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"Nos siguen faltando muchas familias para acoger niños y niñas saharauis y de Ucrania para pasar el verano en Vitoria"

Las asociaciones Chernobil Elkartea y Afanis nos cuentan su experiencia trayendo peques estos dos meses de verano, que "es algo que no se puede explicar con palabras, es maravilloso"

Un verano más Vitoria y Álava se convierte en lugar de acogida para muchos niños

Un verano más Vitoria y Álava se convierte en lugar de acogida para muchos niños

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Vitoria-Gasteiz

Un verano más Vitoria y Álava se convierte en lugar de acogida para muchos niños y niñas saharaius y ucranianos, de la mano de las asociaciones Chernobil Elkartea y Afanis, la asociación de familias de acogida de niños saharauis, que llegan hasta nuestra ciudad para pasar los meses de julio y agosto. Un respiro de la realidad diaria que viven. En el caso de los ucranianos les permite salir de la situación de guerra en la que se encuentran inmersos además de los problemas que aún a día de hoy tiene la tierra por la explosión de la central nuclear.

Marian Izaguirre, presidenta de la asociación Chernobil Elkartea nos contaba como "con la guerra tuvimos que dar vuelta a todo el programa de acogida. De hecho, desde 2019 no hemos podido volver a Ucrania, entre la pandemia y la guerra que estalló en 2022, y aunque seguimos teniendo contacto con las familias no es lo mismo que el poder ir allí, visitarlas y estar con ellas".

Uno de los puntos de inflexión en el caso de los niños y niñas ucranianos fue al estallar la guerra, "ya que estuvimos unos meses sin saber nada de ellos, sin podernos comunicar y se nos hizo durísimo, ha indizado Izaguirre. Las familias, ante las noticias que llegaban, también trataron de ponerse en contacto con los peques que venían cada verano. Así en el caso de Amaia e Iñaki, "después de muchos días sin noticias logramos hablar con la ama de Danyyl, que ya había estado con nosotros desde diciembre de 2021, y nos pidió si podría venir con su hermano Nazar, así que nos lanzamos a acoger a los dos, ya no sólo en verano, sino todo el año como refugiados de guerra, escolarizándolos en la ikastola y disfrutando con ellos todo el año".

Mientras, en el caso de los saharauis salen de los campos de refugiados de Tinduf huyendo del intenso calor que hace muy complicada la vida, sin electricidad y con casas de adobe, para disfrutar y conocer Vitoria y Álava, con sus playas, pantanos y piscinas, que es lo que más ilusión les hace a los pequeños. Además, parte de los voluntarios y voluntarias de la asociación se desplazan en diciembre hasta los campos "para visitar in situ a las familias y tratar de cubrir las necesidades que tienen, tanto allí como luego haciendo el acompañamiento hasta que los peques llegan aquí", ha indicado Esti Barrio, vicepresidenta de Afanis.

Faltan familias

Sin embargo, ambas asociaciones nos contaban los problemas que están teniendo los últimos años para encontrar familias de acogida, en el que caso de los peques saharauis este verano sólo han podido venir 22 niños y niñas a 21 familias alavesas. Situación esta muy diferente a cuando Esti empezó a colaborar, hace ya 16 años, "que nos quedamos en lista de espera, porque había más familias para acoger que niños, todo esto ha cambiado para mal, de hecho este año se han quedado más de 3.000 pequeños sin poder salir de los campos". Además, Barrio ha hecho hincapié en la necesidad de encontrar familias, "más allá de para que los pequeños y pequeñas conozcan una cultura nueva, sirva para cubrir algunas de sus necesidades básicas como comer fruta y salir del calor extremo del desierto y los campos de refugiados".

Amaia, por su parte ha destacado la necesidad de "tener mucha más información real, y que se anime la gente a acoger, porque lo que te dan es algo que no se puede explicar, es maravilloso". Por su parte, Esther, ama de acogida de Nura destacaba esa satisfacción "cuando viene por la noche a darte un beso y te dice dulces sueños, ahí se te cae el mundo porque sabes que todo lo que estamos haciendo merece la pena. Además, cuando se van los despedimos con tristeza, pero alegría a la vez porque vuelven con sus familias que les quieren y están en su casa".

Un verano diferente en el que Dannyl y Nazar ya se han acostumbrado y "hablamos un poco en euskera con nuestros amigos de Vitoria, que nos gusta mucho, sobre todo el puerto de Mundaka". Igual que le pasa a Nura, que ya es una más en el barrio de Abetxuko y "me encanta todo lo que tiene que ver con el agua".

 
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