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La impactante reflexión de Kilian Jornet tras su hazaña en los Alpes: "A veces asumo riesgos de los que, de forma consciente, no estoy orgulloso"

El alpinista catalán fulmina el registro de Ueli Steck en los Alpes tras hacer cumbre en sus 82 'cuatromiles' en 19 días

La impactante reflexión de Kilian Jornet tras su hazaña en los Alpes: "A veces asumo riesgos de los que, de forma consciente, no estoy orgulloso"

La impactante reflexión de Kilian Jornet tras su hazaña en los Alpes: "A veces asumo riesgos de los que, de forma consciente, no estoy orgulloso"

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Bilbao

El (pen)último reto de Kilian Jornet asusta con apenas conocer unas cuantas cifras. Recorrió más de 1.100 kilómetros en algo más de 300 horas de travesía, salvó un desnivel superior a los 70.000 metros y conquistó 82 cimas. Hizo cumbre en todas las montañas de más de 4.000 metros que hay en la cordillera de los Alpes, en Francia, Suiza e Italia. El anterior récord en una aventura equivalente lo tenía Ueli Steck, que en 2015 tardó 62 días. Kilian lo fulminó, terminó en 19.

El alpinista catalán llegó a su particular meta el pasado uno de septiembre. No han pasado ni dos semanas, pero en su mente ya está volver a los entrenamientos. Mientras, los miles de datos que su cuerpo ha arrojado durante el desafío ya están en manos de su equipo, que ahora estudiará qué pasa dentro del organismo de Jornet. A priori, él tiene clara una de las claves de su éxito: el metabólico. Empezó y terminó con 54 kilos, mientras que hace un año, cuando afrontó algo similar en los 'tresmiles' del Pirineo, se dejó por el camino más de siete kilogramos de peso.

Un éxito fisiológico

"Me encontré físicamente muy bien y un indicador de eso es el peso. Normalmente, cuando pierdes peso es que no eres capaz de asimilar bien lo que comes ni de recuperarte", asegura ya desde su hogar, en Noruega. "Seguramente podría haber seguido, pero al parar noté que me vino un bajón", añade. Sin embargo, tiene claro que lo más duro no fue lo físico, sino lo mental. "Tenía que estar muy concentrado todo el rato para evitar cualquier caída y esa fue la carga más importante", dice.

Y es que, a diferencia de una carrera de trail running o una travesía sobre la nieve, aquí una caída habría implicado consecuencias fatales. "Lo que fue muy intenso fue la carga cognitiva o emocional. No es que estés corriendo y puedas poner el modo automático y tirar kilómetros, como hago en las carreras de larga distancia, sino que tenía que estar durante 15 de las 20 horas al día muy atento del terreno por el que iba", reconoce.

Una vida al límite

Cuando le preguntamos por lo que ha aprendido de este reto, lo que se llevará siempre consigo, Kilian no lo duda. "Fue una bonita travesía. Disfruté mucho de las montañas que pude visitar, de salidas de sol y atardeceres preciosos y de algunos tramos de roca increíbles", responde con rotundidad. No obstante, también añade que "también fue un descubrimiento de mí mismo". Y es que "para eso entrenamos, para buscar hasta dónde podemos llegar".

Sin duda, es clave una buena preparación, pero Kilian no esconde que "hay muchas situaciones que no se pueden prever. De hecho, una parte importante de la planificación es tener claro eso. En unas montañas tan cambiantes, durante tres semanas, siempre vas a encontrar tormentas, días de lluvia o condiciones duras de los glaciares, como caídas de piedras".

¿La vida en peligro?

Y ahí, en esos momentos complicados, entra en escena el bagaje de Jornet, un todoterreno de la montaña que combinó en esos 19 días todo lo que lleva décadas aprendiendo. "Encuentras recorridos que pensabas que estarían bien y no es así. Por eso hay que dejar, durante la planificación, una parte abierta a saber improvisar. Es algo que hace más divertidos o interesantes estos retos".

Habla Kilian de situaciones peligrosas sin tapujos. "En la zona de Mont Blanc hacía mucho calor y, con los efectos del cambio climático en el permafrost, había muchos derrumbes de piedras. Especialmente en la travesía entre la Aiguille Verte hasta Les Droites, que normalmente se escala más en invierno o en primavera, hubo muchos momentos en que no lo tenía nada claro. No es que tengas un fallo técnico, es que la montaña se te cae encima".

Y precisamente esa búsqueda de los límites, de "saber hasta dónde aguanta mi cuerpo" que le impulsa, ha hecho que descubra una parte de sí mismo que no le gusta tanto: "También he encontrado una parte de mí que quizá no me gusta tanto. A veces asumo riesgos de los que, de forma consciente, no estoy orgulloso", reconoce.

 
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