movilizados en Vitoria, además de 15 caballos de Lusitana y otros 19 de la guardia civil. El capitán de la guardia civil Alejandro Mandrinan y el inspector de orden público de Vitoria Gregorio Olalde, acompañaron a la columna en calidad de guías, por sus conocimientos topográficos, tanto de la zona como del pueblo donde se encontraban los carlistas..
A las cuatro de la madrugada del día 23, una hora antes de que los carlistas tocaran diana, llegaron estas fuerzas a las inmediaciones de Apellániz, tras penetrar desde las Vírgalas en el bosque que hemos señalado al principio, que les sirvió perfectamente para camuflarse.
Una compañía del Príncipe se situó en la parte sur del pueblo, cubriendo la senda que conducía al bosque de Izki; los 34 guardias civiles de infantería y 20 voluntarios movilizados, marcharon por el extremo opuesto, a otro camino que conducía al monte, procurando llegar a él, sin que se apercibiese el enemigo; una sección del Príncipe y 20 voluntarios movilizados se situaron en la parte norte de la población, a fin de proteger la caballería, que, al mando de un capitán de la guardia civil, se situó en la arboleda que se encontraba en el llano. Con el resto de la fuerza y 200 individuos de la Constitución, esperó el jefe de la expedición a que se efectuasen estos movimientos y trascurrido el tiempo necesario al efecto, emprendió la marcha para el pueblo.
Las fuerzas carlistas ascendían a unos 500 hombres mandados por los oficiales Lecea, Montoya, Cuevillas y Muñezcan. Los carlistas habían establecido en la torre de la iglesia una guardia, la cual al descubrir el movimiento de las tropas liberales, dio la señal de alarma. Se rompió entonces el fuego por ambas partes, y avanzó el jefe de la columna atacando el pueblo, al paso ligero, con la fuerza que le quedaba a sus inmediatas órdenes, y se apoderó de algunas casas. Sorprendidos los carlistas, salieron de la aldea en gran desorden, y perseguidos por las fuerzas liberales, huyeron en completa dispersión.
Una vez efectuada la toma del pueblo, la columna liberal al regresar a Vitoria estuvo expuesta a ser atacada, pues los carlistas la esperaban emboscados; pero el temor a hacer daño a los prisioneros los contuvo.
La gran mayoría de cronistas de esta escaramuza, dan la cifra de 24 muertos entre los carlistas. Hemos tenido la oportunidad de leer el parte de guerra escrito el mismo día 23, de su puño y letra, por el comandante Antonio García Mora, sobre lo acontecido en la “Sorpresa de Apellániz”, y en el consta la cifra de 23 fallecidos.
El diario La Época de Madrid del 27 de abril, rectificaba el dato y señalaba que entre los carlistas “los muertos fueron seis nada mas”, lo que coincide con el registro de fallecidos del Archivo Histórico de la Diócesis de Vitoria, como veremos mas adelante.
Así mismo, las crónicas dicen que los vencidos tuvieron 17 heridos y se hicieron 72 prisioneros, seis de ellos oficiales, los cuales fueron conducidos a la capital alavesa. Se requisaron a los carlistas 43 armas de fuego, algunas armas blancas, municiones, una bandera, 15 caballos, 4 mulos y documentos de interés. Las tropas liberales tuvieron cuatro heridos y seis contusos. Por su parte, los cuatro prisioneros que tenían los carlistas en su poder, cuyo destino era ser fusilados, fueron liberados.
Tras conocerse en Vitoria el resultado de la acción en el pueblo de Apellániz, miembros de la Asociación Internacional de Socorro a Heridos en Campaña, creada por los acuerdos de Ginebra de 22 agosto de 1864, acudieron al sitio donde se hallaban los apresados carlistas, para comprobar su estado, formando la comisión los médicos José Páramo y Pablo Martínez, y los practicantes y socios de la Internacional, Sebastián Abreu, Gabriel Echánove y Joaquín Herrán.
FALLECIDOS REGISTRADOS
En el Archivo Histórico Diocesano de Vitoria, se conservan los libros de inscripción de bautizos, matrimonios y defunciones de todas las parroquias alavesas. Las eficientes empleadas del mismo, han consultado los registros de fallecidos en aquellas fechas, tanto en Apellániz como en los pueblos colindantes como Vírgala Mayor, Vírgala Menor y Maeztu y nos han facilitado los datos de los muertos que aparecen en el mencionado registro, que son únicamente siete, seis militares y un civil, todos ellos en Apellániz.
Los miembros de las tropas carlistas fallecidos, figuran en el libro como muertos “en acción de guerra” el día 23, constando que fueron enterrados el día 26. Son los siguientes: Ignacio López, natural de Cabañal (Burgos); Domingo Lejarcegui, natural de Salinillas de Buradón (Álava); José Rivas, natural de Mora del Rio (Málaga); Manuel Toro, natural de Málaga; José Ansotegui Samaniego, natural de Leciñana de la Oca (Álava) ; Nemesio Aramburu Beraza, natural de Vitoria.
El séptimo fallecido registrado, es el vecino y labrador de Apellániz, Francisco Alzola Larreina, de 58 años de edad, que fue enterrado el día 29, constando en el libro de defunciones lo siguiente: “Fallecido el día 28 a consecuencia de una herida de arma de fuego penetrante de pecho, verificada en los acontecimientos que tuvieron lugar en esta villa.”
Francisco estaba casado con Isabel Ochoa de Alda López de Ocáriz, con la que tuvo siete hijos, todos nacidos en Apellániz. En dos números del Boletín Eclesiástico de la Diócesis de Vitoria, de diciembre de 1867 y de marzo de1863, consta que siendo vecino de Apellániz, entregó sendas limosnas de 2 reales y 1 real, destinadas al Papa Pio IX, por lo que se deduce que era una persona muy religiosa.
La familia de Francisco tenía arraigo en la población: Su padre Julián Alzola Suso y su abuelo Phelipe Alzola Vírgala (3), fueron naturales y vecinos de la aldea.
MUÑEZCAN Y LECEA
Juan Muñezcan Arangoiti (1823.06.13 Amurrio – 1908.08.13 Vitoria), fue uno de los oficiales carlistas, hecho prisionero en la contienda de Apellániz. Siendo sargento de Miñones (1) de la Diputación de Álava, salió en campaña el año 1872 llevando consigo al campo carlista a mas de 100 miembros del cuerpo y a casi todos los camineros de la provincia, pertenecientes a la misma corporación.
Una vez disueltas las partidas carlistas, Muñezcán emigró a Francia, volviendo al campo carlista al comenzar la campaña de 1873. Tras ser hecho prisionero en la Sorpresa de Apellániz fue deportado a Cuba, donde fue recluido en una prisión, de la que logró escapar en compañía del sargento que mandaba la guardia, a quien convenció para integrarse en la causa carlista, regresando a España.
Muñezcán fue nombrado comandante del batallón cuarto de Álava, que intervino en la batalla de Somorrostro. Ascendido a teniente coronel, mandó los batallones segundo y sexto de Álava, y los mismos cuando por méritos fue nombrado coronel.
Concluida la guerra, nuevamente emigró a Francia donde permaneció algunos años, regresando a Vitoria donde estableció su domicilio, estando dedicando al cuidado de su familia, apartado de toda actividad política. Falleció en la capital alavesa, a la edad de 85 años, asistido por el sacerdote y militante carlista Gaspar López, coadjutor de la parroquia de San Vicente de Vitoria.
Manuel Melchor Lecea Ullibarri (1815.01.10 Vitoria – 1876.10.25 Orbiso), fue otro de los oficiales carlistas apresados en Apellániz, siendo el responsable de las tropas en aquella acción, ostentando el cargo de comandante general. Tras la derrota sufrida, fue apartado de toda actividad militar.
Murió en Orbiso (Álava), poco tiempo después de terminar la guerra, a la edad de 60 años, por “un catarro pulmonar crónico”(2), siendo enterrado en el cementerio de la citada localidad. Su viuda y segunda esposa, Columba Téllez Sáez de Asteasu, en septiembre de 1881, -residiendo en Madrid-, fue autorizada para exhumar los restos mortales de su esposo, y ser trasladados desde Orbiso al cementerio de Santa Isabel de Vitoria.
(1) Policía Foral de Álava, que hoy sigue existiendo.
(2) Dato que consta en la inscripción de defunción del Archivo Histórico Diocesano.
(3) Casualidades de la vida: Phelipe Alzola Vírgala (1733 - 1810), es el bisabuelo de mi bisabuela Simona Ajuria Alzola (1845 - ?).
DOCUMENTOS CONSULTADOS
Narración de la Guerra Carlista (Tomo II), publicado en 1884 - Biblioteca de la Universidad de Harvard. Parte de guerra manuscrito, del comandante Antonio García Mora – Archivo del Instituto de Historia y Cultura Militar
PERIODICOS CONSULTADOS
El Correo Vascongado de Bilbao, La Correspondencia de España de Madrid, La Época de Madrid, El Correo Español de Bilbao, Heraldo Alavés de Vitoria, Pensamiento Alavés de Vitoria.