Eustasio, el conserje que en 1929 recibió la medalla al mérito en el trabajo
Dedicamos este artículo a un modesto empleado, de esos que nunca salen en “los papeles”, que casi siempre están dedicados a personas con repercusión mediática
Vitoria-Gasteiz
En 1885, la plantilla de la Diputación de Álava estaba formada por 132 empleados, de los cuales 28 atendían las oficinas administrativas y facultativas, que radicaban en el Palacio Provincial. El resto, 104 funcionarios, prestaba sus servicios: en el mantenimiento de las carreteras, con el cuerpo de camineros; la vigilancia de los bosques, por medio de los guardas de montes; el mantenimiento del orden con los miñones, “en aumento de la justicia contra malhechores”, tal como indica la leyenda del escudo del territorio.
El grupo más numeroso era el Cuerpo de Camineros con 79 miembros, distribuidos por la provincia, dedicados a mantener en buen estado el trozo de vía terrestre que les correspondía. La gran mayoría de ellos procedía del Cuerpo de Miñones, que tras la tercera guerra carlista había sido reducido considerablemente, contando en 1885, con tan solo 18 miembros.
El sueldo anual mas elevado lo percibía el secretario de la institución, que percibía 4.000 pesetas, y el menor salario era el del caminero, al que que se pagaba 638 pesetas, por lo que la proporción entre ambos era de aproximadamente 6 a 1.
LOS SUBALTERNOS
En aquel momento el personal de subalternos, estaba formado por tres personas: un portero, un ujier y un conserje. Durante bastantes años, el traje oficial que utilizaban era adquirido por ellos y seguidamente la Diputación les satisfacía su importe. Dos expedientes archivados, dan fe de ello: “Florencio Igartua y Melchor Rodríguez, conserje y portero de la Diputación, solicitan se les abonen 165 pesetas y 62 céntimos, para pagar unos uniformes nuevos (1878); El conserje, portero y ordenanzas de la Diputación solicitan se les abone 115 pesetas, para la adquisición de los uniformes. Se accede a lo solicitado (1918)”.
En 1922 el conserje, portero y ordenanzas, solicitaron que la corporación les proveyese de uniformes, en lugar de asignarles una cantidad en metálico para su adquisición de forma directa por ellos. Se accedió a la petición.
EUSTASIO
Formó parte de aquella plantilla, Eustasio Rafael Fernández de Liger Madina, quien nació en la localidad alavesa de Ilarratza el 29 de marzo de 1857. Era hijo de un matrimonio de labradores de la localidad, Vicente Fernández de Liger Castillo y María Valentina Martínez de Madina Chinchurreta y tenía cinco hermanos: Raimundo, Francisco, Julián, Salomé e Isabel.
Entonces la labranza no daba para mucho, y la tradición era que uno de los hijos se quedara en casa y continuara con la explotación familiar. El resto de los retoños debían ir pensando en buscar un trabajo, salir del nido familiar y en su caso formar su propio hogar.
Así que tras la finalización de la tercera guerra carlista, cuando Eustasio tenía 19 años de edad, consiguió en marzo de 1876 ingresar en el Cuerpo de Miñones de la Diputación -la policía foral alavesa-, cuyos escasos supervivientes por la guerra, estaban olvidados y abandonados. Causó alta el 1 de abril de 1876, dos meses y veintiún días antes de promulgarse por Cánovas del Castillo la ley abolicionista de Los Fueros. Permaneció como miñón hasta el 20 de octubre de 1880, en que fue nombrado ujier de la Diputación y posteriormente, el 21 de abril de 1884, ascendió al empleo de conserje de la institución, puesto que desempeño hasta noviembre de 1928, en que se jubiló con 71 años de edad.
El conserje vestía un traje de paño de color gris, una gorra de plato con visera en cuyo frente se mostraba el escudo de Álava,-que también lucía en las solapas de la chaqueta-, una camisa blanca con cuello alzado y corbata.
Eustasio estuvo al servicio de la provincia durante cincuenta y dos años y ocho meses y
medio, y de ellos como conserje, cuarenta y cuatro años y siete meses.
Desde que comenzó como empleado hasta su jubilación pasaron por la Casa, dos Diputados Generales y diecinueve Presidentes de la institución, que se denominaron de esta forma tras la abolición foral.
A través de los años como empleado, Eustasio fue adquiriendo paulatinamente una gran experiencia, acumulando un gran número de datos sobre el funcionamiento de la Diputación. Si había que preguntar por algo que tanto funcionarios como diputados no conocían, o como encontrar solución a algunos enredos, se acudía a Fernández de Liger, que era una enciclopedia, similar a un buscador actual de internet. Era constantemente requerido por todos, desde el despacho presidencial hasta la dependencia mas alejada. Él conocía a la perfección todos los detalles de la Casa de Álava y a cuantos hombres pasaron por ella para regir los destinos de la provincia. Destacaba por su laboriosidad, disposición y excelente trato con los demás. Era uno de los empleados mas apreciado y una verdadera institución.
La figura del conserje cumplía entonces además otra misión; era quien acompañaba al Diputado General y al resto de la Corporación en eventos y celebraciones políticas y religiosas, estando pendiente de que nada fallara y se cuidara el protocolo. Era una persona de confianza, para los políticos de turno.
EL ACTO DE GERNIKA
Una representación de la Diputación de Álava, acudió como invitada a dos eventos celebrados en Bizkaia. Estaba formada la expedición alavesa, por el vicepresidente de la institución, Emilio Chillida Ansuátegui (1) y seis diputados.
El 31 de julio de 1900, día de San Ignacio, se celebró el primero de ellos. A las diez de la mañana salió una comitiva desde la Plaza Nueva de Bilbao, abriendo la marcha los timbaleros a los que seguían los forales, los mikeletes y los miñones, -las fuerzas policiales forales de Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra -, y a continuación desfilaban los comisionados de las cuatro diputaciones. Iban acompañados, como no, de sus respectivos conserjes, atentos al desarrollo del evento. Su destino era la basílica de Santiago, donde se celebró una misa en honor a San Ignacio, tras la cual la comitiva se dirigió a visitar el nuevo Palacio Provincial de Bizkaia, que quedó inaugurado ese día.
Al día siguiente, 1 de julio, los representantes de las cuatro corporaciones se trasladaron en tren a Gernika, donde fueron recibidos por un inmenso gentío y disparos de cohetes y petardos. El alcalde de la villa foral, Txomin Alegría, recibió a los ilustres visitantes. Puesto en marcha el cortejo, este se dirigió a la Casa de Juntas precedido de la banda de tamborileros tocando la marcha de San Ignacio y a la cola desfilaba la banda de música ejecutando unos pasacalles. En la plazuela de la Estación se había levantado, un arco adornado con flores, en cuya parte superior leíase lo siguiente: “Guernica y Lumo saluda a las comisiones do las Diputaciones Vasco-Navarras”. Al llegar a las puertas de acceso a la Casa de Juntas, el grupo se detuvo a contemplar el arco que había erigido la Diputación de Bizkaia, en el que sobresalían los escudos de las cuatro provincias y en cuyo centro se leía: “La Diputación de Vizcaya saluda al pie del Roble a sus hermanas de Álava, Guipuzcoa y Navarra”.
En la Casa de Juntas se celebró un acto reivindicativo de Los Fueros, que quedó plasmado en un acta firmada por los expedicionarios, de la que extraemos lo siguiente: “Los asistentes, tras la misa, saludaron al Árbol símbolo de las libertades vascongadas, e hicieron fervientes votos porque en breve luzcan los días mas felices para la tierra euskara”.
Se celebró un “modesto banquete”, en el Ayuntamiento de Gernika. En un acta extendida por el secretario de la corporación provincial vizcaina, se recoge que a los postres el Diputado General de Bizkaia, destacó los lazos de fraternidad que existían entre las cuatro provincias hermanas, ”que se debían estrechar aun más, a fin de recabar en todo momento de los altos poderes del Estado, la reintegración de las sabias instituciones forales, que tantos siglos hicieron felices a los pueblos vasco navarros y cuya aspiración
no es otra, desde que les fueron arrebatadas sin causa, ni razón justificada”. En idénticos términos se expresaron los comisionados de los otros tres territorios.
En los actos de Gernika, también estuvieron presentes los miñones, los mikeletes, los forales y por supuesto los conserjes de las cuatro corporaciones, entre ellos nuestro protagonista Eustasio Fernández de Liger, que fue testigo de este importante acontecimiento. Todos ellos aprovecharon la ocasión de este encuentro, para fotografiarse en grupo delante de la Casa de Juntas, y de esa forma tener una imagen para el recuerdo.
EUSTASIO HOMENAJEADO
Por costumbre tradicional, la Diputación de Álava anualmente acudía a dos funciones religiosas: una en primavera en honor de San Prudencio y otra en otoño dedicada a la Virgen María. El domingo 19 noviembre 1928, se celebró esta última en la Catedral de Santa María de Vitoria, y una vez de regreso al Palacio Provincial, la Corporación aprovecho tan señalada fecha, para homenajear a Eustasio, su ejemplar empleado que se jubilaba.
Se eligió para ello, la histórica Sala de Juntas Generales -la sede del parlamento alavés -, con asistencia entre otros del presidente de la Diputación Pedro Ortiz López de Alda y del alcalde de Vitoria Guillermo Montoya, que se colocaron a ambos lados del homenajeado. Estaban presentes también varios ex presidentes de la Corporación y la gran mayoría de empleados, compañeros de Eustasio. Se completaba la escena con los maceros, que daban guardia de honor.
Comenzó el acto con la lectura, por parte del secretario y jefe de personal, Enrique Orbegozo (2), del acuerdo gubernamental de concesión al homenajeado de la medalla al mérito en el trabajo, que le había sido concedida con fecha 14 de mayo de 1928, siéndole colocada la insignia correspondiente (3) en el pecho, por parte del presidente de la Corporación .
Seguidamente, el mismo funcionario, dio lectura al pergamino que, como cariñoso recuerdo, dedicaban al señor Fernández de Liger, el presidente en activo y otros que anteriormente al señor Ortiz, desempeñaron tal cargo.
Orbegozo, como jefe de personal dijo: “Yo se que Eustasio hubiera rehuido el homenaje, pero es preciso que se celebre, pues es necesario que la sociedad se constituya para premiar sus dotes, que le han hecho acreedor al cariño de todos y especialmente de sus compañeros”.
El presidente hizo uso de la palabra, y reconoció los servicios prestados por Fernández de Liger, mostrando su satisfacción por caberle el honor de haber colocado la insignia sobre el pecho del homenajeado. Finalizó su intervención el Sr. Ortiz abrazándolo en nombre de la provincia toda, sonando una prolongada salva de aplausos.
Eustasio, vivamente emocionado, quiso dar las gracias, pero tan solo pudo pronunciar cuatro palabras. El público, entonces, atronó la sala con aplausos cariñosos y unánimes.
La Diputación obsequió a los presentes con un excelente lunch, distribuyéndose entre los fumadores unos exquisitos habanos, que fueron consumidos de inmediato, formándose una humeante niebla en el salón.
El pergamino entregado decía lo siguiente: “En homenaje a don Eustasio Fernández de Liger y en reconocimiento de sus meritísimos servicios prestados durante cincuenta y dos años a la Diputación Foral y Provincial da Álava, por los que el Gobierno de S. M. el Rey don Alfonso XIII (q. D. g.) le ha distinguido y honrado concediéndole la Medalla del Trabajo, se complacen en suscribir el presente testimonio de su estima y grande afecto, Pedro Ortiz, Benito Yera. José María Unda, Juan Cano, Víctor Azaola, Carlos Ajuria, Dionisio Aldama, José Gabriel Guinea, todos con sus rúbricas.
Vitoria 18 de noviembre de 1928. Hay un sello en tinta que dice Diputación de Álava”.
La persona que precedió en el puesto de conserje a Eustasio fue Florencio Igartua Beitia, natural de Leintz Gatzaga (Gipuzkoa), el cual se casó con Juana Garcés Sanz el 19 de julio de 1876 en Vitoria. Tras fallecer Florencio y quedarse viuda, Juana contrajo
segundas nupcias con Eustasio el 10 de julio de 1885, quedándose viudo el 28 de diciembre de 1913, al fallecer su esposa.
Tras su jubilación se trasladó a Bilbao, donde residió con algunos familiares, falleciendo en la capital vizcaina en noviembre de 1939. Sus restos mortales, fueron trasladados a Vitoria, siendo conducidos al cementerio de Santa Isabel.
OTROS CONSERJES
Tenemos el dato de otras personas, que ocuparon el puesto de conserje a lo largo del tiempo. Antes de Eustasio, lo fueron Esteban Astiazarán y Florencio Igartua, siendo el sueldo del primero el de nueve reales de vellón diarios. Posteriormente ocuparon la plaza, Roque Pérez del Palomar, Emilio Ortiz Martínez (antes miñón), Moisés Izar de Lafuente (antes guarda de montes), Félix Ogueta (antes guarda de montes) y Alberto López de Ipiña (antes ordenanza). En la actualidad ejerce de conserje por primera vez una mujer; Aintzane Fernández Ormaetxea.
(1) Emilio Chillida Ansuátegui, era entonces el dueño del balneario de Zuazo de Kuartango (Álava)..
(2) Enrique Orbegozo fue asesinado por un miñón el 26 de noviembre de 1932.
(3) La Diputación envió un giro por importe de 40 pesetas al Consejo Superior del Trabajo, Comercio e Industria, para que se expidiera el diploma correspondiente a la concesión de la medalla del trabajo a Eustasio.
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