Monumento a la Batalla de Vitoria: su elección fue polémica y pudo haber tenido otra ubicación
El monumento más representativo de Vitoria se inauguró el 4 de agosto de 1917
La Plaza de la Virgen Blanca de Vitoria, en un fotomontaje sin el Monumento a la Batalla de Vitoria / Iñaki Armentia
Vitoria-Gasteiz
Para situarnos, recordemos que en la guerra de la Independencia (1808-1814), la Batalla de Vitoria resultó ser la puntilla para las tropas francesas, que fueron derrotadas por una coalición formada por tropas españolas, inglesas y portuguesas. Esta victoria propició la expulsión definitiva de la península ibérica del ejercito galo. En esta batalla tuvo un protagonismo significado el general alavés Miguel Ricardo de Álava y Esquível (1772-1843) que, entrando con sus tropas en Vitoria, evitó que la ciudad fuera saqueada.
El 3 de julio de 1813, las Cortes de Cádiz acordaron que cuando las circunstancias lo permitieran se levantase un monumento en Gasteiz recordando la memorable gesta. Tuvieron que pasar cien años, para que aquella iniciativa se pusiera en marcha.
El concurso
El 1 de Julio de 1913 se convocó un concurso entre arquitectos y escultores, para la presentación de proyectos al objeto de erigir un monumento conmemorativo de la Batalla de Vitoria. Se había consignado la cantidad de 100.000 pesetas en los presupuestos del Estado para su construcción, redacción del proyecto y dirección de la obra. En las bases se señalaba que era obligatorio que apareciera la figura del general Álava, al tratarse de un vitoriano y haber sido relevante su intervención en la batalla en cuestión, fijándose en principio como emplazamiento del mausoleo la Plaza de la Virgen Blanca.
Los concursantes debían aportar una memoria describiendo los detalles del diseño, materiales a emplear, etc., que debía acompañarse de los correspondientes planos y una maqueta en yeso u otro material. El coste de la obra quedaba establecido en 90.000 ptas, que no podía sobrepasarse de ninguna forma, teniendo que aportarse un documento del autor o autores en el que se comprometían a entregar el monumento completamente terminado, sin sobrepasar la cantidad asignada. El ganador del concurso recibiría 5.000 pesetas de premio y se establecía un accésit de 2.500 pesetas.
Se precisaba que los concursantes presentarían un sobre cerrado con un lema en el exterior y sus datos personales en el interior, y que tras el fallo del concurso únicamente se abrirían los sobres premiados y el resto no. Los proyectos debían entregarse en el Gobierno Civil de Álava, estamento administrativo similar a la actual Subdelegación del Gobierno.
Se presentaron siete proyectos, algunos de los cuales mostramos a continuación, en unas imágenes que conserva el Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz.
Algunos proyectos presentados al concurso del monumento a la Batalla de Vitoria / Enrique Guinea / Archivo Municipal de Vitoria
Algunos proyectos presentados al concurso del monumento a la Batalla de Vitoria / Enrique Guinea / Archivo Municipal de Vitoria
El fallo del concurso
El 5 de Noviembre de 1913, unos días antes de conocerse el resultado del concurso, el periódico La Libertad, informaba que “el jurado guardaba una reserva impenetrable respecto a su fallo, pero de rumor público se insinúa que propondrá para el primer premio al proyecto que lleva por lema “Si vis pacem parabelum” y para el segundo al que ostenta el de “Imitadles”. En cuanto a los autores se indicaba que no se sabia nada cierto, si bien “se sospechaba sea el primero un artista de Madrid y el segundo uno de los de la Catedral”. En este caso se referían a alguno de los artistas que participaban en la construcción de la Nueva Catedral.
El día siete se reunió en el Gobierno Civil la Junta del Centenario, presidida por el Gobernador Civil para resolver el fallo del jurado. Se dio lectura al dictamen y por cuatro votos contra tres quedó como ganador Enrique Borrás de Madrid, siendo los destinatarios del accésit los Sres. Piquer y Minguell.
Proyecto ganador y accésit del concurso para el Monumento de la Batalla de Vitoria / Archivo Municipal
Proyecto ganador y accésit del concurso para el Monumento de la Batalla de Vitoria / Archivo Municipal
El periodista de La Libertad había dado en el clavo. No hay mejor forma para que todo el mundo se entere de un secreto, que los que que toman las decisiones se juramenten para no dar a nadie ningún dato.
Si bien en las bases del concurso se especificaba que el emplazamiento del monumento sería la Plaza de la Virgen Blanca, en esa misma reunión se planteó la posibilidad de situarlo en la Plaza de Bilbao, actualmente denominada Plaza de los Celedones de Oro . En este último lugar existía un amplio espacio, desde el edificio de Banco de España hasta la calle Postas, ya que entonces aún no se había construido el edificio de Correos.
Tras un amplio debate, el asunto se puso a votación, consiguiendo 7 votos el situarlo en la Virgen Banca y 5 votos el emplazarlo en la Plaza de Bilbao.
De haber triunfado esta última opción, o haber trasladado el monumento a otro lugar después de levantado, como algunos han sugerido a lo largo de sus cien años de existencia, la Plaza de la Virgen Blanca presentaría otro aspecto. Estéticamente hablando, el espacio sería totalmente abierto, sin ningún “estorbo” en medio, como opinan arquitectos de la ciudad, y destacaría su amplitud.
Una imagen del fotógrafo francés Jean Laurent, obtenida en 1867 o 1868 (1), nos muestra la grandiosidad de la plaza despejada y carente de divisiones y obstáculos, en la que únicamente en su centro existía una preciosa fuente de piedra con ocho caños.
![La Plaza de la Virgen Blanca en 1867 o 1868, entonces llamada Plaza Vieja. Foto coloreada](https://cadenaser.com/resizer/v2/EXTVHVSSENC33HNAJ3Y4PHUY4Y.jpg?auth=f0bdd77e597b2f19c27e1811eb814418d3f5cd48ef802351e1a07bea27fdd1e9&quality=70&width=650&height=487&smart=true)
La Plaza de la Virgen Blanca en 1867 o 1868, entonces llamada Plaza Vieja. Foto coloreada / Jean Laurent / Archivo Iñaki Armentia
![La Plaza de la Virgen Blanca en 1867 o 1868, entonces llamada Plaza Vieja. Foto coloreada](https://cadenaser.com/resizer/v2/EXTVHVSSENC33HNAJ3Y4PHUY4Y.jpg?auth=f0bdd77e597b2f19c27e1811eb814418d3f5cd48ef802351e1a07bea27fdd1e9)
La Plaza de la Virgen Blanca en 1867 o 1868, entonces llamada Plaza Vieja. Foto coloreada / Jean Laurent / Archivo Iñaki Armentia
Nos hemos permitido comparar ambas situaciones, mostrando en un vídeo la plaza en cuestión con el monumento y si el, a fin de que nuestros lectores vean la diferencia y opinen al respecto.
![](https://cadenaser.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fsdmedia.playser.cadenaser.com%2Fmcv%2Fplayser%2Fmultimedia%2F20250126%2F1025437_082014_still.0000001.jpg?auth=526a049b0641b3eaa2bbc477e39e4c224e4d12e4dd06268282225b36ab2c8151&quality=70&width=655&height=368&smart=true)
Protestas
La decisión del jurado del concurso no le gustó nada a Quintín de la Torre Berástegui, uno de los concursantes. Había presentado un proyecto bajo el lema “Vasco”, que no había sido premiado y el día ocho – tres días después del fallo - se publicaba en la prensa un escrito firmado por el, en el que manifestaba su disconformidad en estos términos: “Lleno de buena fe, espoleado por mis entusiasmos hacia el arte, al que consagro todos mis afanes y mis desvelos todos, acudí al concurso de bocetos de aquel monumento, confiando en la idoneidad y en la absoluta imparcialidad de un jurado, serio, capaz y justiciero. Confío que me equivoqué. Parecía lógico y racional que, para juzgar, con algún vislumbre de acierto, una obra escultórica, figurasen como miembros del jurado, en parte, escultores que garantizasen la justicia del fallo, y he visto con tristeza, que ningún escultor ha formado parte de aquel tribunal. Otros señores jurados, lógica y naturalmente inclinados por notorias afinidades a los artistas de la Catedral, expositores en dicho concurso artístico pusieron veto, según rumores, a mi proyecto, falseando, acaso, los dictados de la justicia”. Mas adelante señala, que sí había dos artistas tan solo en el jurado, los cuales votaron por su boceto, destacando que no se había tenido preferencia por los artistas de nuestra tierra: “Entiendo yo que en igualdad de méritos y circunstancias, Vitoria, capital vasca, debiera haber apoyado al artista vascongado, prefiriéndolo a los extraños.”
Monumento a la Batalla de Vitoria presentado por Quintín de la Torre / Enrique Guinea / Archivo Municipal de Vitoria
Monumento a la Batalla de Vitoria presentado por Quintín de la Torre / Enrique Guinea / Archivo Municipal de Vitoria
Quintín de La Torre (1877-1966) fue un escultor nacido en Bilbao, cuyas obras pertenecen hoy principalmente a la Cofradía de la Santa Cruz bilbaina y al Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Tomás Alfaro Fournier, que con el tiempo sería alcalde de Vitoria en la Segunda República y era descendiente de Heraclio Fournier el fundador de la fábrica de naipes, también arremetió contra el fallo del jurado. El día trece aparecía una carta suya en la prensa, de la que hemos extraído lo siguiente: “Haciéndome eco de la mayoría del pueblo, y puesto que este no habla, por impedírselo el ambiente de convencionalismos que se respira, lo haré yo , muy a pesar mío; y digo muy a pesar mío, porque en este pueblo de intereses creados, el decir lo que uno siente, por muy cierto y beneficioso que sea, si va contra un fallo de arriba, es como sembrar espinas en su camino. Un monumento conmemorativo de una gran batalla, corona de la epopeya nacional a la que debemos nuestra independencia, debe ser fuerte, sereno y sublime; y no lo será representando en el escenas feroces muy amontonadas, muchas bayonetas y muchos sables. Por el contrario, este amontonamiento quebrará la línea arquitectónica, que es la base de la belleza monumental. Buscaron para primer premio un boceto que tiene mucho trabajo, pero que carece absolutamente de originalidad y de líneas monumentales; que es un amontonamiento, mejor o peor trabajado, de guerreros y gente de pueblo que parecen jugar al escondite; en el que el bronce y la piedra se mezclan sin orden ni concierto. No hay derecho, llevar su fantasía hasta colocarnos un explorador en actitud admirativa. ¡Pobre estética!. ¿Qué tendrá que ver un explorador con la batalla de Vitoria?. Nosotros los vitorianos veremos alzarse en una de nuestras plazas, algo que, como no se reforme muy profundamente, mas que para ornato servirá para escuela del mal gusto. Pero que generaciones venideras no podrán decir que no hubo quien protestase por ello.”
A favor de la decisión
Luis Sánchez del Cid escultor, contesta a Quintín de la Torre y a Tomas Alfaro el día 21, en el que defiende el acierto del jurado y la idoneidad y calidad artística del boceto elegido: “En tiempos retrospectivos se simbolizaba en personas e ideas que representaban el poderío, la fuerza y la dominación; y los enmarcaban en una figura representativa. Hoy no; hoy los pueblos manifiestan en conjunción hombres e ideas. Por lo cual creo que el monumento premiado es el más gráfico y mas en armonía con nuestro sentir de hoy, por representar grupos de figuras con soldados y su pueblo, que también ellos fueron héroes, pues no solo el bizarro general ganó la batalla, porque si el puso su inteligencia, el pueblo puso su sangre, y tan sagrado y digno es que quien con el luchó, con el represente la victoria.”
Mas adelante se refiere a la calificación de “extraños” dada por Quintín de la Torre a los artistas foráneos: " ¡Extraños!. ¡Que palabra mas expresiva!. ¿No podía haberla reemplazado por otra menos fuerte y mas cariñosa?. Yo hubiera adjudicado el premio y el accésit a los mismos proyectos que dicho jurado ha premiado.”
La polémica continuaría, con la intervención de otras personas. Para nosotros es suficiente reflejar el ambiente de controversia, con las opiniones expuestas con anterioridad.
También varios comerciantes y vendedores mostraron su disgusto, porque la construcción del monumento y los jardines en la plaza de la Virgen Blanca, suponía la desaparición del mercado habitual en esa plaza.
El mercado antaño en la Plaza de la Virgen Blanca de Vitoria
El mercado antaño en la Plaza de la Virgen Blanca de Vitoria
La obra finalmente se llevó a efecto. En la parte superior derecha de una imagen del AMVG tomada con motivo de la procesión del Corpus Cristi, se muestra la plaza cuando se iniciaban las obras de construcción.
Monumento a la Batalla de Vitoria en construcción / Enrique Guinea / Archivo Municipal de Vitoria
Monumento a la Batalla de Vitoria en construcción / Enrique Guinea / Archivo Municipal de Vitoria
La inauguración
El 4 de agosto de 1917, con un tiempo esplendido, fue el día señalado para la inauguración. Se había procedido al arreglo de los jardines de la plaza y se habían instalado farolas eléctricas para la ocasión.
Comenzó el acto a las 5 de la tarde siendo presenciado por miles de personas, que llenaban la plaza de la Virgen Blanca, e incluso ocupaban parte de la plaza General Loma. En ese acto además de la inauguración propiamente dicha, se hacia entrega oficial del monumento por parte del Gobernador Civil en nombre del Estado, a la ciudad de Vitoria, representada por su alcalde Sr. Elio, el cual acudió al acto acompañado de la corporación, escoltada por los maceros.
Inauguración del monumento a la Batalla de Vitoria / Enrique Guinea / Archivo Municipal de Vitoria
Inauguración del monumento a la Batalla de Vitoria / Enrique Guinea / Archivo Municipal de Vitoria
Junto al monumento se colocaron sillas para acomodar a un “porrón de autoridades” - unas cuarenta personas -, las cuales lucían en sus pechos la medalla de “La Batalla de Vitoria”. Por su parte, en una tribuna se situó una orquesta con 45 músicos locales, estando presente otra banda de música militar.
La empresa alavesa Pirotecnia Lecea, se encargó de lanzar al espacio unas bombas luminosas, que tras su explosión desprendían unos paracaídas con las banderas del Estado y de Vitoria. En una mesa colocada dando vista al monumento se colocaron de pie algunas de las autoridades, a fin de efectuar los correspondientes discursos.
Inauguración del monumento a la Batalla de Vitoria / Enrique Guinea / Archivo Municipal de Vitoria
Inauguración del monumento a la Batalla de Vitoria / Enrique Guinea / Archivo Municipal de Vitoria
El secretario del Gobierno Civil intervino en primer lugar. En su disertación recordó como habían sido las Cortes Generales las que decretaron en Cádiz el 3 de Julio de 1813, que cuando las circunstancias lo permitieran se levantase un monumento recordando la memorable batalla del 21 de junio de aquel año en Vitoria, en que los ejércitos aliados derrotaron a las tropas francesas. Respecto al coste del monumento señaló que “La ley de 23 de junio de 1911 concedió un crédito de 400.000 pesetas para la erección del monumento y la del 14 de diciembre de 1912 incluyó 100.000 pesetas para el cumplimiento de la anterior”. No queda claro cual es la cantidad finalmente empleada; si fue la suma de las dos cifras, o solo la primera o la segunda.
Europa estaba en plena I Guerra Mundial (1914-1918) y el primer edil vitoriano en su discurso manifestó que no se había podido revestir el acto de la solemnidad proyectada, invitando a representaciones extranjeras, dadas las trágicas circunstancias de la guerra.
Finalizó el acto con la interpretación por parte de la orquesta vitoriana, de la obertura de Beethoven opus 91 “La Batalla de Vitoria”.
(1) Carlos Teixidor, el responsable del archivo del fotógrafo Jean Laurent en el Ministerio de Cultura, nos dedicó amablemente más de una hora de su tiempo. Tras consultar todos los datos de que disponía, nos señaló con seguridad, que la imagen se obtuvo en 1867 o 1868.