Alfonso Parada, el guardia civil retirado que criaba pájaros como hobby
El capítulo 58 de 'La ventana de la memoria' recuerda al guardia civil al cumplirse 26 años de su asesinato por ETA
Capítulo 58 | Alfonso Parada, el guardia civil retirado que criaba pájaros como hobby
Vitoria-Gasteiz
El 8 de mayo de 1998, el subteniente de la intervención de armas de la Guardia civil retirado Alfonso Parada salió de su domicilio, en el barrio vitoriano de Lakua, minutos antes de las dos de la tarde, para dirigirse a Estarrona, donde criaba pájaros como hobby. A la salida del portal, se le acercó un terrorista de ETA, que le disparó un tiro en la sien. Parada ingresó vivo en el hospital, pero falleció doce horas después del atentado.
Su único hijo cuenta que "ese tiro ha estado en la puerta del garaje de mi casa hasta hace medio año". Natxo Parada estaba en casa con su padre aquel 8 de mayo, se despidió de él y poco después oyó el disparo. "Me asomé a la ventana y vi los pies de mi padre", cuenta en 'La ventana de la memoria'. "Bajé por la escalera y allí me lo encontré. Me metieron en el portal y entonces bajó mi hijo preguntando por el abuelo, porque su abuelo era más que yo para él. Le dije que se había puesto malito. Se lo llevaron unos familiares y no le llegó a ver". Alfonso Parada fue trasladado al hospital y allí falleció el día 9 de madrugada, "aunque para mí falleció cuando le vi allí".
"Le recuerdo como un Dios. Conocía a media Vitoria y media Vitoria le conocía a él. Era mi ídolo", cuenta orgulloso Natxo. Su padre venía de familia de guardias civiles: su padre, su hermana y tres nietos lo eran... Pese a ello, la familia no vivía en el cuartel. "Al principio, mi padre me decía que contara que él trabajaba como funcionario del Estado, pero luego, era mi padre y era mi padre". El miedo acompañó a Natxo toda su juventud, porque su padre "había salido en los papeles y eso". "¿Cómo lo pasé? Cada vez que oía una sirena, corriendo que iba para el portal. Lo estuve viviendo toda la vida. Yo me montaba con mi padre en el coche y cuando le daba al....cerraba los ojos. Luego se jubiló y quizás nos relajamos un poco y se aprovecharon de eso", explica.
Su vida desde el asesinato de su padre se resume en una palabra: "ansiedad, ansiedad, ansiedad". "Depresiones... Luego, lo mataron dos veces, porque a mi madre le robaron un montón de dinero de las indemnizaciones. Denunciamos todo y no hemos conseguido nada", se lamenta.
La herida sigue abierta, asegura Parada y "se reabre porque nos están humillando todos los días", asegura. "El disgusto que me llevé ayer cuando este sinvergüenza...", dice en alusión a la comparecencia en la que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció que no dimitía tras cinco días de reflexión. "Te vuelves un poco pasota de cara a la galería, pero por dentro...Yo tengo vasquitis. Lo reconozco. Si sigo viviendo aquí es porque no me quedan más... Si pudiera, me iría de Euskadi", reconoce. Le enciende también que "de nosotros no se acuerda ni Dios, solo el día 8, porque somos hijos de un número y no de unas iniciales que salen todos los días en los medios". Natxo siempre ha defendido que "contra el olvido, no a las víctimas de segunda" y eso que él mismo reconoce que "no me puedo quejar porque mi padre tiene una plaza", además de que, tras el asesinato de su padre, Vitoria salió a la calle en "una manifestación como no ha habido nunca".
65 años de la primera acción de ETA
El monumento de recuerdo a Alfonso Parada en Vitoria es uno de los que aparece bajo el epígrafe 'Comenzando a recordar' en el último capítulo del libro 'Las raíces de un cáncer. Historia y memoria de la primera ETA (1959-1973) que han escrito al alimón los historiadores vascos Gaizka Fernández Soldevilla y Santiago de Pablo. La identificación de la organización terrorista con la enfermedad proviene de unas declaraciones del peneuvista Manuel de Irujo, "uno de los pocos políticos que supo ver en qué se iba a convertir ETA" según Fernández. Él fue quien escribió que ETA "es un cáncer que si no extirpamos alcanzará todo nuestro cuerpo político".
Santiago de Pablo Y Gaizka Fernández Soldevilla presentan 'Las raíces de un cáncer. Historia y memoria de la primera ETA' (1959-1973)
El libro comienza su relato en 1959, cuando el primer asesinato de ETA, el que costó la vida al guardia civil José Antonio Pardines no se produjo hasta 1968. Precisamente, una de las aportaciones de la obra es que, por primera vez, data el día exacto de la primera acción de ETA. Fue el 17 de julio de 1959 y consistió en la colocación de unas ikurriñas en el Arenal de Bilbao.
Desde entonces "ETA se pasa 10 años ensayando con la violencia", explica Fernández. Ese es el recorrido que muestran en el volumen: "La primera bomba en el periódico 'Alerta', las primeras palizas, el primer uso de dinamita...hasta llegar al asesinato, que es el ultimo peldaño de la escalera que ha estado subiendo durante 10 años. Analizamos las raíces, cuáles fueron sus modelos, cómo ETA va encontrando su camino y, finalmente, cómo lo encuentra, que es el del terrorismo".
Santiago de Pablo define a la ETA de los inicios como "un grupo de jóvenes nacionalistas que pensaban que sus padres se habían acomodado, que no hacían nada en la lucha contra el franquismo". Según los dos historiadores, en un primer momento "ese primera grupo no tenía que haber sido lo que fue, porque su primer manifiesto era muy moderado, pero enseguida ponen una bomba y empieza a derivar a esa idea de violencia revolucionaria", explica De Pablo. Ambos coinciden también en que su enemigo era la dictadura franquista, pero, sobre todo, España. "ETA se definía como no antifranquista. Llegó a decir que si el día de mañana se proclamaba la tercera república española, ellos lucharían contra ella porque no habían empezando esto para acabar con el régimen de Franco, sino para luchar contra España", recuerda y añade que "la prueba más evidente es que ETA mata al 95 por ciento de sus víctima después de muerto Franco".
El libro termina en 1973, año en el que ETA mata al presidente del Gobierno español Luis Carrero Blanco, un magnicidio "que convierte a un grupo, que no conoce nadie, que hay gente que dice que esa sigla es de una marca de jabón, a ser conocido en todo el mundo porque ha matado a un presidente del Gobierno, lo cual le da unas alas increíbles", según Fernández.
Otra originalidad del libro es que cuenta los acontecimientos históricos y, al mismo tiempo, cómo fueron reflejados en el cine, la TV, los medios de comunicación... Ahí el experto, con varios volúmenes publicados sobre el tema, es Santiago de Pablo. "Durante un tiempo hubo una romantización, de verles como luchadores antifranquistas, incluso guerrilleros al estilo latinoamericano, que hizo que tuviera un halo romántico y positivo. Eso se traduce en películas que veían a los presos como victimas, caso de 'El proceso de Burgos'. Luego cambió la sociedad y también en la ficción se empezaron a ver las cosas de otro modo y aparecen las víctimas, que desaparecidas hasta entonces".
Gaizka Fernández subraya la importancia de los medios de comunicación y ocio en la conocida como batalla por el relato. "El cine, la televisión... hacen que nuestra memoria se modifique. Si uno sabe de Marco Aurelio es por 'Gladiator'. Y con ETA ha pasado lo mismo", asegura. Por eso pone en valor la labor de los historiadores para que la ficción relate la Historia "como fue y no como nos gustaría imaginarla".
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Eva Domaika
Jefa de informativos en Cadena SER Vitoria. Presenta...